Si de por sí los candidateables (o los que quieren serlo) trabajan poco y sonríen mucho, pensemos ahora en tres años…
Por Verónica Malo Guzmán.
Lo nuestro duró
Lo que duran dos peces de hielo
En un whisky on the rocks
En vez de fingir
O estrellarme una copa de celos
Le dio por reír
De pronto me vi
Como un perro de nadie, ladrando a las puertas del cielo
Me dejó un neceser con agravios, la miel en los labios
Y escarcha en el pelo
JOAQUÍN SABINA
En la última semana, más de 50 plumas de todas las ideologías han coincidido en hablar de la próxima elección presidencial. Poco importa que faltan casi tres años para llegar a ese áspero —aunque espero no fatídico— 2024. Y todos hemos aventurado más de una teoría, hipótesis o razón para explicar el porqué de que el ejecutivo federal haya adelantado tantísimo dicho proceso.
Pero más allá de la propuesta de López Obrador —que por supuesto importa—, este ha construido la reina de las cortinas; ¡una que durará tres años!
Ya conocemos bastantes otras en estos tres últimos años. Desde el salir a macanear para ser ponchado; desayunar después de las mañaneras en Palacio Nacional; recibir deportistas y moneros “amigos al régimen”, culpar a otros — a los españoles o a Felipe Calderón, por ejemplo— de lo que ocurre en el país; y, por supuesto, sus frases huecas pero muy pegajosas. Mas ninguna ha tenido la duración que nos espera con esta distracción a la que me refiero hoy.
Por lo visto el atractivo en torno a su figura presidencial comenzó a menguar bastante (o al menos es la lectura que López Obrador hace), cuando recurrió al juego que prende de especial forma a nuestro país: el de los tapados. Y si bien continúa la vieja usanza priista —no nos hagamos— del dedazo, en su caso volvió “austero” el proceso al abrir a los candidatos cual viles corcholatas de botella y adelantar ese destape en la figura de Claudia Sheinbaum por Morena y Ebrard… por donde se acomode.
A partir de ello, la fiebre tapadista se instaló en diversas personas que “ya se vieron” y han publicitado a los cuatro vientos y en todas las redes sociales su intención de asegurar alguna candidatura.
Sin embargo, la reina de las cortinas no únicamente es utilizada por el hacedor de la misma, sino que ha logrado que aun quienes saben de su existencia, hoy participen en su charada.
Así, una Xóchitl Gálvez ha anunciado ya su intención de ir por la jefatura de la Ciudad de los Palacios; Samuel García también está dispuesto a ganar “la grande” con base en Instagram, Facebook y demás; mientras Enrique Alfaro prefirió avisar desde ahora que si saben contar, mejor no cuenten con él para este trance.
Ricardo Anaya merece mención aparte, pues él ya inició una campaña al más puro estilo obradorista recorriendo el país. Su tocayo Monreal, ya avisó que sí quiere estar, pero la verdad es que en Palacio ni lo ven ni lo oyen. Ellos, además de Marcelo Ebrard que, por estar presumiendo vacunas, hizo tremendo papelón en las Naciones Unidas…
Se nos vienen casi tres largos años de una campaña permanente, donde morenistas, opositores e independientes tratarán de hacernos ver que son la mejor opción para la ciudadanía. ¿Ya pueden imaginarlo? ¡Qué verdadero horror! Pero eso sí, todos participamos —algunos más gustosos que otros— a la construcción de la reina de las cortinas de humo ideada por López Obrador.
Si de por sí los candidateables (o los que quieren serlo) trabajan poco y sonríen mucho, pensemos ahora en tres años… Esperemos un mayor número de fotos cargando niños, jugando con animales y poniendo cara de preocupación. Por supuesto, desatendiendo todavía más sus obligaciones.
El prestidigitador, tramoyista, presentador y artista principal de las mañaneras ha logrado que su cortina de humo sea utilizada por todos los que quieren llegar a un puesto público de votación popular.
Pensar que eso es lo que nos espera los próximos mil días, hacen suspirar por historias más creíbles como “Las mil y una noches” o más olvidadizas como aquella canción de “19 días y 500 noches”.
La reina de las cortinas solo crecerá de tamaño al paso de los días, haciendo que perdamos de vista lo que importa. ¿Qué haremos para disminuir esa cortina, sin perder de vista las pifias y yerros de quienes quieren estar en la boleta en el 2024, sobre todo a sabiendas de que el único que realmente está, ha estado y estará es el hoy presidente? La reina de las cortinas nos impide vislumbrarlo.
Y es que de tanto que la queremos tardaremos demasiado en aprender a olvidarla.