Solidaridad espontánea.

Por: Zaira Rosas.

El hoyo es una película de ambiente futurista, cuya trama se resume a un lugar en el que las personas pertenecen a distintos niveles y según el nivel en el que se encuentran toman distintas decisiones. Los niveles más altos son egoístas, insaciables, dejan lo que no les sirve para los niveles inferiores, los niveles bajos no tienen la capacidad de pensar en otros porque solo les queda sobrevivir, los desperdicios de arriba, son el sustento de los de abajo, incluso por necesidad se matan entre sí. Sin embargo, cuando alguien de un nivel inferior sube, termina repitiendo el mismo sistema, se corrompe.

Pese a que les he resumido la creación cinematográfica nominada a tres Premios Goya y seis Premios Feroz, invito al lector a verla, le aseguro que no le he arruinado la trama porque mi resumen es sólo un atisbo de algo que en realidad conocemos de primera mano. La película es de ambientación futurista pero su desarrollo es algo tangible y real que vemos claramente en nuestra sociedad.

Actualmente el mundo enfrenta una situación crítica, para algunos el impacto es reciente. La realidad es que nos avisaron con anticipación, pero no quisimos o no podíamos escuchar. El problema no es el COVID-19, el virus si bien ha generado una pandemia, tiene baja letalidad.
Nuestro problema está en el entorno. El virus nos ha obligado a ver la fragilidad de nuestro sistema, incluso la fragilidad de cada uno de los seres humanos. Quienes están en casa tienen que enfrentarse a crisis de ansiedad, encuentros personales y el desarrollo de una inteligencia que poco se trabaja en las escuelas, la emocional.

Pero quienes viven al día y constantemente enfrentan carencias no temen en absoluto al virus, temen a no comer a no encontrar quien les auxilie, temen al desempleo, a un incierto mañana. Mucho hemos hablado de las medidas de higiene necesarias para la prevención del contagio pero hay lugares en los que no existe ni agua, ni jabón. El virus ha hecho evidente la desigualdad social, pero esta existe desde principios de los tiempos. Nos ha hecho vislumbrar que el dinero no sirve cuando lo que falta es salud, que cerrar las fronteras no garantiza la inmunidad y que la única forma de cuidar de los individuos es cuidando a toda la sociedad.

En El hoyo se espera que un día se presente la solidaridad espontánea, que los altos niveles descubran que si los recursos se reparten equitativamente puede alcanzar para todos. No es tarea de la administración, es tarea de los individuos. Este argumento aplica a nuestra realidad, no habría necesidad de que los gobiernos limiten las garantías individuales en un afán de controlar la situación, bastaría un poquito de conciencia social, pero esta solo aparece cuando el impacto nos ha llegado.

México a nivel gobierno está tomando las medidas que se encuentran en sus posibilidades, pero a nivel población quizás pudo reaccionar desde antes en sus diferentes niveles. No sabremos si fue falta de información u omisión de responsabilidades, lo que sí sabemos es que no somos Europa, nuestros recursos son mucho menores y sin duda todos de manera directa o indirecta vamos a sentir el impacto una vez que esto termine.

¿Cómo sobrevivir a lo que viene después? La respuesta es simple, asumamos el cambio, dejemos de aferrarnos a estilos de vida, ideologías y roles. Es urgente que aprendamos a adaptarnos a nuevas formar, que aprendamos a compartir, que nos desprendamos de pertenencias y creencias para poder avanzar.

Sólo la resiliencia podrá potenciar nuestra felicidad, cuando por fin podamos volver a las calles, recorrer los parques y avenidas, espero seamos capaces de valorar y cuidar de esos espacios. Que entendamos que vamos a necesitar de todos para no regresar décadas en nuestra economía, que desde este momento pensemos en el consumo local y según esté a nuestro alcance no dejemos de aprender, compartamos con otros esas herramientas que nos han permitido seguir adelante, la evolución y estabilidad de nuestra sociedad depende de ello.

En este periodo de incertidumbre y vulnerabilidad nos toca a todos ser responsables, dejemos de propagar caos, fomentemos la unión y no las diferencias, pensemos en formas de apoyar a otros y no en cómo valernos de los demás. Compartamos solo aquello que fomente diálogo y colaboración. Ya comprobamos que con la desinformación salimos afectados, confiemos en las medidas de nuestros gobiernos sin dejar de tomar las precauciones individuales necesarias. Si estás leyendo esto y puedes, #QuédateEnCasa.

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