Autenticidad antes que audiencia

Sin Filtros.

María Milo.

Simone Biles se retiró de la competencia debido a su salud mental. Tatjana Schoemnaker batió el récord mundial y sus rivales la abrazaron, llorando con ella. Pink se solidarizó con el equipo femenil noruego de voleibol y les ofreció apoyo después de que levantaron la voz ante el reglamento sexista de su disciplina. Estas son algunas de las tantas situaciones que han evidenciado algo alarmante: por aprender a complacer, hemos olvidado como sociedad defender nuestra humanidad.

En el caso de la mayoría de las atletas, este año las competencias han sido una oportunidad para mostrarse reales, como personas que sienten.

Han dejado claro que hace falta una audiencia empática y comprensible. Sin embargo, hubo quienes no perdieron el tiempo y comenzaron a criticarlas, evidenciando lo mucho que nos queda por sanar para entender que ser humano no es sinónimo de estar bien todo el tiempo, ni siempre ser feliz o exitoso. Significa aceptar nuestro sentir.

Estas mujeres han demostrado que nunca es tarde para empezar a actuar de diferente manera. Pero ¿qué pasa con los hombres? ¿No les beneficiaría hacer lo mismo? Glennon Doyle lo deja claro: “Los niños que creen que los hombres de verdad son todopoderosos, van a engañar, mentir y robar para reclamar y mantener el poder. Los niños que creen que los hombres no lloran, se convertirán en hombres invadidos por la ira. Si a los niños se les enseña que el dolor es debilidad, preferirán morir antes de pedir ayuda”.

La creencia de que para alcanzar el éxito se debe enterrar la empatía, la sensibilidad, la bondad, la humildad, la conexión y el miedo a la incertidumbre porque son “cosas de mujeres,” afecta severamente a nuestros hermanos, papás, amigos, novios, esposos y primos. De acuerdo a los estándares bajo los que vivimos, decir te amo muestra su lado blando. Derramar lágrimas por dolor o preocupación debilita su imagen autoritaria. Pero es absurdo, porque todas estas cualidades son humanas, no tienen género.

Lo que las atletas han empezado a poner en práctica en las competencias lo deben también comenzar a hacer los hombres. Pues tienen derecho a abandonar estas creencias para expresar su humanidad y ser reconocidos de igual manera. Por esto las mujeres son necesarias en todos los aspectos de la sociedad, no sólo porque han empezado a traer a la mesa estos temas de conversación, sino porque su ayuda es imprescindible para que los hombres puedan liberarse de los estereotipos. Su apoyo, aprobación y aceptación cuando estos se muestren auténticos y reales, es indispensable. Anótalo en alguna parte, NINGUNO de los géneros puede ser libre sin que el otro lo sea.

Si algo nos dejaron claro las atletas en estas Olimpiadas es que las personas valiosas son las que se atreven a reconstruirse, a liberarse de las reglas que les controlan. Bajándonos del pedestal de espectadores, ahora sólo nos queda seguir su ejemplo y reunir el valor para aceptar cuando estemos rotos. Sólo así podremos ser capaces de visualizar la luz que entra por nuestras grietas, para reedificarnos con ella.