La costumbre del poder.
*1994 y Memorias de un líder moderno no son inicio ni fin de lo que no tiene regreso. Sólo un esfuerzo desmedido de justificar la injustificable. La irresponsabilidad de descuidar el final de la HISTORIA
Gregorio Ortega Molina
El documental 1994 es un excelente trabajo periodístico y, al mismo tiempo, un fallido proyecto de imagen política. Carlos Salinas de Gortari no es rescatable para la historia.
Por el contrario, Memorias de un líder moderno no tiene desperdicio para los promotores del culto a la conspiración, ni para quienes se interesan en los motivos del fracaso del proyectado arribo al Primer Mundo para los mexicanos.
Marco Rascón no abrirá la boca, pero el cúmulo de detalles sobre los conspiradores para matar a Luis Donaldo Colosio, que en realidad desean destruir a Salinas, permite suponer que tuvo acceso a información que le facilita dar nombres; establece la operación de dos conspiraciones coordinadas, de las cuales tuvo conocimiento oportuno José María Córdoba Montoya. Identifica a la Red uno y la Red dos. Tiene la certeza de que el ubicuo Córdoba logra infiltrar la Red dos.
Describe con puntualidad la manera en que se ejecutó a Luis Donaldo Colosio, sostiene que el crimen empezó a urdirse a finales de 1991, debido al impacto creado por el gobierno salinista. Identifica al hombre que disparó a la cabeza del candidato del PRI como “El Negro” Martínez, y narra que después nada se sabe de él, porque lo sustituyen por Mario Aburto.
Creo que también es posible que Marco Rascón haya alquilado su nombre a la pluma de Salinas, y quien verdaderamente redactó la novela, al verla publicada se arrepintió y logró que la levantaran de los estantes de las librerías. Hay demasiada información oportuna para el momento político (1997), lo que obliga a suponer que el verdadero autor fue un hombre que concentró poder, y se negó a soltarlo.
Se han establecido diversas hipótesis sobre cómo y por qué fue necesaria la ejecución política del sonorense, pero poco se ha estudiado sobre la posibilidad de que el crimen fuese posible, gracias al desaliño con el que el presidente constitucional del momento, administró su último tramo de gobernanza. Considero que Carlos Salinas de Gortari fue absolutamente descuidado con la seguridad de su candidato, su sucesión, su futuro histórico, su imagen, que desde que Raúl, su hermano, fue detenido, se empeñó en componer.
Allí está la otra vertiente no estudiada de esta tragedia mexicana: la relación fraterna, política y de imagen que sostuvieron Carlos y Raúl, por sobre todas las consideraciones, incluso por encima de la prevención paterna.
1994 y Memorias de un líder moderno no son inicio ni fin de lo que no tiene regreso. Sólo un esfuerzo desmedido de justificar la injustificable. La irresponsabilidad de descuidar el final de la HISTORIA.
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@OrtegaGregorio