Despiden a alcaldesa de Mixtla de Altamirano

Ana Alicia Osorio/

SemMéxico. Zongolica, Veracruz. 26 de abril 2019.- La oscura noche en medio de la sierra se vio iluminada por las luces de las velas. Eran los dos centenares de personas que esperaban la llegada de los ataúdes con los restos de la alcaldesa de Mixtla de Altamirano, Maricela Vallejo Orea, su esposo Efrén Zopiyactle y su chofer Sabino.

En Zongolica, un municipio cercano a donde ella gobernaba, los restos de los tres subieron tras horas y horas de espera mientras que el papeleo se realizaba.

La noche comenzaba a caer y los murmullos resonaban junto al olor al copal para purificar los féretros. En un murmullo la gente pedía justicia.

Cuando los restos finalmente llegaron, cada uno de los ataúdes recibió su bendición por parte de la gente que hacía fila para dárselas, y se separaron: cada uno hacia la casa de sus seres queridos.

La población caminó junto a las camionetas hasta que se dijeron adiós.

La de Maricela llegó a una pequeña casita echa de maderas y láminas: allí fue donde creció parte de su infancia y la adolescencia. La otra parte la vivió en una comunidad del municipio vecino de Mixtla de Altamirano, donde nació y donde no había escuelas para que pudiera estudiar como era su sueño.

Su familia guardaba silencio. Cuando alzó la voz no pudo más que agradecer las muestras de apoyo que recibió y exigir justicia, justicia para que este no sea un caso más que queda en la impunidad.

Hoy la llevaron a la iglesia, esa a la que solía ir por su fe católica. Allí la despidieron antes de llevarla a Mixtla de Altamirano para dar el último adiós.

Sus velorios se dividieron en dos, como en dos estaba su vida: una parte de ella quería seguir en Mixtla donde estaba su mamá y a donde regresó a gobernar y otra quería estar en Zongolica con su tía que la cuidaba y donde vivir le permitió estudiar hasta la universidad.

Maricela era mujer querida y sus familiares y amistades la recuerdan como una persona siempre activa ya sea en programas para evitar la violencia contra las mujeres o en cuidado del medio ambiente, en todo le gustaba participar.

Esa participación la llevó a la política y muchos creen que su cargo como alcaldesas, que antes de tomarlo le valió amenazas de muerte, fue la que la llevó a ser asesinada en la camioneta donde viajaba con dos acompañantes y la que recibió 31 casquillos de balas.

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