BIBIANA BELSASSO
Hace unos días se dio a conocer la captura de Andrés Filomeno “N”, de 72 años, feminicida serial del municipio de Atizapán de Zaragoza. Se estima que son por lo menos 20 mujeres las asesinadas por este sujeto. En sus apuntes este hombre tenía todo tipo de información sobre las víctimas y las partes del cuerpo de cada una de ellas.
La historia ha cimbrado a todo el país. Pero ésta no es ni remotamente la única historia de feminicidas seriales en México.
Uno de los casos más sonados de un feminicida serial se dio en los años cuarenta. Es la historia de Goyo Cárdenas. Asesinó a cuatro prostitutas y las enterró en el patio de su casa, en la calle de Mar del Norte número 20, en Tacuba, y cuando mató a la quinta, que era su novia, las autoridades lo descubrieron.
El maestro Raúl Quintanilla puso en escena, hace unos años, la obra de teatro El criminal de Tacuba. Conoce muy bien la historia de Goyo Cárdenas y la parte psiquiátrica de este personaje.
BB: ¿Goyo Cárdenas es el primer asesino serial?
RQ: No, mire, es que no es el primer asesino serial, es el primer caso que se juzga en México como enfermedad mental.
BB: Dicen que Goyo Cárdenas fue un hombre muy inteligente.
RQ: Es un señor que no aprende Derecho ni aprende Psicología, aprende el procedimiento penal trabajando como chicharito ahí en el juzgado de Lecumberri. Llevaba una vida muy peculiar, porque estaba sentenciado, pero no le habían dado el dictamen correcto, se avienta 34 años en la cárcel y no tiene todavía el dictamen, y rebasa la pena máxima. Fue un caso lleno de irregularidades. Goyo Cárdenas salía y regresaba de la cárcel como se le daba la gana, era verdaderamente un problema.
Con un puñal, mató a siete personas, siete mujeres y fue muy famoso el caso de El Chalequero. También hubo otros casos, hubo uno muy famoso, pero ése es más de los 60, de la famosa Tamalera, que mata a un señor, mata a su esposo, lo despedaza y no solamente lo despedaza.
BB: Goyo tenía un problema psiquiátrico, ¿en qué momento puede salir de la cárcel y casarse?
RQ: Mire, es que no sale de la cárcel y se casa, se casa estando en la cárcel, se casa con una señora que limpiaba y que arreglaba pisos, ahí se casa Goyo Cárdenas, y después esta misma señora se acerca al Presidente Echeverría, una vez que hacen una visita y están en aquel tiempo estableciendo el cambio para hablar de la capacidad de rehabilitar que tenía el proceso penitenciario mexicano, lo cual es verdaderamente una tomada de pelo, esta señora se acerca al Presidente de la República y el Presidente de la República le dice al secretario de Gobernación, que era Moya Palencia, le dice: “arregla el caso”, el señor toma las cosas de manera literal y le dan la amnistía, él sale por amnistía, pero ya estaba casado con esta señora y realmente los hijos eran… el hijo mayor era un hombre muy educado, muy apreciable. Lo interesante del asunto, como había que buscar este proceso de hombre rehabilitado, pues se les ocurrió presentarlo como un abogado, que era un hombre muy brillante, muy inteligente, y paró en la Cámara de Diputados y la Cámara de Diputados se puso de pie a aplaudir a Goyo Cárdenas. Carlos Monsiváis decía que él no sabía a quién estaban aplaudiendo, si al hombre rehabilitado o al asesino de mujeres, porque la situación era realmente confusa, y como todas las cosas en México, eso tocaba lo macabro.
Carlos Monsiváis decía que él no sabía a quién estaban aplaudiendo (los diputados en la Cámara), si al hombre rehabilitado o al asesino de mujeres, porque la situación era realmente confusa, y como todas las cosas en México, eso tocaba lo macabro
BB: ¿Cómo puede ser que en la Cámara de Diputados le aplaudan a un asesino?
RQ: La sociedad mexicana ha convivido con la enfermedad muchísimo tiempo. El psicópata te puede llevar a la quiebra, te puede engañar, te puede destrozar, o también puede llegar a aniquilarte o matarte como persona; el problema es la poca detención que tenemos en el sistema y el caso del señor de Ecatepec… acuérdese, ha habido casos así de gente enterrada en los pisos, el caso de Las Poquianchis en 1960, que eran unas señoras que se les llamaba lenonas, unas dueñas de prostíbulos en Guanajuato, que fue realmente un escandalazo. Hemos vivido eternamente junto a la violencia, a la enfermedad, al asesinato, pero sobre todo, este gusto y esta pasión que tiene el mexicano por el feminicidio, por atacar a sus mujeres, la psicopatía está en nuestra sociedad, no nada más en seres humanos específicos.
BB: ¿La madre de Goyo lo encubrió muchos años?
RQ: Parece ser que la madre lo encubrió, entonces lo localizan en un hospital que estaba en la calle de Cracovia, que ya desapareció, lo localiza un jefe de la policía que no me acuerdo el nombre, pero era muy conocido, y entonces cuando llega y le dice a Gregorio Cárdenas que se entregue, Gregorio Cárdenas le enseña un gis y le dice con el gis: “mira, aquí están las propiedades de la invisibilidad que yo he logrado”, haciéndose el loco y en ese momento este señor le dice: “o te entregas o te rompo el hocico”, y automáticamente dice: “ya, me entrego”. Ahí se le acaba la locura y él escribe sus declaraciones a máquina, muy tranquilo, y él se entrega y ahí empieza todo el desorden de carácter jurídico, donde él se declaró culpable. Tiene una ficha de culpabilidad, pero no se dictamina cuál es su problemática y cuántos años de sentencia le tocan, es un proceso tan irregular como toda la historia del derecho o la historia penitenciaria en México.
BB: Maestro Quintanilla, cuando usted presentó esta obra incluso los familiares de Goyo le reclamaron porque se estaba difamando a este personaje, cuando nunca se difamó, simplemente se plasmó la historia.
RQ: Es muy interesante porque no se difamó absolutamente a nadie, lo que pasa es que el señor, con una especie de delirio de grandeza, pensaba que se le iba a hacer un homenaje, yo no veía por ningún lado por qué hacerle un homenaje, ni tampoco la obra se iba a manejar como el antihéroe, no, era una visión, una obra de Víctor Hugo Rascón Banda, que al principio se llamaba Mar del norte y quedó en El criminal de Tacuba, y se presentaba el caso de Goyo Cárdenas, todo. Después nos dimos cuenta que este señor estaba vivo, se habló con él y se le dijo, se le pidió su autorización, no se debía pedir autorización, porque es una figura pública e inclusive se le dio la cantidad de derechos de SOGEM.