Veracruz celebra la fiesta de San Rafael Guízar, patrono de los Obispos de México #Xalapa #Veracruz

/Redacción/

Xalapa, Ver 25 octubre 2020.- “Yo daría mi vida por la salvación de las almas”, solía decir San Rafael Guízar y Valencia, el primer obispo mexicano canonizado por la Iglesia, patrono de los obispos de México. Su fiesta se celebra cada 24 y se extiende el fin de semana del presente octubre.

Debido a la pandemia las celebraciones se acortaron y solo estuvo el Nuncio apostólico concelebrando la misa principal, la ordenación de diáconos y una rueda de prensa.

Las peregrinaciones fueron muy pocas pero la asistencia virtual, en diversas plataformas, de las actividades llevadas a cabo, resultaron de gran convocatoria.

https://www.facebook.com/arquidiocesisdexalapa/videos/336189464349427/

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San Rafael Guízar nació en Cotija, México, en 1878. Quedó huérfano de madre a los nueve años e hizo sus estudios en la escuela parroquial y en el colegio jesuita. Poco a poco fue madurando en él la vocación sacerdotal e ingresó al seminario de la Diócesis de Zamora. Fue ordenado sacerdote en 1901 a los 23 años de edad.

En Zamora, se dedicó de lleno al apostolado y la catequesis. También viajaría por diferentes ciudades y regiones de México. Luego, sería nombrado formador en el seminario, fomentando siempre el amor a la Eucaristía y la devoción a la Virgen entre los seminaristas.

En 1911, en Ciudad de México, fundó un periódico religioso con el que intentó contrarrestar la campaña contra la Iglesia patrocinada por el gobierno y la feroz persecución. Lamentablemente, el diario fue cerrado por los revolucionarios y él perseguido a muerte. El padre Rafael tuvo que vivir sin domicilio fijo, en medio de numerosas privaciones.

Para poder ejercer su ministerio, solía disfrazarse de vendedor de baratijas, de músico o de médico naturista, lo que le permitió acercarse a quienes necesitaban ayuda espiritual. Vestido como médico pudo acercarse a los enfermos para administrarles los sacramentos.

Al no poder estar más tiempo en México, tuvo que refugiarse en el sur de Estados Unidos, luego en Nicaragua y finalmente en Cuba. Fue allí donde recibió su nombramiento como obispo de Veracruz, México, por lo que fue consagrado en la Catedral de La Habana. recién pudo tomar posesión de su diócesis en 1920.

De vuelta a México, se dedicó a visitar su diócesis, mientras predicaba en las parroquias, pasaba largas horas en el confesionario o ayudaba a los necesitados. Poco después de asumir su cargo, tuvo que organizar la ayuda a las víctimas del terremoto que había afectado Veracruz a inicios de 1920.

Mons. Rafael, preocupado por la formación de los sacerdotes y la atención de los fieles, mantuvo funcionando el seminario diocesano en la clandestinidad, por espacio de 15 años, llegando a formar 300 seminaristas.

De los 18 años en los que estuvo a cargo su diócesis, nueve los pasó en el exilio o huyendo, bajo amenaza de muerte.

En 1937, mientras predicaba en Córdoba, sufrió un ataque cardíaco que lo postró en cama. Eso no lo detuvo. Desde su lecho dirigió su diócesis como pudo, preocupado especialmente por su seminario. Mons. Rafael solía decir “a un Obispo le puede faltar mitra, báculo y hasta catedral, pero nunca le puede faltar el seminario porque del seminario depende el futuro de su diócesis”.

San Rafael Guízar y Valencia partió a la Casa del Padre el 6 de junio de 1938, en Ciudad de México. Al día siguiente sus restos mortales fueron trasladados a Jalapa, donde todos querían ver por última vez al “Santo Obispo Guízar”. Fue beatificado en 1995 por San Juan Pablo II y Benedicto XVI lo canonizó en 2006.

Con información de ACI Prensa