AMLO y los secretarios invisibles

Análisis sin Fronteras

Ana María Salazar

Durante una conversación con el expresidente de Colombia y exsecretario general de la OEA, César Gaviria, le comenté que el entonces presidente de México, Vicente Fox, había asegurado que su gabinete era sexenal y que no tenía intenciones de cambiar a los secretarios de Estado que había nombrado al inicio de su mandato. Gaviria me comento que eso sería un error: “Los presidentes en una democracia tienen relativamente poco poder, pero entre las cosas que pueden controlar es su equipo de asesores y sus ministros”. Gaviria señalaba que el presidente debe de considerar a sus ministros como “fusibles”, que pueden prenderse o apagarse según las necesidades políticas del gobernante. Eso incluye hacer cambios en el gabinete para demostrar cambio de rumbos, darle blindaje al presidente o responder a necesidades políticas con diferentes grupos de poder.

Esta anécdota la he comentado en este espacio cuando trato de descifrar y comparar el estilo de liderazgo de los expresidentes Fox, Calderón y Peña.

Ahora AMLO. Lo que hemos aprendido en los últimos meses de Andrés Manuel López Obrador, es que no considera que necesita que sus secretarios y asesores sean sus fusibles. Él es el pararrayos de todo lo bueno y lo malo de su administración y no tiene escudo que lo proteja –porque asume que es el Presidente teflón, que nada se le pega.

Ante la fortaleza de la personalidad del Presidente –algunos dirían autoritario–, el gabinete de AMLO aparenta ser débil. A diferencia del presidente Vicente Fox, quien supuestamente usó un head-hunter para ayudar a seleccionar a los mejores candidatos para su gabinete, que resultó en el famoso “Gabinete Montessori”, donde los secretarios tenían su visión de cuáles eran las prioridades del país, y varios de ellos tenían una agenda política propia, que no necesariamente era la del presidente. Básicamente hacían lo que “se les daba en gana”.

En el caso del presidente Felipe Calderón, en general se le cuestionó por la debilidad de asesores y secretarios, pues –en comparación con el gabinete de Fox– la mayoría eran desconocidos. En el caso de Felipe Calderón hubo absoluta desorganización y falta de coordinación dentro del gabinete, particularmente entre los encargados del tema de seguridad. La guerra intestina entre los secretarios de Seguridad Pública, Defensa, Armada y el procurador, era legendaria. En el ámbito de seguridad, parecería que el presidente Calderón decidió ejercer el poder dividiendo a su equipo. Este estilo de liderazgo se ve con frecuencia en el ámbito empresarial. Debatible que si es o no efectivo en el ámbito gubernamental.

Tal vez el legado histórico de Calderón hubiera sido muy diferente si hubiera tenido mejores nombramientos.

En el caso del presidente Enrique Peña Nieto, él decidió cogobernar con dos secretarios de su gabinete: el de Gobernación y el de Hacienda. Esto probablemente fue el error histórico de Peña, ya que durante el sexenio Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray pelearon por los reflectores, por el poder y por ser el candidato en 2018. Ambos perdieron. Y sobre todo Peña perdió y acabó asumiendo los costos políticos de los errores de Osorio y Videgaray, en lugar de que ellos fueran un escudo o un fusible para protegerlo de las debacles políticas.

En el caso AMLO, la característica fundamental de sus secretarios es la inexperiencia en su ramo, la incapacidad de decirle ‘no’ al Presidente, y sobre todo ser leales a la cuarta transformación. Ninguno le hace sombra. Y con la excepción del canciller Marcelo Ebrard, es difícil imaginarse que el futuro presidente de México salga de esta camada de secretarios.

Pero esta debilidad del gabinete se traduce en que no hay nadie que le diga ‘no’ al presidente López Obrador. Aunque amenacen con renunciar.

AMLO y sus secretarios invisibles. O tal vez inservibles.

Retomo una cita del presidente Barack Obama, que se publicó en la revista U.S. News & World Report para su edición especial sobre liderazgo (noviembre 2009): “Los pasos que para mí han sido útiles en el día a día, se vuelven mucho más importantes en una crisis: ser capaz de establecer un equipo funcional con las mejores personas; insistir en el rigor analítico, en la evaluación de la naturaleza de los problemas; asegurarnos que las voces que disienten sean escuchadas y que las opciones se exploren adecuadamente”.

Esta cita de Obama nos recalca la importancia de que el Presidente no sólo tenga información certera de sus asesores, sino que se escuchen voces disidentes o visiones diferentes de los problemas. Sun Tzu, el autor de la milenaria obra El Arte de la Guerra, comentó hace más de dos mil 500 años: “El que sabe cuándo puede luchar y cuando no puede, saldrá victorioso”.

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