*El Tintero de las Musas.
/ Por Gilda Montaño /
No deja de ser preocupante, la carencia de investigaciones y de un debate serio y profundo en torno al tema género y educación, el que es de vital urgencia por las repercusiones que ésta tiene en la reproducción de prácticas excluyentes y discriminatorias para las mujeres. Al analizar la participación de hombres y mujeres en los concursos del Conacyt, se hace visible que en este plano hay una representación proporcional de hombres y mujeres; la participación según sexo refleja la realidad académica y profesional diferenciada masculina y femenina. Por esto es necesario indagar en los peldaños inferiores del sistema educativo para encontrar en qué segmento se está produciendo la diferenciación que a lo largo del tiempo se transforma en desigualdad.
La coexistencia de dos opciones de incorporación al ámbito académico de los Estudios de la Mujer y la de Estudios de Género, con sus respectivas implicancias teóricas y metodológicas, hasta el momento ha resultado enriquecedora, aún cuando no han contribuido a superar el confusionismo del concepto de género, que en muchos casos sigue siendo asimilado a lo femenino. No obstante, ambos estudios han hecho aportes específicos que han permitido difundir una problemática y ampliar los sectores sociales y los contenidos, logro que no habría sido tan fácil de conseguir si las opciones hubieran sido excluyentes.
Los Estudios de la Mujer permiten visibilizar a un amplio sector social dando a conocer la particular condición en que se desenvuelven sus vidas en diversas esferas y medios sociales. Las mujeres y su relación con el trabajo, con el desarrollo, con la educación, la salud mental y la salud del cuerpo son algunos de los aportes de estos estudios al conocimiento. A esto se suman los avances impulsados por los Estudios de Género que han comenzado a ampliar el campo de investigación, yendo más allá de las mujeres, buscando dar cuenta de las interacciones y relaciones entre hombres y mujeres en contextos socio-culturales e históricos específicos.
Tal vez uno de los mayores desafíos que enfrentan los Estudios de Género es contribuir a la realización de análisis más holísticos que permitan aprehender de manera más fina los complejos procesos socio culturales y establecer cómo los sujetos los viven y los representan. Nos parece que es posible y necesario, hoy que los Estudios de la Mujer y el Género se han incorporado a las universidades, y por lo tanto no tienen la urgencia de la acción o de la definición de políticas, profundizar una discusión sobre aspectos teóricos y metodológicos que permita ir generando un modo de pensar lo latinoamericano. Ya no desde los préstamos culturales acríticos sino contemplando las variables históricas, sociales, culturales, económicas y étnicas que particularizan nuestro modo de relacionarnos e identificarnos como sujetos masculinos y femeninos situados en un territorio; en definitiva, que nos permitan conocer dónde y cómo se reproducen las desigualdades entre hombres y mujeres, para poder actuar sobre ellas en la búsqueda de una equidad que nos beneficiará a todos.
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