/ Yamiri Rodríguez Madrid /
Cada vez que se hace una obra de importancia para un municipio o el estado, los que pagan los platos rotos son nuestros árboles. Quienes son de Xalapa o tenemos años viviendo aquí, podemos constatar cómo se ha tornado en una plancha de cemento. Araucarias y otros árboles endémicos se han perdido para dar paso a la modernidad, pero hay que reconocer que a nuestras autoridades les ha faltado visión para no trastocar el entorno.
Hace unos días pasé por las obras de Las Trancas y de Plaza Urban y me dio tristeza ver que ya hoy árboles. Si bien se ha anunciado un programa de reforestación, para que los que siembren tomen ese tamaño tendrán que pasar por lo menos 20 años. E insisto que les ha faltado visión porque en la capital de Querétaro llevan a cabo una de las obras de infraestructura más importantes para ellos de las últimas décadas, con la intervención del Paseo 5 de febrero. Por esa arteria circulan miles de coches y tráileres todos los días y era necesario ampliarla, pero ¿sabe qué hicieron con todos los árboles? Los trasplantaron.
Parte de la socialización de la obra fue platicarla con los vecinos antes de arrancarla; les explicaron en qué consistiría, cuál era la problemática actual y cuáles serían los beneficios. Cuando surgió el tema de los árboles, se coordinaron con los vecinos y entonces como en pequeños comités, cada grupo fue vigilante del destino final de cada árbol. Lejos de talarlos, con el asesoramiento y ayuda de expertos los sacaron de raíz, los trasladaron en grúas y los resembraron en otros puntos de la ciudad. Los vecinos no se despegaron ni un minuto de los árboles y así no hubo enojos ni impacto ambiental. Hoy, por esta acción, el Estado de Querétaro es ejemplo latinoamericano de protección medio ambiental.
No son acciones que disparen el costo de la obra; se trata de cuidar nuestra riqueza natural, de tener la voluntad y de replicar las acciones exitosas. Ojalá que para próximas obras, esto pueda ser tomado en cuenta.
@YamiriRodriguez