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/ Desaparecidas/ Por: Alba Valdez / Testigo Púrpura/
“Yo quisiera que ninguna de nosotras estuviera aquí este día, yo quisiera que ninguna madre tuviera que buscar a sus hijos desaparecidos”, dice Angelita a unos minutos de arrancar la marcha este 10 de mayo, donde así como ella, muchas madres más, no tienen nada que celebrar.
Desde hace dos años Angelita ha recorrido predios, cavado hoyos, marchado por calles y hecho oraciones para pedir por la aparición de su hijo, Edgar Álvaro Flores, quien desapareció en Boca del Río en el 2020, pero hasta ahora nada ha funcionado.
Angelita había escuchado en las noticias sobre los colectivos de búsqueda que se han tenido que organizar para buscar a sus hijos e hijas desaparecidas, fue en el 2020 se unió al de “Justicia y Dignidad” , donde conoció a muchas mujeres más que se encuentran en su misma situación.
“Yo he odio a muchas fosas, a las del 13.5, a Mozomboa y a las últimas que encontraron hacía Paso del Toro y hemos encontrado tesoros (personas) pero nunca al mío. Sé qué tal vez suena mal, pero a mí me gusta pensar que mi hijo no está ahí, que mi hijo aún lo puedo encontrar vivo”, narra.
Las mujeres de los colectivos han tenido que aprender de técnicas forenses, por medio de colectas o ventas han tenido que financiar sus gastos para poder buscar a sus desaparecidos, se han convertido en sus propias redes de apoyo y contención ante la inacción de las autoridades.
Este Día de las Madres se han organizado para tomar las calles y gritar por sus desaparecidos, las consignas “¿Dónde están, dónde están, nuestros hijos dónde están?” Se han convertido en un himno de dolor que inunda el primer cuadro de la ciudad de Veracruz.