LINOTIPIA
/ Peniley Ramírez /
“Esta iniciativa cuenta con todo el apoyo del gobierno federal”, decía en Tabasco el entonces gobernador Adán Augusto López -ahora secretario de Gobernación-, ante un público sonriente. Era octubre de 2019. La iniciativa era un proyecto que pretendía estrechar lazos comerciales entre tabasqueños y texanos para la exportación a Texas de plátano, piña, papaya, pescado. El padrino del proyecto era el empresario Alejandro del Valle. “Hemos trabajado diez años para lograr este día”, dijo Del Valle.
Esta semana, Del Valle fue detenido en la Ciudad de México, acusado de fraude. Las noticias de los últimos días refieren que participó en la compra de Interjet, en la de Radiópolis y que en ambas no aportó el dinero que prometió. Una fuente me confirmó que también le han cancelado la compra de propiedades que adquirió en remate al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, en los primeros meses del obradorismo, porque tampoco pudo pagarlas.
Antes de diciembre de 2018, pocos en México habían oído hablar de Del Valle, pero en 2019 y 2020, esto cambió. En la Ciudad de México, él paseaba en Palacio Nacional, incluso daba “tours” a empresarios visitantes para que conocieran los cuadros colgados en las paredes del edificio, me dijeron fuentes que conocieron esas caravanas. Ante los funcionarios, Del Valle se ufanaba de ser un exitoso hombre de negocios en Texas y de tener una envidiable red de contactos. Ante otros empresarios, se decía un consentido de la administración federal.
Del Valle en efecto vivió en The Woodlands durante casi toda la administración de Enrique Peña Nieto y allí creó el grupo de empresas HBC International, que pretendía comercializar productos mexicanos allí, enviar remesas y vender bienes raíces. Sus hijos Carlos y Samantha formaron parte de varias de esas sociedades. Casi todas las operaciones estaban bajo el amparo de una organización que llamaron “Capítulo México” de la Cámara Intercontinental de Comercio, de Houston.
El exbanquero tabasqueño Carlos Cabal Peniche era el “co-presidente” de esa organización que, dice su página, desde 2018 “apoya al gobierno mexicano, como asesor en la implementación de los programas sociales, tales como Banco del Bienestar y en la reestructuración de ciertas entidades, como SEGALMEX y Salud”.
Los registros públicos de las empresas texanas de Del Valle muestran alertas que no coinciden con el perfil de un empresario acaudalado. Su empresa de envíos de dinero, Penny Money LLC, fue establecida en 2014. Tenía como domicilio una oficina de abogados. Funcionaban desde una página en Facebook, no hay indicios de que tuvieran un local, de que la prensa registrara su ingreso al mercado o que alguien, además de ellos mismos, advirtiera su existencia. Ahora está inactiva. Migrante Seguro LLC también está inactiva. Recibió quejas de exempleados, con alegatos de que no les pagaban sus sueldos.
Sus compañías de comercialización de productos HBC International, y varias filiales, tienen como contactos números telefónicos que no están en servicio, páginas web que no existen y aparecen como inactivas ante el Departamento de Corporaciones de Texas. La administradora de las compañías es Samantha del Valle, la misma hija del empresario, que fungió como su representante para los negocios de Interjet y Radiópolis.
En la Cámara Intercontinental de Comercio de Houston me dijeron que no tienen ninguna opinión sobre él, que en realidad nunca fueron cercanos. “Nosotros no hacemos negocios juntos. Solo fuimos relacionados como Cámaras, como hacemos con empresarios alrededor del mundo. La Cámara México, él la hizo”, me dijo un vocero.
El sustento y futuro económico de muchas personas en Radiópolis e Interjet dependen de la resolución judicial que tendrán estos casos. Las pistas sobre Del Valle estaban allí desde antes, cuando se le aplaudía como uno de los aliados del gobierno en turno. Espero que las investigaciones oficiales las sigan y profundicen en ellas.