Las mujeres que luchan se encuentran, crean, viven y resisten ¡Bienvenida Pamela Ortega!

*Le damos la bienvenida a la joven activista Pamela Ortega Medina a esta sección de Opinión. Agradecemos su confianza.

/ Pamela Ortega Medina /

Hoy no vengo a hablarte de cómo es que surgió todo, pues esa la podemos encontrar en muchos libros, ahora en línea, también en alguno que otro curso online que pueda orientarte sobre cuál “ola” del feminismo atravesamos.

Hoy vengo a hablarte de ese feminismo que se ha hecho popular en las calles, que se siente cuando una mujer comparte sus experiencias con otra, ese feminismo que te lleva a querer saber qué más hacer y cómo ponerlo en práctica pues el discurso de otras se escucha muy bonito y ahora quieres no solo saber cómo llegaron ahí, sino cómo practicar todo eso de lo que hablan.

Pues bien, estas líneas son más que nada para hacerte ver que, quieras o no, vives e interactúas con el feminismo a diario, en mayores o menores cantidades según sea tu deconstrucción o tu círculo de amigas, tus preferencias en redes sociales, las noticias que consumas, el feminismo está ahí, presente, y se hace más fuerte cada segundo que pasa, tan fuerte que contagia.

El feminismo del que hablo es aquel que nos llevó a organizarnos en redes, círculos, asociaciones, colectivas, clubes, para hablar de situaciones que nos sucedían o nos suceden en la vida diaria y en las que pensábamos que éramos las únicas que lo vivían, sin darnos cuenta, relatamos no solo temas que nos alegran y en los que coincidimos; también empezamos a encontrar temas que no eran del todo normales, algunos incluso eran preocupantes pero, ¿cómo podríamos saberlo si nadie nos lo había explicado antes?

Sin necesidad de meternos en mucha teoría, a través del diálogo, poco a poco nos dimos cuenta que estos clubes o redes, en las que nos encontramos, tomaron tanta fuerza que incentivó a muchas a continuar la organización de círculos que permitieran educar a aquellas que no cuentan con los recursos para cubrir un postgrado, un curso o un taller.  Otras redes se han conformado para hablar sobre los Derechos sexuales y reproductivos, los cuales hasta la fecha siguen en debate en todo el país.

Estos grupos también reunieron a las madres y familiares de aquellas mujeres que nunca volvieron y de otras que jamás volverán, ellas para mí, son las más aguerridas, con la piel tan gruesa para continuar la búsqueda o para vivir sus duelos.

Hay más, como aquellas redes que se tejieron desde las discapacidades y neuro divergencias, que continuamente han sido excluidas, aquellas que te enseñan su forma de ver el mundo, de ver la vida, de gestionar empatía y cuestionarte los  privilegios, que ya son tema de agenda pública.

Muchas de estas redes no nacieron siendo feministas, se hicieron por la necesidad de nosotras las mujeres de hablar de nuestras similitudes, nuestras diferencias, dolores y angustias a lo largo de la vida. Sin saberlo, un día alguna sugirió consumir únicamente productos hechos por mujeres porque leyó en una revista que las mujeres no solo tenemos un trabajo mal remunerado en muchas ocasiones, sino que tenemos también una doble jornada y esa es aquella que llaman “de los cuidados” aquella que se da en casa, cuidando a los hijos, a los esposos o simplemente manteniendo todo unido para que parezca perfecto.

El diálogo nos llevó al asombro, al darnos cuenta que casi todas, si no es que todas, las que pertenecen a ese círculo tienen un trabajo que no cubre sus necesidades básica y otro que les permite apenas sobrevivir, además del trabajo gratuito que realizan en casa.

Y entonces ahí surgió esa jiribilla de querer saber por qué sus trabajos no eran bien remunerados o por qué no les pagaban igual que a sus compañeros de trabajo, que hacían incluso menos trabajo que ellas y puedo asegurar que así como las que menciono aquí, que les interesó el saber por qué sucedían estas injusticias,  otras se preguntaron por qué sus relaciones siempre fallaban al tiempo que escuchaban continuamente que pronto encontrarían la persona que las haría sentir completas (sin saber que ella ya era una persona completa sin necesidad de otra mitad).

Las mujeres durante siglos hemos sido creadoras, de redes, de espacios que sean seguros para otras, creadoras de arte, no siendo musas, siendo las verdaderas artistas (aunque la historia que cuentan en la escuela solo menciona a los hombres) y ahí es donde poco a poco el feminismo nació, apoyando a tu amiga que denunció a su novio porque abusó de ella o aferrándote con todas tus fuerzas para que en la ley se castigue a aquellos que comparten fotos de mujeres sin su consentimiento.

Muchas a veces no nos damos cuenta cuando nos pega el feminismo, pero una vez que abres los ojos cuestionando la cosa más pequeña que te puedas imaginar, no hay vuelta atrás y no lo digo para que tengas miedo, lo digo porque a partir de ahí encontrarás un mundo lleno de mujeres dispuestas a acompañarte en la lucha que decidas emprender, la aventura, negocio, batalla o guerra, porque sí, también tengo que decirlo, habrá luchas de muchas mujeres que implican guerra y que duelen, como lo son las desapariciones y los feminicidios impunes, pero por eso dicen que… las mujeres que luchan, se encuentran. Poco a poco aprendemos no solo leyendo teoría, también de la práctica, de las historias que se viven en campo, nos encontramos, luchamos, lloramos, celebramos y nos cuidamos.

Somos la verdadera resistencia, las mujeres, feministas y aquellas que aún no se asumen como tal pero que saben de qué trata esto, qué entienden porque luchamos, somos el presente y el futuro de un país que quiere ver a sus mujeres vivas, libres y sin miedo.

 

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