/ Eduardo Sadot /
Antes del COVID la humanidad consideraba que los tiempos de las pandemias eran parte del pasado, epidemias desde que se tiene memoria, han asolado al ser humano, en el imperio bizantino, Constantinopla perdió el 40% de su población con la peste, ello provocó el debilitamiento del imperio romano. Entre los años 1346 y 1353 la región de Europa en su conjunto – que aún no estaba dividida por países como la conocemos ahora – perdió alrededor del 60% de su población con la Peste Negra.
La viruela por su parte, asoló a la humanidad, según se ha podido documentar desde el año 8000 antes de Cristo, siendo ésta causa de la derrota de los grupos originarios en América y no como erróneamente se ha hecho creer que los pueblos fueron masacrados por los Españoles – cuando ni siquiera existía España como nación – después, brotes como el cólera diezmó también a la población o la temida lepra. A principios del siglo XX, el caso de la llamada Gripe Española (1914- 1919) costó alrededor de 20 a 50 millones de personas, existe evidencia que incluso fueron hasta 100 millones de personas. De ahí pasamos al virus de la gripe A(H2N2) que alcanzó el millón de muertos en todo el mundo, y la del VIH, que más o menos se controló, nos hizo creer, que llegado el hombre a la luna y con el impresionante desarrollo tecnológico y científico, la humanidad había logrado erradicar la eventual dispersión de cualquier epidemia, pero el COVID nos escupió a la cara, aún con cubre bocas, una realidad incuestionable, los seres humanos seguimos siendo vulnerables y vivimos la realidad de que lo que creíamos superado, puede repetirse inclusive una tercera guerra mundial. Aún la percepción de lo que sería la guerra bacteriológica imaginábamos – quizá como se vio con las tácticas de guerra, temíamos bombardeo de virus, igual que el bombardeo de sustancias como el napalm sin embargo la aparición del COVID nos hace dudar, por la posibilidad de desarrollar ataques, de difícil identificación de su origen, fuente o enemigo que lo lanza, realidad difícil de identificar.
Para cuando se escriben éstas líneas, es muy probable que la humanidad haya entrado en estado de guerra, tan inciertas como las dos anteriores que pasara la humanidad en el siglo XX, el temor de repetirse, con el avance del armamento nuclear, siempre ha estado latente como una espada de Damocles, pero hoy es inminente por la amenaza de invasión a Ucrania.
Ucrania, que formara una parte importante de la ex Unión Soviética “URSS” y en consecuencia de los países que conforman el Pacto de Varsovia, hoy después de la disolución de las repúblicas socialistas soviéticas, Ucrania se desligó de Rusia y la antigua URSS se pulverizó en 15 repúblicas independientes, de esas, particularmente Estonia, Letonia, Lituania, Bielorusia y Ucrania forman un corredor fronterizo frente a los países Europeos, aliados de Estados Unidos, frontera entre la Organización del Atlántico Norte OTAN en español y NATO por sus siglas en inglés, frente al eje encabezado por Rusia del pacto de Varsovia, esa división, a consecuencia del término de la segunda guerra mundial, se manifestó en la llamada guerra fría, una guerra soterrada semi-diplomática entre Rusia y Estados Unidos, que ha tenido momentos álgidos de tensión, como fue el caso de la crisis de bahía de cochinos (17 a 20 de abril de 1961) cuando la humanidad estuvo a punto de desaparecer bajo el bombardeo de una guerra nuclear. Entonces México, mantuvo una postura imparcial, hoy quién sabe.
La pulverización de la unión soviética con la perestroika – se dice que alentada por Estados Unidos y sus aliados – donde tuvo una participación importante el Papa Juan Pablo Segundo y Mijail Gorbachov, quien fuera presidente de la entonces Unión soviética, propició la separación de los países mencionados.
Hoy, cuando está a punto de iniciarse otra conflagración, de dimensiones inimaginables, tiene como antecedentes varios factores. La necesidad de activar las economías de países como USA que es eminentemente belicista, que hemos visto que a lo largo de su historia, ha necesitado de las guerras para regular su economía, el desprendimiento de países de la ex Unión Soviética y ahora con la potencial alianza, precisamente con los países de la OTAN y fuera del pacto de Varsovia, es un tema que le representa inseguridad en sus fronteras a RUSIA, quien además ha manifestado su preocupación, en la eventual creación de bases militares apuntado más de cerca a Rusia, quien ha señalado, como provocación, las declaraciones de Ucrania de formar parte de OTAN, es decir definirse del lado de los aliados, enemigos de Rusia – tema que no es menor – de hecho, la Comunidad Europea, ha dado facilidades a los ucranianos de transitar a los países europeos con pasaporte biométrico, sin visa, lo que tiene impacto en la población, fomentando recelo y desconfianza contra Rusia pero también de Rusia hacia Ucrania.
Es claro que nadie quiere una guerra, el mismo presidente Putin, se sabe que no quisiera actuar de manera violenta invadiendo Ucrania, pero también es cierto que la sospecha de la provocación americana le justificaría una acción militar, pero también hay que considerar, qué es lo que quiere la población ucraniana, que poco a poco se ha sentido más identificada con la vida europea que con el régimen ruso.
Lo que también hay que considerar, es la autodeterminación de los pueblos y si Rusia está dispuesto a poner en riesgo sus fronteras con la OTAN prácticamente dentro de lo que fuera su territorio y peligrosamente, más cerca de el territorio estratégico de Rusia.
El pretexto de las hostilidades manifestadas por el presidente de México López Obrador contra España, un país miembro de la Comunidad Europea y parte de la OTAN desde el 30 de mayo de 1982, en un escenario previo a una eventual guerra, el compromiso del presidente con Rusia, particularmente con el apoyo de las vacunas Sputnik V, los desaires al gobierno de Biden, su proclividad a Trump de parte de Obrador, cuando la declaración de EEUU de desconocer esa vacuna para ingresar a su país, coloca en una posición delicada y definitoria a México con su vecino del Norte, no deja de ser una preocupación para Estados Unidos, la postura de México, preocupación igual a la que inquietaba a nuestros vecinos por la cercanía de del presidente Calles con Alemania, cuando se comenzaron a construir aviones alemanes en San Luis Potosí. La cercanía de México con el Foro de Sao Paolo, podríamos compararla con la cercanía de Ucrania a la OTAN, es como si Rusia, desde allá, intentara defender a México ante un eventual posicionamiento de nuestro país a favor de Rusia, una invasión americana a México no se dejaría esperar y, que Rusia – como lo está haciendo Estados unidos con la frontera con Ucrania que tal que México se declara cercano a Rusia, como se ve ya tan cerca del Foro de Sao Paolo – enviara su flota militar a mares internacionales cercanos a México, pues a Estados Unidos, tampoco le gustaría. Aunque percibimos lejana a Ucrania, el tema es didácticamente similar para comprender lo que sucede allá.
Las guerras las inician locos, como fue el caso de Hitler, Stalin, Mussolini y Franco, confiamos que ni Putin ni Baiden están locos como Trump y otros presidentes del Foro de Sao Paolo.
Y ahora como en el caso de la Pandemia, los muertos que ayer enterrábamos – las epidemias y las guerras – hoy gozan de cabal salud.
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