* “Dicen que estamos destruyendo a la humanidad, que la civilización occidental está a punto de colapsar”: Marta Lamas, académica del CIEG.
/ Leonardo Frías Cienfuegos /
24.11.2023.- Es llamativo y preocupante que una perspectiva epistemológica que busca entender qué es el género, se haya convertido en un enemigo a combatir por ciertos sectores en el mundo, lo que nos muestra que nos encontramos en una batalla cultural, así lo planteó Marta Lamas Encabo, académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG).
Expuso que un conjunto de grupos de élite, que se definen como los rivales político-biológicos de instancias como la Organización de las Naciones Unidas, o incluso de la propia Organización Mundial de la Salud, se han aliado a los partidos conservadores y con iniciativas populistas de derecha, se autoposicionan como defensores de ciertos valores religiosos y además denuncian a las feministas y a la comunidad de la diversidad sexual identitaria.
Al participar en el Coloquio SexPol en la mesa Neoliberalismo y política sexual en el piso 7 de la Torre II de Humanidades, la estudiosa del feminismo desde 1971 aseguró que la campaña en contra del género, se ha desplazado del ámbito de la religión al de la política.
Maniobra global
“Dicen que estamos destruyendo a la humanidad, que la civilización occidental está a punto de colapsar, y su plan de rescate es cancelar todo lo que se ha avanzado en los últimos 50 años: leyes de reproducción asistida, legalización del aborto, incluso se involucran en contra de la eutanasia, el divorcio y los trasplantes de órganos”, describió la universitaria.
La narrativa que sostienen estas campañas, precisó Marta Lamas, es que la diferencia sexual, entre hembras y machos humanos, y sobre todo la complementariedad procreativa que tienen, no representa un orden natural y son perversiones antinaturales tanto la homosexualidad como las nuevas identidades trans, no binarias y disidentes, lo acabamos de ver, incluso en México, con la tragedia del magistrade (Jesús Ociel) Baena, se rechaza toda la conceptualización de género.
“Ellos hablan ahora en un lenguaje de derechos, no religioso, y en esta búsqueda de restaurar el orden natural, toman el modelo de familia heteropatriarcal, como la única célula fundamental de la sociedad que hay que defender. En la fase actual de esta guerra cultural los países del Este de Europa, los de África y de América Latina, se han convertido en los campos de batalla en contra del género”, subrayó.
Agregó que la defensa de la familia ha facilitado una alianza ideológica entre los cristianos de derecha, en especial de Estados Unidos, y los nacionalistas europeos y rusos. “Apoyados por fuerzas políticas, es una estrategia que moviliza afectos y mentalidades para que respalden leyes para ‘proteger’ a la niñez y a la familia tradicional”.
Revolución conservadora
La etnóloga y antropóloga indicó que se tiene una ultraderecha organizada y con dinero, con poder y con acceso a medios de comunicación que pugna por una revolución conservadora transnacionalizada, que está conectada, que intercambia y comparte repertorio.
“El ataque neoconservador contra los estudios de género llevó al gobierno de Hungría a prohibirlos en universidades; el parlamento de Rumanía votó una ley que vuelve ilegal utilizar el concepto de género en estudios superiores; en Florida, Estados Unidos, Ron DeSantis amaga con prohibir los estudios de género en las universidades si llega a la presidencia; incluso en naciones progresistas como Suecia, en la Agencia de Igualdad de Género han recibido varias amenazas de violación y muerte”, relató la especialista.
Finalmente, Marta Lamas atribuyó el crecimiento de este movimiento neoconservador a factores económicos (precarización creciente, crisis de los cuidados, alza del costo de la vida, inestabilidad laboral, bajos salarios) y políticos (crisis de la izquierda mundial, avance del populismo de derecha, crisis migratorias y, en Europa, el miedo al Islam y a los musulmanes).
Participaron también en la discusión Axel Rivera Osorio, del CIEG, y de manera remota Roberto Escobar, de la Pontificia Universidad Javeriana en Colombia, y Víctor Hugo Ramírez, de la Universidad de Newcastle.