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Lahens, Kincaid, Grueso, tres escritoras de la literatura afrolatina y caribeña.

Ciudad de México.- En el marco del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, nace la urgencia de nombrar a las escritoras afrocaribeñas y de la diáspora que, a través de la palabra hecha poema y cuento, inspiran a otras mujeres e infancias a reconocerse en su literatura.

Desde las leyendas que pueblan las calles de Puerto Príncipe en Haití, hasta el proceso colonizador que vivió Antigua y Barbuda en 1960, estas 3 mujeres hacen un recorrido sobre sus vivencias, el amor y las tradiciones de sus comunidades, una pauta necesaria para alejarnos del pensamiento colonial que solo reconoce el proceso histórico de la población negra a través del esclavismo y la marginalización, pero no desde la diversidad, la riqueza y los afectos o en palabras de Yanick Lahens: «Es momento de descolonizar el conocimiento».

Yanick Lahens

Yanick Lahens nació en Puerto Príncipe, en un momento de tensión política y extrema violencia bajo el régimen de Françoise Duvalier, donde el miedo, las desapariciones forzadas, el abuso militar y la tortura gobernaban en la isla.

Yanick Lahens supo bien que Haití, resultaba un país cruento para su gente, donde su hogar llegó a ser refugio político y la dictadura Duvalier parecía fortalecerse más, aún con un panorama sociopolítico devastador, la escritora encontró en la palabra y en la danza tradicional haitiana el amor por defender y cuestionar los sistemas que asfixiaban a la población de su país; Haití resultaba ser una tierra fantástica, llena de riqueza, diversidad y mitología que estaba siendo marginada por el Estado.

Fuente: Haitisbeautiful vía Instagram

Esto último es, tal vez, una de las premisas más importantes para entender el trabajo de la autora quien ha referido que su palabra es un intento de «descolonizar el conocimiento«, especialmente, alrededor de Haití, país cargado de prejuicios, racismo y atravesado por la criminalización de su gente.

Su postura política se centra en denunciar lo que atraviesa a la isla a través de relatos fantásticos colmados de amor y misterio; hilos conductores que esbozan las desigualdades y las asimetrías desde la resiliencia y la vida cotidiana de sus personajes.

Esto abona a la conversación, pues no es solo una clase de discurso que apele al amor por su país de origen, sino que todo es muy orgánico. Sus personajes, con frecuencia, se ven en la disyuntiva de escapar de Haití o permanecer en el lugar en el que aman; migrar es un proceso doloroso, de miedos y tristeza, un tema poco abordado a causa de la insensibilidad y revictimización sobre las personas que deciden migrar de sus países a causa de crisis humanitarias.

En Guillaume et Nathalie, la autora narra la historia de un sociólogo (Guillaume) y una arquitecta de nombre Nathalie, a través de un proyecto en común, coinciden en la capital haitiana. A partir de este encuentro, se comienza a narrar el deseo y la búsqueda de la felicidad, pues ambos se ven atravesados por una serie de heridas emocionales que solo comenzarán a sanar a través del amor, el afecto, la sensibilidad y por supuesto, Haití.

Aunque la historia se enfoque en los deseos de Nathalie y Guillaume, la historia se desarrolla en el escenario desolador del 2010, cuando la isla fue arrasada por el terremoto. Ante esto, ambos personajes presenciarán la violencia, el hambre y la corrupción de un estado indolente, demostrando el talento de Yanick Lahens para mostrar una cara del amor desde una perspectiva crítica y sumamente política sobre las condiciones que azotan al país.

En su cuento «La Ville«, se cuenta la historia de una mujer misteriosa que vaga por las calles de Puerto Príncipe, lo que llevará a embarcarse en una aventura para desentrañar las colonias y barrios de la capital haitiana, sus costumbres, leyendas y las desigualdades que aquejan a la población por donde deambula la mujer vestida de rojo.

En una entrevista para la UNESCO, Yanick Lahens refiere que puede definir a Haití desde dos polos: El arraigo y la huida.

«Los haitianos somos gentes que fuimos trasplantadas a este país (…) hubo muchos que se afanaron en hacer esta tierra inhabitable; y por último en el imaginario de los pueblos ex-colonizados existe una idea de que se debe combatir siempre, de que lo mejor solamente se puede encontrar en otra parte, o sea, en los países del Norte. La combinación de estos tres factores ha creado esa oscilación entre el arraigo y la huida.»

Jamaica Kincaid

Jamaica Kincaid nació en los años 60 del siglo XX en la isla de Antigua y Barbuda, cuando la -entonces- colonia, atravesaba por un proceso político, económico y de segregación racial, donde la corona británica había alienado la isla al parlamento Inglés.

A través de las vivencias de sus ancestros, Jamaica Kincaid comienza a desmenuzar el vivir de la comunidad antiguana durante todo este proceso extremadamente violento contra la comunidad afro.

Su obra más importante es Autobiografía de mi Madre, donde se lee:

“Mi madre murió en el momento en que nací así que durante toda mi vida no hubo nada que se interpusiera entre la eternidad y yo; a mis espaldas había siempre un viento negro y desolador.»

Jamaica Kincaid contará la historia de Xuela, su madre, en primera persona. Su infancia dolorosa, la orfandad, el abuso de su madrastra con quien sería encargada y el miedo de vivir en un país que cada vez resulta más ajeno a ella.

A lo largo de la narración, se conoce la valentía de Xuela, sus dudas y preocupaciones que no harán más que crecer al enfrentarse a la violencia del hombre colonizador; un proceso de autorreconocimiento que la hace saberse en desventaja al ser una niña huérfana, negra y además, en condiciones de pobreza.

Fuente: Financial Times vía Instagram

Xuela comenzará a forjar su camino desmarcándose de la idea del «poderoso imperio británico«, resistiendo la violencia, la segregación racial y los obstáculos para acceder a la educación.

El imperio británico”. Estas fueron las primeras palabras que aprendí a leer. En esa habitación hubo siempre solo varones; no me senté en un aula con otras niñas hasta más grande. No tenía miedo en esa nueva situación: no sabía cómo tener miedo entonces y no sé cómo tener miedo ahora. No tenía miedo porque mi madre ya se había muerto y ese es el único miedo
que un niño tiene de verdad».

Fragmento de Autobiografía de mi Madre, escrito por Jamaica Kincaid<

Jamaica Kincaid, también dedica una obra completa a su hermano (Mi hermano), a quien no vio durante 20 años luego de que la escritora tuvo que migrar hacia los Estados Unidos. A través de los ojos de su hermano, la autora narra la hostilidad de crecer en un ambiente violento, las complejidades del sistema de un sistema de salud precario, la pobreza y lo más importante: El VIH sida.

Con todo un proceso de estigmatización y prejuicios, Jamaica Kincaid expone la manera en que el sistema vulneró a su hermano, el sentimiento de soledad, la vergüenza y el miedo a la muerte.

Mary Grueso Romero

Afrocolombiana, escritora, poeta y narradora oral, Mary Grueso Romero nació en Cauca, Colombia y su voz, es una de las más poderosas en la literatura infantil; narrativas reivindicativas sobre la negritud y la riqueza cultural de la comunidad afro.

A través de sus cuentos, Mary Grueso cuestiona la hegemonía blanca y fomenta el autorreconocimiento de las niñas negras desde la belleza, el respeto y una mirada decolonial. Todos sus cuentos están inspirados en situaciones que le atravesaron a ella en su infancia y a otras mujeres en su vida.

Por ejemplo «La niña del espejo», narra la historia de una niña a quien siempre se le dice lo bella que es, así que un día decide mirarse al espejo para comprobar si es cierto lo que tanto le dice su madre.

En ese momento, la protagonista, Alba Rocío, se da cuenta de que efectivamente, lo es, porque ha heredado la piel negra, el cabello crespo y los ojos almendrados de sus ancestras.

Fuente: Colombia Potencia de la Vida

La revolución que está haciendo Mary Grueso en la región es vitalicia, recordándonos la frase de la teórica Carol Hanisch: Lo personal es político. La escritora ha tomado fragmentos de su vida, heridas, preguntas y cuestionamientos sobre su afrodescendencia y los ha transmitido a las infancias a través del cuento y la narración.

Su palabra se convierte en el refugio para otras niñas afrocolombianas que sufren los estragos de los cánones de la blanquitud.

Para Mary Grueso, sus cuentos también son un vehículo político, pues a través de ellos, recoge las tradiciones, los conocimientos y las costumbres de los pueblos afrocolombianos.

Fuente: Mary Grueso vía Instagram

«Si los niños negros ven textos como estos, si se ven reflejados, ellos los quieren leer, se sienten motivados, sienten que forman parte del entorno social. Es que es increíble ver cómo hemos estado marginados desde el aula.

Nosotros, siendo negros y estando dentro del aula con todos los parámetros del Ministerio de Educación, no estamos realmente ahí: yo estudié, siendo una mujer negra en una comunidad negra, y no estábamos los negros en los textos, únicamente estábamos en los de sociales para indicar que habíamos sido traídos de África como esclavos y mostrar que éramos feos, trompones, ñatos y no es así, porque hay de todo. Nosotros tenemos nuestra propia belleza”, (Mary Grueso para Colombia Potencia de la Vida)

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