Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno .
Las consecuencias de las pésimas decisiones tomadas por el presidente Andrés
Manuel López Obrador en materias como la política migratoria, así como la
incompetencia –sello de la “4t”- e indolencia de su funcionariado, finalmente han
provocado una tragedia mayúscula que es atribuible única y exclusivamente a
ellos.
La muerte de 38 migrantes, calcinados en una estación migratoria de Ciudad
Juárez, Chihuahua, es responsabilidad directa del gobierno de López Obrador por
varias razones. La primera de ellas, la sumisión del régimen lopezobradorista ante
una imposición del gobierno de Estados Unidos, en ese momento encabezado por
Donald Trump, para convertir a México en el “muro” prometido por el empresario
estafador metido a político.
Hay que recordar que a principios del sexenio, la política de “puertas abiertas” a
los “hermanos migrantes” del lopezobradorismo cambió subrepticiamente a una de
persecución y confinamiento.
Y peor aún, México terminó convertido en los hechos en refugio-prisión de los
migrantes que llegaban a la frontera norte en lo que procedían o se rechazaban
sus solicitudes para entrar a los Estados Unidos, luego de que el “amigo Trump”
amenazara al “soberano” gobierno mexicano con aplicar aranceles a los productos
mexicanos que entran al mercado norteamericano si no cumplía con esta
demanda, arbitraria e ilegal, pero a la que López Obrador accedió.
Lo que sucedió en la estación migratoria de Ciudad Juárez es consecuencia
directa de esa decisión. Los migrantes internados en lo que más que un refugio
funcionaba como cárcel, esperaban una determinación sobre su situación. Y ya el
propio López Obrador informó que iban a ser deportados a sus países, lo que
provocó el motín de la noche de este lunes que terminó en una tragedia dantesca,
que pudo haberse evitado.
Hacia la tarde-noche de este martes comenzó a circular un video de las cámaras
de seguridad de la estación del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad
Juárez, del momento en el que comienza la protesta de los migrantes, que
prendieron fuego a sus colchonetas sin saber seguramente que no iban a poder
salir de ahí.
En el video se ve claramente cómo elementos del INM abandonan a los migrantes
y los dejan encerrados mientras el fuego aumenta su intensidad, hasta que el
humo ya no deja ver nada. Lo que siguió fue la muerte espantosa de 38 personas
–aunque se llegó a manejar que fueron hasta 40-, quemadas, asfixiadas,
atrapadas en una trampa tendida por el gobierno mexicano, ése mismo que
presume de “humanismo”, pero al cual la vida de las personas le vale un
cacahuate, como ha quedado demostrado en más de una ocasión.
La reacción del régimen es esclarecedora y exhibe en toda su magnitud su
podredumbre. El presidente López Obrador buscando lavarse las manos y cargar
en los migrantes el peso de la responsabilidad por haber hecho el motín, aun
cuando lo más seguro es que para ese momeno ya hubiese visto el video y
estuviera al tanto de la culpabilidad de los agentes federales al dejar encerradas a
las víctimas.
Y por otro lado, dos de sus “corcholatas” intentando “echarse la bolita” de la
responsabilidad de la tragedia: el impresentable y autoritario secretario de
Gobernación Adán Augusto López Hernández –quien es el jefe directo de las
autoridades del INM- queriendo echarle culpas al tibio canciller Marcelo Ebrard,
quien le respondió que “cada cual debe hacer lo que le corresponde”. Ambos,
ocupados este mismo día en la promoción de sus ambiciones políticas personales
y no en las tareas por las cuales los ciudadanos de este país les pagamos.
Fue un crimen de Estado con todas las de la ley. “Fue el Estado”, como a los hoy
encumbrados lopezobradoristas les gustaba señalar flamígeramente en el pasado
y ahora quieren que ni se mencione esa frase.
Y como en el pasado, lo más seguro es que la condena a estos irresponsables
políticos de cuarta sea solamente histórica y política. Pero de que la habrá, que no
tengan duda.
Email: aureliocontreras@gmail.com