“Los ataques del presidente Andrés Manuel López Obrador a la prensa son un golpe directo al corazón del periodismo, porque generan un clima de linchamiento, abren la puerta a que otros sigan su ejemplo y ponen en entredicho lo central de la misión de los periodistas en la sociedad, que es la crítica al poder”, dice a El Economista el pasado 21 de julio, Marcela Turati, ganadora del Premio María Moors Cabot 2019, que otorga la Universidad de Columbia y que recibirá en Nueva York el próximo mes de octubre.
Ante el asesinato y agresiones contra la prensa, muchas veces desde los mecanismos con financiamiento público para protegerlos, es necesario debatir, exhibir, señalar y hasta indiciar a quien se vale de estos instrumentos para beneficio personal. El crimen que cometen es doblemente oprobioso, ya que impiden que las y los periodistas conserven su vida, su dignidad, sus derechos.
La exigencia de frenar los discursos de odio contra los mexicanos deben incluir los domésticos, los de casa que desde la cúpula denotan, discriminan, criminalizan y hasta azuzan a matar periodistas. Exigir que las y los periodistas se disculpen por informar sobre reportes oficiales presidenciables no aplica, más que para regímenes autoritarios.