El PRI en la encrucijada .

** El Ágora

/ Octavio Campos Ortiz. /

El partido fundado por Plutarco Elías Calles hace 94 años se encuentra en una encrucijada, mantenerse enquistado en las prácticas obsoletas de un instituto corporativo, alejado de las causas sociales o, como Ave Fénix, resurgir y convertirse en un organismo político pro activo que no busque el poder por el poder mismo, sino ser interlocutor válido de las demandas ciudadanas para revitalizar el pacto social y la gobernanza. Uno de los errores que tienen al PRI al borde de la extinción es su alejamiento de los electores, el engaño con promesas falsas de campaña, la traición a las expectativas populares que demandaban la solución a los grandes problemas nacionales y la corrupción de los gobernantes de todos los niveles. Sin embargo, la gente le dio su confianza por casi ochenta años, hasta que el hartazgo social lo sacó de Los Pinos.

A pesar de esos incumplimientos a la población, los votantes quieren darles otra oportunidad a los herederos de la Revolución Mexicana, a los creadores del nacionalismo revolucionario, ante el fracaso de dos administraciones panistas y la desilusión o desencanto que provocó la intangible 4T.

Pero, la mediocridad de su actual dirigencia, las ambiciones personales de sus dirigentes y los resabios de corrupción que han marcado a los gobernantes de los últimos tiempos mantienen la desconfianza del electorado y los simpatizantes. Y no es para menos, las acusaciones, exhibiciones y juicios mediáticos que hacen -sin pruebas-, el oficialismo e incluso ex priistas, de las conductas ilegales de los del tricolor, se las ganaron a pulso y de las que parece no se quieren desprender.

Con visión de Estado, el maestro y revolucionario sonorense Elías Calles institucionalizó la Revolución para acabar con el caudillismo, los cuartelazos y magnicidios. Pero su distorsión hacia un partido de Estado, siempre ganador, evitó el crecimiento de la democracia y el pluripartidismo. A esa obsesión del poder se sumó la idea de que la función pública era una fuente inagotable de enriquecimiento. Mientras tanto, partido y gobierno se alejaron del electorado y de la solución a los problemas nacionales. Ese divorcio de la sociedad propició el hartazgo que facilitó la alternancia en el poder, aunque el proyecto político de la 4T tampoco parece resolver las necesidades sociales. Por eso es importante la refundación del PRI y su participación en la nueva alianza opositora, fórmula que permite la cohabitación de fuerzas diversas que pueden canalizar las demandas ciudadanas y presentar un programa de gobierno con políticas públicas que atiendan el crecimiento económico, la educación, la seguridad, la salud, el empleo y  el combate a la pobreza, sin corrupción. Eso es lo que quiere la gente.

Pero el partido tricolor, lejos de abandonar las prácticas del pasado, sin la intención de cambiar para responder a los retos de una sociedad plural que exige un nuevo pacto social, con mayor participación ciudadana y estructuras de gobierno proactivas y pragmáticas, se aferra al pasado. Con un Consejo Político a modo, el dirigente del PRI -que ha perdido todo, lo mismo las gubernaturas, incluido su propio estado, en manos de la impresentable Layda Sansores -quien por cierto balconeó sus corruptelas-, los Congresos estatales e infinidad de municipios, es incapaz de dar cohesión y modernidad al partido. Aferrado al poder, logró modificar los estatutos para mantenerse en la dirigencia hasta después de las elecciones presidenciales de 2024, mantiene las mismas prácticas corporativistas que rechaza la población, la que quiere un sistema de partidos acorde al siglo XXI y que dé soluciones a sus requerimientos de empoderamiento civil. Ya entendió la gente que la fuente primigenia de la 4T es el PRI mismo, del que heredaron sus defectos y malas prácticas.

Si “Alito” -quien no pudo con su entidad, ni supo retener la supremacía gubernamental ni la militancia, además de fomentar la división interna-, no entiende que debe ceder el paso a nuevas ideas, acordes con el mundo contemporáneo, cavará la tumba de un partido que tiene todo para regresar al poder, pero con la sociedad civil por delante.