*Mis Proyecciones en el espejo .
/ Por Paula Roca /
*”Dedicado a todos los políticos que rehúsan mirar su propia sombra, incapaces de aceptar sus errores. Si cada uno de ellos asumiera la responsabilidad con humanidad, en lugar de culpar a otros por sus fallas, nuestra sociedad podría cambiar profundamente. La verdadera transformación comienza cuando cada individuo se atreve a enfrentar sus proyecciones y reconocer sus fallos, humanizándose en el proceso.”
Mi sombra
He caminado años tratando de escapar de ti, esa sombra que me asfixiaba, me ahogaba en su negrura mientras buscaba desesperadamente una luz que me hiciera sentir “buena”. Te oculté, temía mostrarte, porque la gente que amo no entendería esta parte de mí. ¿Cómo podrían aceptarme, si ni yo podía?
Tantas veces sentí que susurrabas, insistías en que te mirara de frente. Pero no podía, ¿cómo aceptar lo que soy si todo a mi alrededor me pide perfección? Luchaba contra ti, queriendo apagar esos actos oscuros que no debía recordar, porque si alguien los veía, todo se derrumbaría. Vivía bajo críticas constantes, y cada error, cada defecto, era un golpe a mi ego. Tú, sombra, no me dejabas olvidar. Y en sueños, me mostrabas lo impensable, lo que reprimía, lo que temía.
Hasta que un día, ya no pude más. Ante el espejo, te grité: “¿Qué quieres de mí? ¿Por qué no me sueltas? ¡Desaparece!”. Fue ahí, en ese grito desesperado, donde te expresaste por completo. Me mostraste todo el dolor que llevaba dentro, ese que proyectaba en mi exterior sin darme cuenta. Entre más luchaba por ignorarte, más te fortalecías, hasta que fuiste imposible de reprimir.
Me enseñaste que soy un todo, que sin ti no podría existir. Me descubriste en esa dualidad entre luz y oscuridad, en donde radica mi complejidad, mi complemento. Entonces entendí: el rechazo a ti era, en realidad, un rechazo a mí misma.
Fue el día que dejé de luchar contra ti cuando encontré la paz que tanto anhelaba. Me permití brillar, pero no desde una perfección aparente, sino desde esa mezcla única de vulnerabilidad y fuerza. Hoy, abrazo cada parte de mí, sabiendo que mi sombra no es mi enemiga, sino una compañera que me empuja a ser más auténtica.
Ya no me da miedo verte. He aprendido a aceptarte y reconocerte. Y en ese reconocimiento, encontré la libertad. Mis vivencias, tanto las luminosas como las oscuras, son las que me hacen brillar. Porque soy ambas cosas, y en esa dualidad, encuentro mi poder.
Hoy, en esta transformación, te abrazo y te siento como parte de mí. Y al hacerlo, por fin, me siento completa.