Columna.
Por Nidia Marín
Jamás en la historia de México había ocurrido la parálisis del gobierno, ni siquiera en la serie de guerras (“de los pasteles”, la Cristera, la Intervención Francesa, la Revolución Mexicana) y de epidemias y pandemias que han afectado a la población, en los últimos dos siglos.
Hoy, en pleno avance del coronavirus o Coavid-19, la suspensión de labores está en marcha, aunque las actividades que no están paralizadas son: los Hospitales públicos, la distribución de gasolinas, producción de energía eléctrica, servicios de seguridad, de alimentos y de personas.
Dicha parálisis inició el 23 de marzo (aunque se dio a conocer oficialmente el día 25) y concluirá el 19 de abril. Son 25 de suspensión de actividades no esenciales del gobierno federal
“Todo el Gobierno federal suspende labores y cada titular de dependencia determinará quienes no pueden suspender”, dijo el subsecretario de Salud Hugo López-Gatell en conferencia de prensa.
Además, explicó que hay personas que trabajan en el gobierno que no pueden suspender labores, porque de hacerlo afectaría gravemente la funcionalidad del gobierno.
También se dio a conocer que los eventos de más de 100 personas quedarán suspendidos.
Tal como lo hizo el gobierno italiano desde el sábado 21 de marzo, en México están paralizadas las labores gubernamentales temporalmente.
Insólita decisión. No se tiene registro de una parálisis de este tipo y sorprende porque el presidente de la república había manifestado constantemente, todavía la semana pasada, que el pueblo de México resistiría cualquier embate, cualquier efecto de esta terrible pandemia que afecta a casi los 193 países del mundo según datos de la Organización Mundial de la Salud.
El pasado jueves entró en vigor la medida, al tiempo que se exhortó a las instituciones autónomas, organismos adscritos y al sector privado sumarse a la parálisis.
La medida tomó por sorpresa a tirios y troyanos. Nadie la esperaba. el cierre de las actividades gubernamentales no esenciales, sin determinar cuáles son las esenciales, exceptuando las tres primeras que se mencionan el inicio de esta nota, representa un severo golpe para la economía en general y los que resultarán más afectados serán aquellos que tienen menos y sufren más.
Aunque el doctor Hugo López-Gatell, vocero del gobierno federal en torno a la epidemia del coronavirus, ha sostenido que las autoridades mexicanas se adelantaron en las medidas de prevención e incluso a las tomadas por los países europeos, no aclaró en qué consiste el adelanto que a puesto a la sociedad en vilo. De acuerdo con sus palabras, adelantarse en el cerco que impide la propagación del Covid-19 alargará la presencia del mismo probablemente hasta el mes de noviembre de este año.
Mientras el gobierno de Andrés Manuel López Obrador rechaza cualquier acción de apoyo a la empresa y a los empresarios, el sistema bancario nacional anunció medidas de protección para los deudores entre ellas no cobrar intereses por retrasos.
Aunque la decisión surgió de la Asociación Mexicana de Bancos, el secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, se adjudicó la medida sin presentar otras acciones que permitan impedir que la economía sucumba y se colapse en las próximas semanas.
El gobierno federal ha reiterado que no dará estímulos fiscales a las grandes empresas y que sí mantendrá los apoyos a quienes disfrutan de la pensión y para los becarios.
Además, insiste en que sus obras monumentales como son la refinería de dos bocas, el Tren Maya, el Aeropuerto de Santa Lucía y el Tren Transístmico seguirán adelante porque hay recursos suficientes.
La parálisis gubernamental tendrá efectos devastadores en la economía mexicana, por qué se suspendieron trámites no esenciales, pero que representan documentos que deben ser autorizados para exportar, importar, abrir nuevos negocios, iniciar o continuar desarrollos inmobiliarios y hasta viajar al extranjero para cerrar negocios.
La decisión toma por sorpresa no solamente a los ciudadanos de a pie, sino a todos aquellos que buscan invertir ya no para ganar, sino para sobrevivir.
Los más afectados serán quienes no tienen un empleo formal y que viven del día a día mediante la venta de tacos, jugos y frutas en diferentes partes del país porque la medida no solamente afecta a toda la nación, aunque los trámites federales se realizan en el corazón político y financiero de México: la ciudad de México.
Mientras el gobierno federal anuncia la parálisis temporal en casi el 90% de sus actividades, la epidemia avanza e instituciones como el Instituto Mexicano del Seguro Social, el ISSSTE y el resto de las entidades del sector salud, ignora los reclamos de los trabajadores: médicos y enfermeras que reclaman material para poder atender a quiénes son afectados por el coronavirus y que acuden a las instancias de estas instituciones. Hasta el cierre de esta edición no había respuesta de ninguna de las autoridades correspondientes.
Voces de expertos epidemiólogos señalan que la paralización del gobierno federal seguramente será seguida por gobiernos estatales y municipales y todo ello generará enormes pérdidas, además de que no será suficiente para frenar la dispersión del coronavirus.
Sin embargo, aceptan que es una forma de contener, pero no de suprimir la dispersión del Covid-19.
Decretar la parálisis de actividades del gobierno federal, aunque sea de manera temporal, evidencia que las decisiones del presidente de la república fueron equivocadas y que el Consejo Nacional de Salubridad, órgano con calificación constitucional, se las hizo ver y lo orilló a aceptar que si el gobierno no suspendía actividades la expansión de la epidemia pondría en riesgo más vidas de lo estimado hasta ahora.