/ Yamiri Rodríguez Madrid /
En abril de 2018, en este mismo espacio, me refería al asesinato de una joven mujer embarazada, a quien le arrancaron del vientre a su hija. Las autoridades estatales identificaron a la supuesta agresora, y ofrecían1 millón de pesos a quien proporcionara información que ayudara a capturarla. Pero vino el cambio de gobierno, el huracán en la Fiscalía para sacar a su entonces titular Jorge Winckler Ortiz y no nos volvimos a acordar de esto, hasta el pasado fin de semana.
Rosa Isela, de solo 20 años y 8 meses de embarazo, desapareció el pasado 30 de noviembre, cuando alguien le prometió vía redes sociales, que le regalaría ropa para su bebé. Ya no regresó a su casa. La encontraron el pasado 3 de diciembre fue hallado su cuerpo en Medellín. Una pareja fue detenida, con una bebé recién nacida. La mujer, madre por cierto de tres niños, argumentó que lo único que quería era darle un hijo a su nueva pareja. Enferma; sí; retorcida, pero las autoridades no pudieron dar con Rosa Isela para evitar con ese fatal desenlace.
Un día después, en Coatzacoalcos, una niña de solo 13 años, estudiante de Secundaria, salió a comprar papitas a la tienda; ya no regresó a su casa. Su cuerpo fue encontrado unas horas después.
Esas brutales y descarnadas historias son radiografías del peligroso Veracruz; de ese que “reconocieron” hace unos días por la protección que da a las mujeres. Lo peor es que la fiscal General del Estado, Verónica Hernández Giadans, salió con la cantaleta de siempre: que refrenda que no habrá impunidad para quien agreda a una mujer y que de esa manera se transforma la procuración de justicia en Veracruz.
Seguimos con un instituto mudo ante estos casos; seguimos encabezando la nota roja nacional; seguimos siendo uno de los estados más peligrosos para niñas, jóvenes y mujeres en este país.
@YamiriRodriguez