*El presente artículo forma parte de una serie de textos explicativos sobre el desarrollo y la distribución de vacunas. Puede consultar más información sobre las vacunas, desde las primeras etapas de la investigación hasta su implementación en los países, en la serie «Las vacunas, explicadas» de la OMS.
Las vacunas contra la COVID-19 son inocuas y previenen la aparición de síntomas graves y la muerte por esta enfermedad. Algunas personas presentan síntomas leves tras la vacunación, lo cual indica que su organismo está adquiriendo inmunidad.
Por qué es normal presentar efectos secundarios leves tras ser vacunado
Las vacunas están concebidas para conferir inmunidad sin correr el riesgo de presentar la enfermedad contra la que protegen. Tras vacunarse, algunas personas presentan síntomas de leves a moderados que se deben a que su sistema inmunitario está haciendo que su organismo reaccione de una determinada manera, por ejemplo, aumentando la circulación de la sangre para que se distribuyan más células inmunitarias y aumentando la temperatura corporal para matar más fácilmente a los virus.
Estos efectos de leves a moderados, como febrícula o dolores musculares, son normales y no deben causar alarma, pues indican que el sistema inmunitario está respondiendo a la vacuna o, más concretamente, al antígeno (es decir, la molécula que desencadena la respuesta inmunitaria) y de que se está preparando para luchar contra el virus. Por lo general, los efectos secundarios desaparecen espontáneamente a los pocos días.
Los efectos secundarios habituales de una intensidad de leve moderada son un buen signo que nos indica que la vacuna está funcionando. No obstante, la ausencia de efectos secundarios no significa que la vacuna no sea eficaz, porque cada persona reacciona de forma distinta a las vacunas.
Efectos secundarios habituales de las vacunas contra la COVID-19
Como cualquier vacuna, las que protegen contra la COVID-19 pueden causar efectos secundarios, la mayoría de los cuales son leves o moderados y desaparecen espontáneamente a los pocos días. Los resultados de los ensayos clínicos muestran que también pueden aparecer efectos secundarios más graves o duraderos. En cualquier caso, siempre se mantiene una vigilancia para detectar cualquier efecto adverso.
Algunos de los efectos secundarios típicos son dolor en el lugar de inyección, fiebre, cansancio, cefaleas, mialgias, escalofríos y diarrea. La probabilidad de que ocurran varía en función de cada vacuna.
Las vacunas contra la COVID-19 protegen solamente contra el virus SARS-CoV-2, por lo que es importante mantener también un buen estado de salud.
Efectos adversos menos frecuentes
Cuando se vacuna a una persona, es posible que se le pida esperar de 15 a 30 minutos en el lugar de vacunación para que pueda ser atendida por trabajadores de la salud en caso de que presente alguna reacción inmediata. Las personas vacunadas deben avisar a los profesionales sanitarios de cualquier efecto secundario inesperado o de otros problemas de salud tras la vacunación, por ejemplo, los efectos secundarios que duren más de tres días. Uno de los efectos secundarios menos frecuentes que se han notificado con las vacunas contra la COVID-19 son las reacciones alérgicas graves (como casos de anafilaxia); sin embargo, esta reacción es muy infrecuente.
Las autoridades nacionales y los organismos internacionales, entre ellos la OMS, hacen un seguimiento atento del uso de estas vacunas a fin de detectar posibles efectos adversos inesperados.
Efectos adversos prolongados
Por lo general, los efectos adversos de las vacunas aparecen durante los primeros días. Desde que se puso en marcha el primer programa de vacunación colectiva a principios de diciembre de 2020, se han administrado cientos de millones de dosis vacunales y no se han notificado casos de efectos secundarios que duren más de varios días.
Se ha planteado la preocupación de que las vacunas de ARN mensajero contra la COVID-19 puedan causar síntomas de enfermedad, pero ninguna de las vacunas que contienen los virus vivos que causan la COVID-19 y, en consecuencia, no ocasionan la enfermedad.
Tras la vacunación, el organismo suele tardar varias semanas en adquirir inmunidad contra el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19. Por consiguiente, es posible infectarse por este virus inmediatamente después de la vacunación y presentar síntomas debido a que todavía no ha pasado suficiente tiempo para estar protegido.
Los efectos secundarios que aparecen tras la vacunación indican que la vacuna está funcionando y que el sistema inmunitario responde de la forma esperada. Las vacunas contra la COVID-19 son inocuas y vacunarse protege contra la COVID-19.