CON SINGULAR ALEGRÍA
POR GILDA MONTAÑO.
Héctor querido:
Hoy es el 22 del 08 del 2004. Ya pasaron varios días, y aún tengo un hueco en el alma. He de decirte que el miércoles tuve el peor momento de mi vida: junto contigo y tu equipo entero y varios miembros del partido, mi hijo fue secuestrado sin deberla ni temerla. Con premeditación, alevosía y ventaja. Con armas de largo, medio y grueso calibre. Con la sinrazón de por medio. Fue secuestrado por dos ex subprocuradores que sabían con toda puntualidad lo que estaban haciendo. Diferencia de seres humanos que, en lugar de combatir con honor a la delincuencia, la organizan.
Y además de todo, mienten a quienes llevan, porque de nada les sirvió entrar por la puerta de atrás como viles patanes, y salirse –después de más de doce horas- como viles rateros, también por atrás. Porque eso fueron: se quisieron posesionar por la mala, del edificio que alguna vez construyó para nuestro viejo y añejo partido, un hombre lleno de esperanzas: Jesús Alcántara. Así con su memoria –me tocó ir a depositar la primera piedra de ese edificio- mancillaron todo lo que tuvieron en frente.
Vamos, no se les escapó nada: puertas rotas, ventanas hechas añicos, gritos ensordecedores, computadoras destruidas; golpes a quienes tuvieron enfrente; intento de violación a las mujeres; secuestro del equipo que se quedó a acompañarte –como héroes- a defender a su partido, a su jefe y a la bandera que habían sacado de esa esquina en donde está parada y que es altar a la patria. Esa que fue mancillada una y otra vez por estos delincuentes.
¿Qué en este país ya se perdió el más sagrado de los valores que es el amor a la patria? ¿Qué tendremos que enseñarles a quienes esto hicieron a la mala, quién es quién? ¿Qué alguna vez aprenderán? Porque tratar con delincuentes, sí que es difícil. Y a ti te tocó hacerlo, y además que te rajaran la cabeza: imagínate que hubiera podido haber sido en la cara y haberte sacado un ojo… Qué terrible situación y que vergonzosa para nosotros como mexiquenses, como partido, como población. Y que rabia la mía en no haber podido hacer simplemente nada.
Que no se les olvide a quienes no lo sepan que este partido es el único que ha sostenido a este México aún con la alternancia que creyó y debió hacer alguna vez Fox. Que tampoco se les olvide que para tener algo, hay que luchar a mano partida, por ese algo. Hay que recorrer una y mil veces al Estado para saber, para entender, para percibir y para tratar de elaborar soluciones –políticas públicas- que sustenten con cuidado lo que realmente la gente necesita. Hay que saber amar al prójimo. Pero así como sucedió ese miércoles de ceniza, no se vale.
Hablo en primera persona, porque ya habría yo de ver a cualquiera ser humano viviendo del otro lado del teléfono lo que yo, durante más de doce horas. Me la juego con cualquiera en el temple que puede uno adquirir en una situación como ésta. Como madre, te dan ganas de partirle la cara al más pintado. Si te hacen a ti las cosas, ves como te defiendes. Pero por un hijo, cualquier ser humano normal, honesto, con valores y digno, da la vida. ¿No lo harías tu por las niñas y Chelín? ¡Por supuesto que sí! Lo hiciste por tu gente y por tu partido.
Así pues, oí en la tele a Pastor decir –con una nota que le mandaron en medio de una conferencia- que no le iba a temblar la mano si habían agredido a alguien de su equipo de trabajo. Que lástima que al que le rompieron la cabeza fue a ti. Que bueno que Isidro tenga tamañas manotas para no dejar impune este terrible suceso. Ya pasó el Consejo Político, hoy es otro día: que venga pues lo que tiene que ser.
¿Sabes? Tengo mucha rabia. Y la tengo porque sé que estuvieron a punto de acabar con varias vidas y muchas esperanzas. Que bueno, que notable, que inteligente y sabio debiste de haber sido. Porque después de estar golpeado, y adolorido, tuviste el valor, las agallas, y el coraje y la sabiduría de no confundirte y hablar con aquel que entraba y salía de tu oficina como si ya fuera su casa: Axel no tiene perdón de Dios. Y el otro tipo, menos. Lo que tiene de feo por fuera, lo tiene por dentro. Es patéticamente horroroso.
Por Dios que solamente una mente con todo y alma enferma, se atreve a llevar a tanto pelagato armado y sin explicarle nada de lo que está sucediendo, los instruyen a que deshagan todo lo que está a su alcance. La psiscología me diría que allí fueron a desfogar la rabia que por años tienen metida en el alma, y culpar a alguien de todo lo que no tienen.
Así armados hasta los dientes y sin dejar entrar a nadie, y por supuesto ni salir, vivieron doce horas que les contarán a sus hijos estos infelices. Lo que nunca se esperaron fue el infeliz desenlace que tuvieron. Así que corrieron antes de que los de afuera, los que sí aman a su partido, los que sí estuvieron atentos por medio de la radio de lo que estaba sucediendo, esos diez mil mexiquenses de todos los rincones de este Estado, que se dejaron venir a defender lo que sí es suyo, los hubieran sacado a patadas. Pero entraron como caballeros, sin agredir ni dañar a nadie, acompañando a su líder Pastor Medrano.
En ese momento, en que era ya la media noche y después de doce horas, gracias a todas las pláticas que sostuviste mi querido Héctor por horas con Axel que en ese momento ya tenía toda la gana de devolverse a su casa de la que no debió de haber salido ese día, entró triunfante Isidro. En menos de un día, lo hicieron héroe estatal, porque lo que siguió fue verdaderamente de apología. Isidro ahora es el líder y el héroe de su partido.
Lo que siguió lo oí por teléfono. Fue un discurso verdaderamente rabioso, verdaderamente sentido de quien ha trabajado para Arturo con una fuerza indiscutible y ha sentido cada centímetro de su Estado. Lo conoce, ni duda cabe. Lo ha recorrido mil veces.
Terminó todo en un canto más que sentido, lleno de orgullo: el himno nacional mexicano. “Mexicanos al grito de guerra…Más si osare un extraño enemigo profanar con sus plantas tu suelo…Pienso o patria querida que el cielo… un soldado en cada hijo te dio.”
Así que si querían ir a “romperles la cara”, como dice mi hijo, les salió el “chirrión por el palito”. En este país necesitamos un líder que comande la nación. Alguien fuerte, que no le tenga miedo a nadie. Alguien con las agallas suficientes para decir sí, o no. Y no quedarse a medias.
Vamos todos a tener qué contarles a nuestros hijos y nietos. Que triste que sea un macabro acontecimiento marcado por la sangre que derramaste. Que falta de dignidad para quien lo hizo. Si no es de nuestro partido ya, no importa. Lo que exijo es que no quede impune. Rezo para que así suceda y será.