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Las minorías y los cargos de elección popular .

** El Ágora .

/ Octavio Campos Ortiz /

A contrario sensu de la naturaleza de toda democracia -el poder de las mayorías-, en México las minorías deciden quiénes deben gobernar.  Independientemente del tipo de comicios, solo la mitad o menos del padrón electoral acude a las urnas, es decir, el universo de votantes es de entre el 40 y 50 por ciento de los ciudadanos; la mayoría se abstiene de ejercer su derecho. El número de candidatos o partidos que participan en una elección también diluye el voto, lo que reduce aún más el porcentaje de sufragantes que determinan el futuro del país.

En la jornada electoral mexiquense, la candidata de la 4T gobernará la entidad federativa más poblada con poco menos del 25 por ciento de los ciudadanos que fueron a las urnas, tres cuartas partes de sus paisanos no optaron por ella o no les interesó. Lo mismo sucedió en Coahuila, donde el nivel de participación solo llegó al 56 por ciento, con cuatro candidatos que se disputaron el 44 por ciento de los votantes.

La apatía ciudadana ha caracterizado nuestro lento proceso democrático y pervertido el sistema pluripartidista; los institutos políticos abandonaron las ideologías por intereses personales o grupales y optaron por cómodas alianzas, de la que no escapó ni el propio José López Portillo en 1976 cuando fue el único candidato registrado, al que se sumaron el PPS y el PARM, y el PAN declinó presentar contrincante. Desde entonces se fortalecieron las organizaciones mercenarias, rémoras, bisagras que apoyan a candidatos de otros partidos, antagónicos ideológicamente, pero que ofrecen dinero o posiciones políticas.

Frente al imbatible abstencionismo y la falta de candidatos con liderazgo, carisma, empatía popular y falta de experiencia política o en la administración pública, la solución pragmática para la supervivencia del sistema pluripartidista es el sumarse a las alianzas por conveniencia.

El reto para los institutos políticos debiera ser la creación de una estrategia que venza al abstencionismo. La gente está cansada de los partidos, de las promesas incumplidas, de la ausencia de propuestas de gobierno, de falta de candidatos con los que se sienta identificada. Está al borde del colapso la vida útil del pluripartidismo y la gente no ve aspirantes que puedan resolver los problemas que afectan su vida diaria. El desencanto ciudadano, el hartazgo social han fortalecido la cultura del abstencionismo y ello propicia la legitimación de los gobernantes por las minorías; quien gana no es el que tiene una mejor propuesta o programa de gobierno, sino quien cuenta con una mejor estructura para cooptar el sufragio.

Lamentablemente esa es la nueva vida política a la que se ha acostumbrado el ciudadano, la no participación en la res pública, que sean otros los que decidan por ellos, aceptan su destino manifiesto. Increíble que en una democracia sean las minorías las que orienten el futuro del país.

Apostilla: En México, el cáncer cervical es la segunda causa de muerte entre las mujeres y la primera en el sureste, pero el país no cuenta con políticas públicas que faciliten el diagnóstico y el tratamiento oportunos, por lo que fallecen más de 4 mil mexicanas al año; especialistas de la UNAM, el COLMEX, los Institutos Nacionales de Cancerología y de Salud Pública, del Hospital General de México y Becton Dickinson (BD) urgieron en la necesidad de exigir a los gobiernos concentrar recursos para tener el abasto necesario de vacunas contra el papiloma humano y aplicarlas de manera universal en niños, niñas y mujeres. Además de practicar pruebas de diagnóstico a población abierta.

En el foro organizado por BD -empresa global de tecnología médica-, los especialistas reconocieron que las desigualdades sociales, no solo de ingresos, sino de educación y salud, impiden que las mujeres tengan diagnósticos y tratamientos oportunos, por lo que pidieron a los próximos candidatos a la Presidencia dar a conocer su proyecto de salud pública.

 

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