*Rúbrica.
/ Por Aurelio Contreras Moreno /
Aunque a estas alturas de las campañas lo que abunda son “trajes a la medida” para hacer propaganda, las encuestas serias y el promedio de las mismas indican que las ventajas “astronómicas” de las candidaturas oficialistas se esfumaron y que se va a un escenario más competido de lo que se esperaba.
A nivel nacional, si bien mantiene una considerable delantera, Claudia Sheinbaum ya no parece inalcanzable. Hace bastante que alcanzó su tope y es improbable que crezca ya. Su voto duro está delimitado. Y la diferencia la hará quien de sus contendientes pueda capitalizar el voto que aún no se ha definido por alguna de las opciones: Xóchitl Gálvez o Jorge Álvarez Máynez.
El mayor problema de Xóchitl Gálvez es que, contrario a lo que sucede con el electorado de edad media que la ve como una opción real -pese a todos sus errores- frente al obradorismo, con el voto más joven nomás no conecta, no logra hacer clic. Y ahí puede estar la diferencia en esa elección.
Álvarez Maynez, por su parte, ha captado la atención y hasta la preferencia de un amplio sector de la “chaviza” que simpatiza con su mensaje poco profundo, más bien “light”, que fue reforzado por un tremendo gancho de mercadotecnia: el jingle “Maynez presidente”, que tras el primer debate presidencial se convirtió en un “boom” en redes sociales, en plataformas de streaming y… en los antros de moda, donde la tonadita es usada hasta para las “promos” de bebidas alcohólicas de dudosa procedencia. Finalmente, el personaje funciona para sus objetivos específicos que no incluyen, evidentemente, el de ganar la Presidencia de la República.
Con todo y que se asegura que los debates no mueven las tendencias electorales, esto solo aplica para quienes ya están convencidos de por quién emitir el sufragio. Es un hecho que el desempeño durante los debates sí representa un factor a considerar entre los votantes indecisos, para quienes una pifia, un mal gesto o una respuesta ingeniosa cuentan bastante y pueden ser definitorios del sentido de su decisión frente a la urna.
Así que el segundo debate presidencial que se celebrará este fin de semana será fundamental. Quien logre salir mejor librada/o del ejercicio avanzará en sus objetivos: mantener la ventaja, acercarse para intentar remontar en el último tramo o conservar el registro a costa de alguna de las candidatas punteras.
Donde los escenarios son todavía más cerrados es en varios de los estados en los que se renovarán gubernaturas y en los que el resultado de la elección es una moneda al aire.
En entidades como Puebla, Veracruz y hasta en la Ciudad de México -gobernadas por Morena- las tendencias de la elección indican que cualquiera de los punteros puede ganar y las posibilidades de la oposición son altas por algunos factores en común, como el enojo de las estructuras morenistas por las imposiciones de ex priistas en candidaturas clave por encima de las bases, por la mala gestión de los gobernantes aún en funciones, así como por los maltratos a los empleados de gobierno, a los que se usa como carne de cañón electoral de manera por demás indigna.
Hay factores específicos que también están influyendo en el sentido de las tendencias. En Veracruz, la marejada de evidencias de presunta corrupción de la candidata morenista Rocío Nahle le ha costado varios puntos de lo que parecía una cómoda ventaja inicial, al grado de que en las últimas semanas varias encuestadoras colocan al opositor José Francisco Yunes Zorrilla muy cerca de la abanderada del régimen e incluso ya por encima, lo que abre la posibilidad real de un triunfo que parecía muy lejano al inicio del proceso.
También este fin de semana se celebrará debate en Veracruz, el primero entre la candidata y los candidatos a la gubernatura. El ejercicio se antoja de pronóstico reservado y lo mismo puede catapultar que enterrar aspiraciones. El priista cuenta con oficio político, experiencia y muchos elementos a explotar en su favor; la morenista llega cuestionada, presionada, pero con todo el aparato estatal operando para ella; y el emecista Hipólito Deschamps no ha sido más que un pendenciero que buscará sacar raja de lo que sus adversarios dejen caer al suelo.
La elección se cierra. Vienen días intensos.
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