PARALAJE
/Liébano Sáenz/
Uno de los efectos más perniciosos de la polarización es que las posturas fuera de los extremos son sistemáticamente descalificadas y hasta despreciadas. Un sentimiento de guerra, propio de esta circunstancia, demanda de las partes en conflicto incondicionalidad. Considero que una pista para evitar la polarización es definir con claridad los términos de lo aceptable y aquello que debe rechazarse, así como tener la disposición para ver los aciertos de unos y otros.
Así, por ejemplo, es mucho sobre lo que pudiéramos tener reserva de lo que hace el actual gobierno. Algunas cosas son sustantivas y otras más bien de forma. También hay aciertos. Por ejemplo, la iniciativa legal para contener el tráfico ilegal de armas es un acierto. De la misma forma está la política salarial y todavía más el nuevo régimen laboral que da espacio a la democracia sindical.
Justo medio, debe subrayarse, no es neutralidad ni tampoco buscar posturas intermedias. Al contrario, se trata de afirmar lo que es aceptable con toda determinación y claridad, así, sin etiquetas, venga de donde venga, de la misma forma que se rechaza lo que no está bien.
La pertinencia de la autocrítica de un gobierno es la perspectiva del tiempo y de lo que existe. Aunque todo régimen pretende asumirse trascendente, la realidad es que estos son de carácter temporal. Más aún, si pretende reproducirse, necesariamente tiene que adecuarse a la dinámica del cambio social. Como tal, soy de la opinión, cualquiera que sea el desenlace de la elección de 2024, que las formas y el fondo de la política actual sufrirán cambios sustantivos, particularmente lo que es insostenible a partir de lo deseable para bien del país. Tendrá que haber un gobierno más enfocado en los resultados que en las intenciones.
No le hace justicia a la nación que la valoración de lo que existe tenga que pasar por el tamiz del fundamentalismo revolucionario que rompe con todo lo heredado. Esas rupturas radicales involucionan respecto al pasado que pretenden superar. Como tal, y México había sido un buen ejemplo, la transformación gradual ofrece mejores condiciones para mantener lo idóneo, corregir lo disfuncional y construir instituciones, procesos, valores y actitudes para el porvenir.