*OpiniónCiudadana .
/ Alma Delia Hernández /
Hace unos días en Tuxpan, Veracruz supimos por redes sociales del tocamiento realizado por un individuo hacia una mujer – que al igual que yo, y que muchas tuxpeñas de diferentes edades- salió a caminar con una acompañante por el Boulevard de nuestro Puerto, en el que después del desafortunado percance, ellas ejerciendo su derecho y cumpliendo con su obligación, llamaron a la policía para solicitar ayuda.
Mientras esperaban a que llegaran los elementos de Seguridad Pública Municipal pudieron atestiguar cómo el mismo sujeto agresor, iba tras otra mujer que también salió a ejercitarse, y fue que con el apoyo de dos hombres que trabajan cerca del lugar de los hechos que lograron prevenir a la chica y que en consecuencia el agresor se diera a la fuga. Fuga que no hubiera ocurrido, de no ser porque la patrulla jamás llegó al sitio del llamado de auxilio y que dio como resultado que ese individuo siga en las calles, con la posibilidad de seguir acosando a niñas, jóvenes y/o mujeres adultas.
Me es imposible no tener en cuenta que hace no más de 15 días aparecieron 4 cuerpos cerca del Puente Tuxpan, en el mismo perímetro en el que sucedió lo comentado anteriormente. Además, que en esos días circulaba en redes sociales la denuncia de una trabajadora del Ayuntamiento sobre el hostigamiento del que era o está siendo víctima y la falta de apego al Protocolo que existe para el trato que debe darse en estos casos.
Sin afán de ser alarmista, pero también sabiendo que Tuxpan es uno de los municipios más violentos para las mujeres del estado de Veracruz me surge la pregunta ¿Es necesario que haya muertos para que llegue la policía y/o haya una investigación?
El pasado viernes 8 de marzo, acabamos conmemorar el Día Internacional de la Mujer, fecha en la que se busca la reivindicación al trato discriminatorio que las mujeres hemos recibido en diferentes ámbitos durante generaciones y que quienes hemos participado en marchas anteriores y en esta, exigimos justicia, igualdad y libertad; así como demostrar el hartazgo a la impunidad; el hartazgo a falta de acción por parte de autoridades para investigar y/o sancionar los atropellos de la que somos víctimas miles de mujeres.
En la marcha del pasado viernes, vi más gente que nunca antes. Este 2024 marché en la ciudad de Xalapa y confieso que se me enchinaba la piel de ver a tantas niñas, adolescentes, jóvenes y adultas unidas, de manera pacífica para demostrar y hacer visible la exigencia del reconocimiento y respeto a nuestros derechos, lo cual fue replicado en diversos puntos de Veracruz y de la República Mexicana.
En los reportajes de esta marcha ciudadana, pude ver que algunas esposas, parejas de políticos y servidores públicos, así como algunas mujeres militantes y aspirantes a cargos de elección popular conformaban y hasta encabezaban algunos bloques; sinceramente espero que haya sido porque tienen conciencia de la importancia de esta causa y no porque ellas o sus maridos quieran sacar raja política y busquen hacerlos (a ellos) o hacerse ver (a ellas mismas) sensibles y empáticas con las exigencias femeninas, y que cuando se trate de demostrar que realmente se tiene voluntad de apoyar en la erradicación de la violencia de género, en el aspecto más básico como lo es atender una llamada de auxilio, no cumplan con su deber.
¿O tendría que haber sido un feminicidio para que sí llegaran?
Si es así, deberían pensar si les es conveniente participar en estos movimientos si es que no tienen el interés, ni convicción, ni vocación de servir a la ciudadanía, porque la incongruencia se paga caro.
Soy orgullosamente tuxpeña donde quiera que me encuentre. En Tuxpan están mis recuerdos de infancia, vive gran parte de mi familia, descansa mi hermano, y tengo grandes amigas y amigos con los que comparto ideales de un mejor lugar para vivir, un lugar en el que se recupere la tranquilidad en la que muchas y muchos crecimos, y que nos hace recordar con nostalgia los buenos tiempos que hemos vivido en el Puerto de los bellos atardeceres. Aspiro a recuperar esa calidad de vida en Tuxpan, en Veracruz y en México. Tengo años sumándome a los esfuerzos por erradicar la violencia contra las mujeres, por el reconocimiento y respeto de los derechos humanos, por el combate a la corrupción desde la trinchera ciudadana, impulsando la participación social informada, tratando de construir desde mi espacio de acción para que vivamos en comunidades más sólidas y tener mejor calidad de vida y porque sé que se puede. Sé que podemos.
¿Por qué hay países en los que no se presentan los índices de violencia, impunidad o corrupción como los que vivimos en México y en Veracruz? Porque hay sociedades informadas, unidas, comprometidas y participativas, lo que obliga a tener autoridades competentes y comprometidas con las demandas y necesidades de los sectores ciudadanos. Tengo claro que el cambio no se nota de un día a otro, pero la voluntad de hacer las cosas sí.
Mi hermano decía: “Lo que no deja, dejarlo” y creo este es el momento de pensar y reflexionar si las autoridades y representantes que tenemos “están dejando” algo bueno, si es que nos están protegiendo, si nos están haciendo sentir seguras de ir a trabajar o de salir a caminar, correr, andar en bici, patinar para procurar nuestra salud sin sentir que nos encontramos expuestas y desprotegidas si es que no vamos acompañadas por un hombre, y si las respuesta es no, debemos empezar a pensar en dejarlos y buscar nuevas opciones.
No, no es que sea alborotadora. Simplemente no puedo ni debo ser omisa a lo que veo, leo y escucho. No puedo ser omisa a la causa con la que identifico, no puedo quedarme sin decir nada porque quiero a Tuxpan, me duele lo que sucede en mi terruño, me molesta la falta de voluntad por parte de las autoridades de cumplir con lo que la ley les indica y sin duda alguna, me preocupa la vulnerabilidad en la que se encuentran mis sobrinas, primas, tías, amigas y demás mujeres sin distingo de edad; mucho menos puedo dejar de ser empática y solidaria con las mujeres que mencioné, porque sé que, como ellas, muchas otras hemos vivido hostigamiento o acoso laboral o sexual, y sé que sé que en primer lugar se necesita tener valor para denunciar y sin duda también una red de apoyo para sentirnos acompañadas y un poco más seguras en este camino.
Para ellas y para todas les dejo este mensaje: Estoy con ustedes y me uno a su red de contención. Cuentan conmigo.
Alma Delia Hernández Sánchez
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