Sin tacto
Por Sergio González Levet
Hoy está en Veracruz, en la tierra de sus ancestros por parte de padre, el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Viene a seguir su cruzada en favor de los pobres, con sus métodos, con sus ideas, con sus ocurrencias.
Queremos creer que tiene las mejores intenciones, que su estrategia finalmente va a tener algún éxito notable y se reflejará en las cifras de la miseria para que haya bienestar para todos, según el eslogan reiterado.
Acá en Veracruz, el caudillo de la izquierda mexicana escuchará irremediablemente las cuentas alegres que hacen los funcionarios del Gobierno que encabeza Cuitláhuac García Jiménez, el político más honesto de México, según el decreto presidencial.
Le dirán y tratarán de convencerlo (¿de engañarlo, si eso es posible?) de que como el Gobernador es honrado, las cosas van muy bien en Veracruz. Le querrán explicar que como no roban, no mienten y no traicionan, el pueblo sabio les tiene una gran consideración, y que por eso los electores que se volcaron en su favor el primer domingo de julio de 2018 lo volverán a hacer en junio de 2021, cuando se renueven las cámaras de los diputados federales y locales, y las 212 presidencias municipales.
Es evidente que no le dirán que hay muchos veracruzanos bien intencionados que no están de acuerdo con las formas de gobernar del cuitlahuismo. Son ciudadanos que laboran, pasan y sueñan con un estado mejor, con mejores condiciones de vida, con una riqueza mejor distribuida.
No, no son conservadores. Son solamente críticos, porque no les agrada lo que ven -o lo que no ven, que deberían ser obras, acciones-. Están a favor de la gran transformación de México, comulgan con el Movimiento del Presidente, pero sienten que en nuestro estado el Gobernador peca de apatía; peca de falta de… de… de valentía; que fracasa porque no tiene la capacidad necesaria para dirigir y encabezar el esfuerzo de un pueblo en pos de un futuro menos injusto y más sostenible.
Esperan que el Presidente los escuche realmente, y no se deje cooptar por el ruido lisonjero de los funcionarios estatales, que le dicen lo que quisiera oír y no lo que debería saber; que ven por su bienestar y no por el de todos, como prometieron que harían.
Si el presidente Andrés Manuel sube a la tribuna y se vuelca una vez más en elogios insólitos a su pupilo Cuitláhuac, la desilusión hará mella en muchos paisanos suyos, en infinidad de jarochos que se desesperan porque el cambio no empieza, porque las cosas no mejoran y porque el equipo en el poder estatal sigue instalado en la abulia.
Lo mejor para consolidar la simpatía popular del Ejecutivo sería un aviso oportuno, un llamado a cuentas contra quienes no han cumplido su deber, y se han dejado llevar por la ambición y la soberbia.
Que no nos regañe a los veracruzanos porque queremos una vida mejor; que no nos califique de opositores porque no nos gusta cómo está tratando de gobernar su recomendado.
Muchos veracruzanos creen en el caudillo de Morena; que no los vaya a desilusionar con halagos inmerecidos en favor de quien no los merece.
Ahí está a la vuelta de la esquina el año 2021.