Sonora, 03 abril 2021.- Gilberto El Sahuaripa Valenzuela falleció este viernes santo a las 21:45 pm.
El cantante dejó historia al ganar el OTI con la canción DE QUE TE QUIERO SI,quién hizo famoso el corrido “el moro de cumpas” y tantas canciones.
¿Y quién es el Sahuaripa?, preguntó interesado Julio Iglesias a uno de los integrantes del trío en el restaurante “El bronco” de Ciudad Obregón,cuando le dijeron que “Río rebelde” la cantaba “El Sahuaripa” Valenzuela. En ese entonces Julio Iglesias no era tan famoso pues apenas se promocionaba en México con “La vida sigue igual” y “Cuando vuelva a amanecer”. Escuchó la canción, mandó comprar el disco, lo llevó a España, y en 1972 lo lanzó al mercado mundial; con ese tema hizo chuza.
“El Sahuaripa” Valenzuela había escuchado “Río rebelde” en el hotel Gándara, primero con el trío “Los mayas”, como una cueca chilena -de esas que se bailan con pañuelo-, y después con un mariachi.
“Río rebelde”, “El moro de Cumpas” y muchas más habían proyectado con éxito a Gilberto Valenzuela, en una carrera iniciada a los 5 años en el coro de la iglesia de Sahuaripa de la mano del siempre ocurrente y bien recordado padre Porfirio Cornídez Rivera. (Por cierto que en la iglesia del pueblo hizo su primera interpretación fuera de lo religioso, y al piano, con “Cartas marcadas”).
Gilberto Valenzuela Macen nació en Sahuaripa en 1935. Hijo de Alfonso Valenzuela y Adela Macen Amavizca. Su padre era servidor público estatal y se trasladaba con frecuencia a otros municipios. Gilberto estudió el primero de primaria en Cajeme, regresó después a la escuela Mártires de Sahuaripa para terminar hasta el cuarto año… y eso fue todo. Niño precoz y de una voz privilegiada, Gilberto Valenzuela cantaba ante todo tipo de público en Sahuaripa y Magdalena -donde vivió en la casa de Cornídez-. En su infancia cantó en Nogales (parque Obregón) y Hermosillo (Jardín Juárez).
En 1946 regresa a Cd. Obregón por poco tiempo y canta en el Club Olímpico, de Manuel Islas. En 1947, sin permiso de la familia, sale rumbo a Tijuana en busca de una tía con recursos (Rosa), ahí trabaja pintando casas y se incorpora como cantante al circo “Atracciones Esperanza”, donde permanece por un tiempo, alternando con el canto en cantinas para los soldados norteamericanos que recién habían regresado de la Segunda Guerra a San Diego y se amontonaban en la Avenida Revolución buscando música, comida, aventuras, mujeres y cerveza.
En 1949 se traslada a Mexicali buscando a su otra tía: doña Tencha Macén. Le toca la llamada fiebre del algodón, en una región en jauja y con mucho dinero circulando. Tiene éxito cantando en las principales cantinas, su fama se acrecienta y empiezan a contratarlo para fiestas particulares las principales familias citadinas, como los Escandón, los Stone, los Aldrete, los Hernández y los Santana. Acompañado de un mariachi, empieza a cobrar cincuenta pesos por hora. Por ese entonces, la esposa del ex gobernador sinaloense Antonio Toledo Corro, hermana de la esposa de Aldrete, lo bautizó como “El precoz”; y Doña Carmen Walthers, madre de quien sería gobernador de Baja California, Eugenio Elorduy Walthers, le obsequió el primer traje de charro, mismo que Gilberto vistió en 1950 a sus 15 años.
Convivió y sintió el apoyo de Armando Toledo, el célebre cantante e intérprete de “La pava”, de muy buen nivel de Huatabampo, quien incluso le dio hospedaje en un cuarto de madera de 3.6 metros cuadrados en Pueblo Nuevo. Tan pequeño era el cuarto que sólo lo utilizaban para dormir tres personas; tenían que bañarse y taquear por fuera del domicilio -difícil en sus inicios la vida del artista, diría Gilberto-.
Eran los tiempos de la gran expansión agrícola de Baja California, de las grandes migraciones del sur al norte, de los trabajadores agrícolas enganchados, de la apertura del ferrocarril, de la cerveza “Mexicali” -la primera mexicana de exportación-, de los Laboratorios Mayo, de la búsqueda en México de valores artísticos por parte de la industria musical norteamericana, y de la gran expansión comercial y social de Tijuana.
Fue así como Gilberto conoció al promotor Manuel S. Acuña -que lo había escuchado cantar en la XED, una de esas radiodifusoras de largo alcance que se escuchaban a grandes distancias de San Luis a los Ángeles y de Rosarito a Guasave-. Acuña viajó a Mexicali para buscar un cantante de parodias de José Alfredo Jiménez y lo encontró pronto. Gilberto las grabó en la XECL donde cantaba en los programas de la cervecería, bajo la marca de discos “Imperial” de Mexicali.
Para 1951 la suerte le sonreía, compró su primer carro: un Plymouth 1941 en 125 dólares. Ganaba ya tres mil pesos a la semana y se reportaba siempre con su familia para los gastos.
En 1952 se casa con Aurora Salazar Bretado, hija del diputado local por Navojoa en 1935, Miguel Ángel Salazar Ayala.
En 1953 conoce a Paco Miller, de la primera carpa de revista “Belmont”, y Jorge Maulme lo contrata para que cante por 90 pesos diarios. Tiempos donde en las carpas actuaban “Los Xochimilcas”, “Los Dos Reales”, “Capulina”, Malena Montes, entre otros.
Gilberto hizo varias giras por todo el país, empezando por Nogales. Fue en Hermosillo en el terreno de la pera del ferrocarril (Luis Encinas y Matamoros) cuando el público le coreaba canciones, y entraba a la carpa gritando ¡”El Sahuaripa”! al enterarse que Gilberto era el único artista sonorense de la carpa… el mote se le quedó para siempre.
El mismo Paco Miller lo presenta posteriormente con Félix Cervantes, en aquella época propietario del Teatro Cervantes, primero, y después del Blanquita. Eran los tiempos del florecimiento en el Distrito Federal de los teatros de revista como el Tívoli, Lírico, Iris, Folies, Cervantes y Blanquita. Trabaja dos semanas en 1954, alternando con Clavillazo y Gaspar Henaine “Capulina”, y trabaja también en Garibaldi en el “Guadalajara de noche”.
Regresa después a Mexicali, en donde permanece cantando en bares -kyriando- hasta parte de 1956, cuando después de organizarle un homenaje, le juntan dinero y se regresa al Distrito Federal.
A finales de 1957, al conocer a Cuco Sánchez en la casa grabadora RCA Víctor, éste le otorga el original de la canción “No soy monedita de oro” y también graba “¡Ay Sonora!”, ambas con el Mariachi Vargas de Tecalitlán; con las dos canciones se da a conocer nacionalmente.
José Alfredo Jiménez, su amigo y compadre -que tomaba Whisky Cutty Sark con coca cola y sin hielo- a quien había conocido en las carpas y las caravanas “Corona”, le da el original del corrido “El caballo blanco” en 1959, y también pega muy fuerte.
Gilberto había recorrido un camino difícil y complicado con mucha tenacidad, paciencia y esfuerzo. No era fácil moverse en esos tiempos en la competencia con Negrete (muerto en 1953), Infante (muerto en 1957), “El Charro” Avitia, “La Tariácuri”, Luis Pérez Meza, José Alfredo, Aceves Mejía y el surgimiento de Javier Solís. Tiempos donde era más la fama que el dinero, porque los cantantes dependían de sus presentaciones en caravanas o teatros establecidos, y porque la industria del disco estaba limitada a la capacidad adquisitiva del mexicano que no compraba discos, y muy pocos hogares contaban con los aparatos reproductores de acetatos como los tocadiscos y las consolas. En mucho dependían de la radio, principalmente de la XEW y la XEB.
A principios de los sesenta viene a Hermosillo y come en el restaurante Xochimilco, ahí trabajaba un mesero que le decían “El morito”, porque se la pasaba cantando el corrido de “El moro de cumpas”, grabado con mediano éxito por un conjunto norteño regional. Sin embargo, el corrido era muy popular porque lo interpretaban en cuanta carrera y fiesta se realizaban, y las tiendas de discos presionaban para que el corrido se grabara. Gilberto se aprende la melodía y Rubén Fuentes lo anima a grabarla en febrero de 1963, primero con la letra captada telefónicamente desde Hermosillo, donde quien la dictó se equivocó con el nombre del dueño del moro en la primera versión: Pedro Fimbres decía -se corrigió luego por Pedro Frisby- contra el relámpago, “el caballo de estima de su amo Rafael Romero.”
El Sahuaripa lleva seis grabaciones con distintos conjuntos de “El moro de Cumpas” y ha vendido más de dos millones de copias. Con el corrido “El tío Juan”, del mismo autor, Leonardo Yáñez, coronó éxito y grabaciones. En 1963 participa por tres días -de las 9 a las 23 horas- con César Costa en el maratón pro remodelación de la Catedral de Hermosillo.
A “Pepe” Jara lo conoce en sesiones de bohemia cuando éste tocaba para el trío Culiacán y “Los Pepes”. Sus reuniones eran en Liverpool 123 en el Restaurante 1-2-3, a donde seguido llegaban Juan Neri, Mario Molina, Lupe Mejía, “Pepe” Jara y Gilberto entre otros. Ahí es cuando el ex esposo de María Victoria y Consuelo Velásquez (a quien ella le compuso “Que seas feliz”), Mariano Rivera Conde -creador de “Los Bribones” y el trío “Los Calaveras”-, oye cantar en dueto a Gilberto y “Pepe” Jara; y los anima para cantar juntos. Uno era ya famoso por “El moro de Cumpas” y el otro por el éxito de Álvaro Carrillo “La mentira”. Al escuchar la propuesta le contestaron al unísono: “¡Nos vas a dejar en la miseria!”, y les contestó “¡pues por eso y por su tamaño físico, así se va a llamar el dueto Miseria!” y así se quedó el nombre.
Como dueto Miseria graban a finales de 1964 y obtienen inmediatamente el éxito con “Declárate inocente”, “No me amenaces”, “Retirada” y “Una limosna”. El dueto deja de grabar en 1967 después del décimo LP, y la amistad de Gilberto con “Pepe” Jara se mantiene sólida hasta la muerte de éste en 2005.
Gilberto convivió y trabajó junto a Javier Solís en Cajeme, Guaymas, Houston y San Antonio; en el sur de Sonora lo promovió su compadre Óscar Campuzano. El mejor elogio, de Vicente Fernández: “Yo te admiro como cantas Gilberto”. Filmó con Tony Aguilar ¨El moro de Cumpas¨. Logró 20 temporadas consecutivas en el “Million Dollar” de los Ángeles.
Entre 1967 y 1976 Gilberto obtiene sonados éxitos en el canto y en los negocios: abre el primero de tres de los “Sahuaripa piano bar” y participa además en campañas políticas. Trabaja en el “Plaza santa Cecilia” de Jaime Fernández y Alfonso Brito. En 1976 gana el festival OTI con su célebre interpretación “De que te quiero te quiero”. No era fácil ganarle a gente como Napoleón, Sergio Esquivel, María Medina y Felipe Gil; sin embargo, Gilberto lo logró y su fama se incrementó.
Amigo personal de Luis Encinas, Faustino Félix, Carlos Armando Biébrich, Armando López Nogales, Braulio Maldonado, Milton Castellanos y Roberto de la Madrid, así como el ex presidente José López Portillo. Gilberto afirma que su relación con los políticos siempre le sirvió para ayudar a los demás. Sin dudarlo -y confirmado además- ratifica que el 40% de su trabajo artístico, él se lo regaló a Sonora y a los sonorenses. Su última incursión la tuvo en Telemax entre 1997 y el 2003.
Su ídolo siempre, por su enorme calidad lo confiesa: Luis Pérez Meza, el trovador del campo; mientras que de Sonora reconoce a Armando Toledo, Adrían Olea “Chacho” Barrera, y Sergio Vega.
Gilberto Valenzuela pertenece a una generación que triunfó por su talento y no por la publicidad, ni por los chismes de las revistas del corazón. Es el único artista local que se dio el lujo de cantar todo el repertorio sonorense, desde “el Tarachi”, y la “Flor de Capomo” a “la Barca de Guaymas y “el Corrido de Sonora”. Posicionó en el mundo a Agua Prieta y Cumpas y, desde luego, a su natal Sahuaripa.
A sus casi 75 años que cumplió el 27 de febrero, Gilberto “El Sahuaripa” Valenzuela, que actualmente vive en Mexicali, dice que “sin ser millonario pero con algo para vivir”, le quedan varios pendientes: conservar el cariño de la gente de Sonora y Baja California, disfrutar a sus 7 hijos, 15 nietos y 5 bisnietos, tener un retiro digno y sin enfermedades, pedirle perdón a quienes haya ofendido involuntariamente, seguir trabajando allende la frontera, y su deseo… que cuando muera lo sepulten en Sonora, su tierra que ama entrañablemente, la que lo vio nacer y que lo bautizó con el nombre artístico de toda su vida.