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/Norma Irene De La Cruz / Consejera del INE /
El domingo 4 de junio, millones de personas que viven en Coahuila y Estado de México se levantaron tempranito para acudir puntualmente a una cita con la historia de su país para renovar la gubernatura en cada entidad y 25 diputaciones locales coahuilenses.
Durante la jornada electoral, más de 170 mil personas concurrieron como funcionariado de mesas directivas de casilla, aunado a quienes participaron en alguna función electoral, como representantes partidistas o extranjeros acreditados para la observación electoral (5700 de éstas últimas tan solo en el Estado de México).
La afluencia para votar también fue muy significativa. Si recordamos que, en la elección intermedia del 2021, se registró uno de los mayores porcentajes de votación (52.66%) (1) por un número mayor de cargos públicos; en la reciente elección aproximadamente 7,721,692 personas (2) plasmaron su voluntad en las urnas dando cuenta no sólo de los porcentajes de participación (56.3% en Coahuila y 50.1% en el Estado de México), sino de una tendencia de ciudadanización de la conciencia sobre el poder del voto en nuestro país.
En el Estado de México, por primera vez en casi un siglo de historia, la ciudadanía eligió a la candidata de la alternancia política para encabezar el gobierno de la entidad durante los próximos seis años. Su elección también fue un voto por el avance de la paridad en el poder; con su elección suman diez mujeres titulares del ejecutivo en una entidad federativa. A dos elecciones de aplicar la paridad al renovar ejecutivos locales (3), el número es alentador y solo faltan seis gobernadoras para hacer realidad la paridad en el más alto mando del poder ejecutivo en el ámbito local.
El voto es un vehículo moderno de la paridad transversal, abajo, arriba y en todos los ámbitos. Sabemos que desde elecciones pasadas el 51.81% de la lista nominal son mujeres (4) y nuevamente fueron mayoría con el 52% en las listas de ambas entidades. Además, como lo han demostrado desde 2021 con el 55.6%, suelen ser quienes más acuden a votar (5).
Sin poner en duda esa importancia porcentual, la participación de las mujeres no sólo se corresponde o limita a su representatividad poblacional o electora, sino que refleja (y de ahí uno de los sustentos originarios de las cuotas de representación política para mujeres) sus aportes a la sociedad, a las economías, al trabajo remunerado y al que durante años han realizado por millones de hogares y familias sin costo alguno. Es decir, su representación es cuantitativa y cualitativa y se traduce también en trayectorias, liderazgos, agendas innovadoras y experiencias en cargos de decisión y poder político.
La paridad entre mujeres y hombres no sólo es un tema de mitad y mitad, sino de correspondencia y corresponsabilidad entre derechos, aportaciones y trayectorias que unas y otros han construido a lo largo de muchos años de derechos. Por eso, como pudimos ver en una de las entidades, las mujeres protagonizaron ambas candidaturas y en Coahuila efectivamente fueron el 50.6% de candidatas a diputaciones propietarias de mayoría relativa y 51.7% de representación proporcional. En la candidatura al cargo uninominal, desde la postulación fue para un gobernador.
Las mujeres, a contracorriente, siguen ganando espacios y derechos que han construido. Aún hay barreras por zanjar como el acceso a candidaturas en condiciones igualitarias, bloques de competitividad, en distritos o territorios con posibilidades para ganar, contiendas con recursos financieros, campañas fuertes y con tiempos equitativos en todos los medios de comunicación y transmisión que la ley dispone.
En ambas entidades las elecciones transcurrieron en general en paz, mostrando que actualmente el voto no solo es un registro de la preferencia individual signado en una boleta, sino un traductor por excelencia de la voluntad popular, de las mayorías participativas; un indicador de la fortaleza que las prácticas de civilidad de las mexicanas y mexicanos han adquirido y un voto también de confianza a la solidez de nuestro sistema, instituciones y procesos electorales.
En estas elecciones más que antes, también se demostró la disposición de la ciudadanía desde sus diversas condiciones y situaciones, a confluir en una efeméride democrática para innovar y construir nuevas experiencias, como las que vivimos con el plan piloto de urna electrónica en el Estado de México; el voto de personas en prisión preventiva desde un centro penitenciario en Coahuila, y 20 en el Estado de México, con una participación en ambas entidades de 4,530 personas votantes; el voto anticipado de 172 personas físicamente imposibilitadas de ir a la casilla y el voto de 3353 personas residentes en el extranjero desde las sedes en los Ángeles, Dallas, Chicago y Montreal Canadá (de forma presencial, vía postal o mediante el voto electrónico por internet).
A partir de estas experiencias de participación ciudadana (aún por fortalecer) en las jornadas electorales, el empuje de candidaturas de paridad y las modalidades de voto en el INE, estaremos afrontando los dilemas y trazando las posibilidades para su óptima implementación en las próximas elecciones federales 2023-2024.
1. INE. Numeralia 2020-2021. Pp113
2. IEEM. IEC.PREP. 2023
3. En 2021 6 mujeres fueron elegidas gobernadoras
4. INE. Numeralia 2020-2021. Pp 7
5. INMUJERES, consultado el 7 de junio 2023