*Sin tacto
/ Por Sergio González Levet /
¿Imaginan si le hubiera pegado el botellazo al Presidente? Habría sido una noticia internacional y nuestro país estaría convertido en la risa de muchos y la lástima de otros.
Lo bueno es que Andrés Manuel López Obrador, como buen jugador de beisbol, fildeó la botella al revés, mostró los reflejos y la velocidad de respuesta de un Randy Arozarena, le hizo una chicuelina al objeto volador no identificado y consiguió que el proyectil, que dicen iba cargado de aguas espirituosas, pasara a su lado si hacerle mácula alguna a su físico, con excepción de algunos cuantos chisguetes sobre su humanidad.
Y ahora resulta que quien aventó la botella no fue un conservador furibundo, ni un fifí traidor, ni mucho menos algún de los muchos damnificados del Poder Judicial. No, se señala y hay video que fue un empleado de la Dirección de Política Regional de la Secretaría de Gobierno de Veracruz, de nombre Jorge Cedillo Guevara, que se identifica como un morenista empedernido. Dicen los que no vieron la agilidad felina de AMLO que el testaferro falló a propósito, y que fue una “jugada colmillo” de los cerebros alrededor de Cuitláhuac García, para dar la idea de que los adversarios son malos y violentos y se atreven a atacar la santa figura del Patriarca de la 4T, el inmaculado Mesías Tropical.
Le faltó velocidad de pensamiento, palabra y obra a Cuitláhuac y a su equipo, porque no supieron aprovechar las fortalezas de la recién incorporada familia Yunes Linares-Márquez: si los Yunes del Estero y su gente hubieran estado encargados de la logística de la última visita presidencial de López Obrador al Puerto, seguro solamente habría recibido porras y le hubieran aventado cuando mucho algunos pétalos de flores.
La Gobernadora Electa, Rocío Nahle García, se sumó a la comitiva presidencial en el Puerto con toda la fuerza y la presencia, como si ya fuera -que lo es de hecho- la verdadera Gobernadora de Veracruz.
Muchos dicen que Cuitláhuac mejor no hubiera ido al evento de Andrés Manuel, porque sólo llegó para dar lástimas y quedar mal. Ni siquiera alcanzó a cachar la botella orinienta que le lanzó al Presidente, dicen, uno de sus propios colaboradores, para que el todavía Gobernador le hiciera al héroe con un gran atrapadón… pero esa también se le fue, como su futuro político.
Y luego, Cuitla nunca tuvo la oportunidad en toda la visita de hacer un apartadito con El Señor, con su factótum, para pedirle el gran favor de que le dijera a Claudia “de que ya lo nombrara”.
Lo único que obtuvo el inhábil Gobernador jarocho fueron las miradas de dardo encendido que le clavó el líder moral de la Cuarta Transformación, cuando lo rociaron con la botella de plástico.
Parece que su destino será una embajada… pero en las Islas Fiyi.