Por: Diana Vite
No suficiente con la gran invisibilización y olvido de la población en situación de calle; las mujeres son más propensas a esa discriminación y violencia, desde sus mismos grupos hasta llegar a la forma institucional y estructural.
En los espacios públicos, las mujeres que viven en calle reciben mucha violencia psicológica y discriminación por parte de sus parejas. “Si tienes muchos amigos, ya te andan diciendo que eres bien puta” dicen las chavas. “Si tienes algo de dinero, te andan diciendo que con quién te acostaste”. A veces te empiezan a decir: “Hazte para allá, hueles feo”. Y muchas frases de ese tipo se encuentran.
Además, en las instituciones de salud, por ejemplo, la atención es muy hostil porque los mismos médicos tienen grandes prejuicios sobre ellas y además justifican que por falta de higiene, la atención no es como se debe. Es fácil para ellos decir: “Están así [en calle] porque quieren”
Las chavas que viven en calle, saben sus derechos, sabes que tienen que ser respetadas y que tienen los mismos derechos que los hombres, que no por ser de calle, viven en desigualdad, al contrario. Saben que todas las mujeres vivimos un contexto de discriminación y violencia pero en ellas, el espacio público, las vulnera aún más; pues el Estado se olvida completamente de sus necesidades particulares.
Es al Estado a quien debemos exigirle esos derechos, que no por estar en situación de calle (situación que no se escoge por gusto sino porque hay muchas circunstancias detrás) no se tienen derechos. Existen voces de mujeres que también exigen muchas cosas como salud, educación, no violencia, trabajo, etc. Voces que si nos percatamos bien, también podemos escuchar y atender en las banquetas, en un parque, plazas públicas, y todos los espacios públicos que podamos imaginar.
Hay que recordar que la invisibilización significa una de las peores formas de discriminación.
Fuente: La Banda no discrimina