Parlamento Veracruz*.
*Juan Javier Gómez Cazarín.*
Diputadas y diputados del Congreso del Estado, sostuvimos hoy la que muy probablemente –nunca se sabe- será la última sesión del año 2020. Aunque el trabajo no se detiene nunca, lo cierto es que estamos a unas horas de hacer una breve pausa para reunirnos alrededor de uno de los más importantes festejos de la cristiandad.
Por eso, quise dedicar esta columna a desearles, a todas y todos, una feliz Navidad, en la que el sentimiento que predomine, porque nos hace muchísima falta, sea la esperanza.
Ya sé que todos los años invocamos a la esperanza, pero estarán de acuerdo que este 2020 la necesitamos más que nunca, porque este año nos tocó vivir cosas únicas en nuestra historia.
La pandemia del Covid que azota a todos los países del mundo nos ha obligado a cambiar los quehaceres fundamentales en nuestras vidas: cambió nuestros trabajos y nuestros estudios. Cambio la forma en que muchas personas sacan adelante sus negocios. En el Congreso, nos obligó a modificar la Ley Orgánica y nuestro Reglamento Interior para cambiar la forma en que sesionamos, con diputadas y diputados conectados de forma telemática.
La pandemia cambió también la manera de vivir nuestros duelos y de despedir a la gente querida que lamentablemente nos dejó.
Cambió nuestros festejos. Ya lo vimos: el Grito de Independencia, el Día de Muertos, la celebración de la Virgen de Guadalupe. Tan fiesteros que somos en Veracruz y miren: resulta que no podemos reunirnos, ni bailar, ni abrazarnos para gozar la vida como acostumbramos.
En efecto, el Covid cambió las formas, pero no pudo cambiar nuestras esencias, ni los fondos, ni los espíritus que nos animan, ni los sentimientos que abrigamos, tanto los tristes, como los alegres.
Así que cambió el trabajo, pero no las ganas de trabajar. Cambiaron las escuelas, pero la vocación de las maestras y maestros sigue intacta, como las ganas de aprender de sus alumnas y alumnos. Cambiaron los negocios, pero no cambió la determinación de mujeres y hombres perseverar para llevar el pan a sus familias. Cambiaron los velorios, pero el dolor de nuestras pérdidas y el amor por los que se fueron sigue siendo el mismo. Cambiaron los festejos, pero no perdimos la chispa, la alegría de vivir, la gratitud a Dios por estar aquí y el gusto de decirle a nuestra familia y amistades que los queremos, que son importantes para nosotros y que les deseamos lo mejor.
Este año, a lo mejor no hay brindis, ni posadas, ni abrazos fuera de casa, pero sí hay mis sinceros deseos para que todas y todos ustedes pasen la mejor de las navidades, abrigados por el amor de los suyos y alentados por la convicción de que el año próximo será mejor.
Con el compromiso de seguir cuidándonos de aquí hasta que hayamos vencido a esta pandemia y, sobre todo: unidos como familia y como sociedad para que sigamos transformando nuestras vidas.
¡Muchas felicidades a todas y todos en sus hogares!
*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado.*