Los nuevos “satélites” de la partidocracia

Rúbrica

Por Aurelio Contreras Moreno

Si hay un elemento fundamental del “viejo régimen” que pervive con fuerza en el sexenio de la autoproclamada “cuarta transformación” es la llamada “partidocracia” que, a pesar del enorme desprestigio que llevan a cuestas los partidos políticos en México, está más viva que nunca.

La noche de este miércoles, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) resolvió conceder el registro como partidos políticos nacionales a Redes Sociales Progresistas, Fuerza Social por México y Encuentro Solidario, que como la gran mayoría de los institutos de su tipo, no representan más intereses que los del grupo que los comanda.

Redes Sociales Progresistas simboliza el retorno formal a la política y a la búsqueda de espacios de poder de la otrora poderosa líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) Elba Esther Gordillo –a través de su yerno Fernando González y su nieto René Fujiwara, dirigentes formales-, repitiendo el esquema de un partido magisterial que ya había desplegado con su antecesor Nueva Alianza. Con ello, la “4t” termina de “cumplir” su “pacto” con el gordillismo por apoyar la candidatura presidencial de Andrés Manuel López Obrador en 2018.

Fuerza Social por México también tiene un origen sindicalista. Es comandado por el ex priista y hoy senador suplente de Morena –habrá que ver cómo concilian esa doble militancia, aunque en la “4t” todo se puede- Pedro Miguel Haces Barba, sobrino del ex dirigente nacional de CTM Leonardo “La Güera” Rodríguez Alcaine y quien aspira a convertirse en la nueva figura del sindicalismo “charro” aliado del poder, a través de la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM) que también encabeza. Por cierto, en su “currículum” tiene acusaciones de extorsión a empresarios y una detención por portación de arma de fuego y robo de vehículo en 1998.

Encuentro Solidario es la reencarnación del PES que, tras perder el registro a pesar de haber apoyado a López Obrador como candidato presidencial, fue cínicamente impulsado desde la cúpula gubernamental para que lo recuperara. Es el partido de los líderes evangélicos, a una de cuyas denominaciones se afirma pertenece el propio presidente de México.

Como puede notarse, los tres nuevos partidos son afines al lopezobradorismo –en sus asambleas constitutivas Redes Sociales Progresistas colocaba una gran manta con la imagen del presidente para que no quedara duda- y serán los nuevos “satélites” de la partidocracia en tiempos de la “cuarta transformación”. Así como en la década de los 70 –tan vigente en estos días- lo eran el PPS y el PARM del Partido Revolucionario Institucional. Aunque tendrán que “compartir” el “amor” de Morena con el PT y el PVEM que como sanguijuelas, le “chupan la sangre” al erario desde hace décadas.

Y vaya que salen caros. El presupuesto asignado para partidos por el Instituto Nacional Electoral (INE) para el proceso 2020-2021 asciende a una bolsa de siete mil 226 millones de pesos que deberán repartirse entre los ¡diez! institutos políticos que irán a la contienda comicial federal.

Durante la misma sesión, el TEPJF ratificó la negativa del INE a otorgarle el registro a México Libre, que dirigen Margarita Zavala y el ex presidente Felipe Calderón. Curiosamente, por irregularidades que también cometieron los otros tres nuevos partidos a los que ¡oh, sorpresa! les fueron perdonadas.

Grave error de cálculo por cierto, ya que el voto de la oposición ya no será dividido por México Libre, a diferencia del voto lopezobradorista. Pero está visto que hacer política con las vísceras también es una característica irremediable de la “4t”.

Lo cierto es que seguiremos manteniendo con el dinero del “pueblo” –que el gobierno dice cuidar celosamente- a una partidocracia inútil, mezquina y marrullera que cambia de piel, pero se mantiene en esencia siempre igual.

Golpe al Ejército

La detención -a petición de la DEA- del ex secretario de la Defensa Nacional Salvador Cienfuegos en territorio estadounidense significa un golpe seco a las fuerzas armadas mexicanas, que tan bien financiadas y empoderadas han sido en el actual sexenio.

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