TIERRA DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez
Con el llanto, el dolor y la tristeza de perder a un ser querido, los mexicanos nos lamemos, como los gatos, las heridas para que tan sólo queden cicatrices y, si tenemos fortaleza o suerte, nos curemos y olvidemos el sufrimiento de la pérdida. Algunos nos aliviamos con la ayuda de Dios –allá cada quien sus creencias y posibilidades espirituales-; otros tantos, nos vale madres y a chingarle porque a eso venimos al mundo. Para morir hemos nacido, dicen. Pablo Neruda decía que para “nacer he nacido”. El caso es que, como cada año, celebraremos el Día de los Muertos, pero la situación para tal festividad tradicional mexicana, no será igual, por motivos conocidos. Ahora nos lameremos las ausencias tan sólo con los recuerdos y resaltando sus vidas con humor y alegría. Desde luego que no es fácil, mucho menos para las personas a quienes les ha tocado la mala suerte de perder a un ser querido por circunstancias absurdas y no por muerte natural.
Cioran escribió: “Se extiende tanto la muerte, tanto lugar ocupa, que ya no sé dónde morir”. Y Pablo Neruda versificaba: “Pero sabes de dónde viene /la muerte, de arriba o de abajo?” Ahora, en verdad, no sabemos por dónde nos llegará la muerte. ¿De qué madres moriremos? ¿En manos de quién caeremos?
El profesor Felipe Gaytán Alcalá, investigador de la Universidad La Salle, expresó que, a causa de la pandemia del coronavirus, la percepción de la muerte ha cambiado, al evidenciar la vulnerabilidad de los seres humanos. Comentó que la contingencia modificó también la forma de despedir a los difuntos y el sentimiento que genera la ausencia de un ser querido: “Cambió nuestra preferencia de cómo despedir a los muertos, cómo darles el último adiós. Saber que alguien está enfermo y puede morir de Covid, saber que no se va a despedir”. (24-horas.mx, 27/10/20).
Pero los mexicanos somos chingones, y aunque cierren los cementerios, nuestros altares estarán presentes. Eso sí, recordemos a las desaparecidas y los desaparecidos, y exijamos a las autoridades justicia, cuentas claras ante tanta impunidad, negligencia y valemadrismo… (A quien le quede el saco). Eduardo Galeano dijo que es mejor morir que perder la vida. Se entiende, ¿no?
En realidad, no se sabe nada de la muerte: en el “más allá” hay censura gubernativa, dijera Enrique Jardiel Poncela. Recuerdo un chiste: “Están dos cadáveres en el cementerio y uno empieza a reírse y dice: ¡Jajajajaaja, me vivo de la risa!” Con el debido respeto para los deudos.
Ahí me ponen una chelita, un tequilita y un tamalito en mi altar, por si no llego más que muerto al Día de Muertos. ¡Salud! Si no, pos nos lo echamos vivito y coleando –sin albur.
Los días y los temas
Juan Domingo Argüelles, en su artículo “El humor en tiempos de ira”, escribió: “Lo primero que distingue a un poder autoritario es su falta de humor. Lo propio de este tipo de poder es el insulto, el dicterio, la invectiva, la injuria; aun si el déspota ríe o sonríe, como recurso histriónico (siempre es un actor), al lanzar sus denuestos. En tal caso, dicha gestualidad teatral tiene un solo propósito: exigir implícitamente que esa risa o sonrisa se replique en sus servidores, subordinados, seguidores y simpatizantes incondicionales”. (confabulario.eluniversal.com.mx, 24/10/20).
Ahí les hablan.
De cinismo y anexas
Octavio Paz preguntó: “¿Sólo la muerte es puerta de salida?” Vaya usted a saber. Mientras tanto, les dejo unos chistecitos de muerte.
Va Jaimito por la calle, cuando, de repente, se encuentra a su amigo. Este le dice:
-¡Hombre, Jaimito! ¿Cómo va todo?
-Uff. He estado a las puertas de la muerte.
-¿¡Pero cómo es eso, Jaimito!? ¿Qué ha pasado?
-Que vengo del cementerio.
***
Después de medio siglo de matrimonio, él se muere, y al poco tiempo después, ella también y se va al cielo.
En el cielo, ella encuentra al marido y corre hasta donde él y le dice:
-¡Amor mío! ¡Qué bueno encontrarte!
Y él responde:
-¡No me vengas con esas! El contrato fue clarito: ¡Hasta que la muerte nos separe!
***
-¿Es grave Doctor?
-¿Ha oído ese refrán que dice que lo que no mata engorda?
-Sí.
-Pues ha debido comer alguna cosa que no engorda.
***
-Mamá, mamá… ¿Puedo jugar con el abuelo?
-Bueno, pero después vuelve a enterrarlo ¿De acuerdo?
***
-Antonia, prométeme que cuando me muera te casarás con Paco.
-Pero, si es tu peor enemigo.
-¡Pues por eso, que se joda¡
***
Esto es una procesión y le pregunta un señor a una señora:
-Oiga, ¿quién es el muerto?
-Y la señora responde: Creo que el que va dentro de la caja.
***
En la funeraria:
-¿Cómo murió?
-En una pelea
-Tú, ¿cómo sabes?
-Porque el letrero dice “SEPELIO”, pero no dice con quién…
Ahí se ven.