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La advertencia del muy molesto Embajador.

/ Ana María Salazar /

MÉRIDA, Yucatán.- Me encuentro en esta maravillosa ciudad preparándome para una conferencia sobre el futuro de la relación México-Estados Unidos. Y esto se lleva a cabo la misma semana de las declaraciones del muy molesto embajador de Estados Unidos.

De hecho, sorprende que Ken Salazar no hubiera lanzado antes, mucho antes, las acusaciones y los cuestionamientos del fracaso de la estrategia de ‘abrazos, no balazos’. Y aunque se cuestionen los comentarios del embajador estadounidense, es difícil negar que son representativos de la realidad de lo que se vive en México en materia de seguridad.

Salazar tiene razón en señalar que la ola de violencia se debe al fracaso de la estrategia de seguridad de Andrés Manuel López Obrador y que los “mexicanos merecen vivir en paz”. Y en que no “es culpa de los Estados Unidos” la inseguridad.

Pero tomar esta posición en una conferencia de prensa, enojó y probablemente incomodó a la presidenta Claudia Sheinbaum, en parte porque cuestiona a su padrino político y líder del movimiento, pero también es un mensaje de Estados Unidos de que ella tiene que cambiar de estrategia y tomar distancia de las posiciones tomadas por su antecesor.

Pero entonces, ¿por qué salió, molesto, esta semana, Ken Salazar? ¿Es que no están conversando, en privado, estos temas de cooperación en materia de seguridad, el reciente incremento de la violencia en el país y el secuestro y entrega de Ismael el Mayo Zambada al gobierno de Estados Unidos? ¿Hay cooperación? ¿Entonces de qué hablan los representantes de México y Estados Unidos?

O, el problema es, simple y llanamente, que se interrumpió la conversación fluida y directa entre los gobiernos. ¿Será esta la razón de que el representante estadounidense decidió hacer público, y en una conferencia de prensa, las diferencias, donde balconeó las diferencias (ej. la estrategia de AMLO es un fracaso y la violencia incrementa) y los reclamos (no reconocen el éxito de detener a Zambada) y el enojo del embajador (¿o pueden continuar acusando a Estados Unidos por el incremento de violencia en Sinaloa y el resto del país?).

El embajador, a diferencia del trato que le dio López Obrador, se siente ignorado y no escuchado por la presidenta Sheinbaum, además de la molestia que le produce el que la mandataria insista en repetir posiciones que no son ciertas, desde la óptica de Ken Salazar.

Es importante subrayar que no es de sorprenderse que haya reducido dramáticamente la coordinación y compartición de información en los últimos meses. En ambos países hubo elecciones y la prioridad de la Casa Blanca y el Departamento de Estado, en las últimas semanas, era asegurar que no surgiera alguna crisis internacional que pudiera impactar las elecciones en ese país.

En las últimas semanas, literalmente, la relación estaba congelada esperando que tomara protesta la presidenta Claudia Sheinbaum, y en espera de los resultados electorales en Estados Unidos.

Ya han pasado más de seis semanas desde que tomó protesta Claudia Sheinbaum, y ya hay presidente electo en Estados Unidos. La luna de miel de la nueva presidenta con la Embajada de Estados Unidos concluyó. Y ante la realidad de que, de nuevo, hay una ventanilla única para todos los temas de la relación bilateral, esto probablemente se tradujo en una confusión y cerrazón en las conversaciones entre ambos.

De hecho, ¿alguien ha visto al canciller Juan Ramón de la Fuente? Se supone que él es la ‘cara de la ventanilla única’ ordenada por la Presidenta. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha tomado la delantera, comentando y tomando posiciones que deberían provenir de la Cancillería.

El enojo expresado por Ken Salazar parecería ser de un hombre que siente que no es escuchado o que rápidamente tiene menos relevancia ante lo que probablemente será su renuncia y salida en las siguientes semanas. Esto se traduce probablemente en que va a ser su renuncia en las siguientes semanas, a Ken Salazar no le preocupa mantener una postura diplomática para mantener un diálogo al futuro o mantener una postura más diplomática, mantener abiertas las conversaciones. O tal vez decir lo que se debería haber dicho desde hace algún tiempo: la estrategia fracasó, la reforma judicial es antidemocrática y debilitará el país, el T-MEC está en peligro, al igual que el comercio entre ambos países.

Posiblemente el embajador le hizo un favor a la presidenta Sheinbaum. Si sus comentarios le parecieron descorteses y no diplomáticos, estos parecerán canciones de niños, comparados con las declaraciones que ciertamente están por venir del presidente Donald Trump y el nuevo canciller, Marco Rubio.

Más que ‘extrañamientos diplomáticos’ y pelearse con un embajador saliente, el gobierno de México necesita estar preparado y listo para reaccionar y negociar con el ‘bully del norte’.

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