Banco… ¿del bienestar?

“DEBO, NO NIEGO; PAGO, LO JUSTO”

  /  Teresa Carbajal /

 

Al 30 de junio de 2021 la cartera vencida del Banco del Bienestar, antes Bansefi (Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros), ascendía a 531 millones de pesos, lo que muestra un incremento del ciento veinticuatro por ciento respecto al del año pasado en el mismo periodo, con un IMORA de 19.33% mientras que la banca comercial reporta un 2.45% lo que quiere decir que en el primero, uno de cada cinco crédito no se pagó.

El 28 de febrero del año 2019, en el Diario Oficial de la Federación se publicaron las reglas de operación del Programa de Microcréditos para el Bienestar, que podremos identificar mejor si me refiero a él con el pseudónimo popular con el que se le bautizó: “Tandas del Bienestar”.

Denominación con la cual nunca estuve de acuerdo, pues el pseudónimo no era acorde con los esfuerzos que durante años se venían haciendo en materia de educación financiera, para persuadir a quienes participan de este esquema de ahorro y que muchas veces resultan defraudados, precisamente por la falta de seriedad y sobre todo de seguridad en el tandero y los participantes; pues en nuestra experiencia, casi todos podemos contar alguna anécdota personal o de tercera persona a quien el “tandero” se le fue con el dinero de los participantes.

Aún así, y mas allá del nombre, lo que verdaderamente llamaba la atención del programa era la facilidad con la que una persona, “bajo protesta de decir verdad” y casi sin requisitos podía acceder a los seis mil, diez mil, o quince mil pesos que se otorgaban vía tandas del bienestar, dado que, si bien es cierto los mexicanos somos ‘bien pagadores’ y por lo mismo tenemos derecho a ser sujetos de crédito y que las instituciones mejoren sus políticas de inclusión financiera; no menos en verdad, que mientras mas claras estén las reglas del juego, mejor será el funcionamiento de un programa sobre todo cuando de pagar se trata.

Es decir, en todo contrato de préstamo se especifica la forma, fecha y lugar en que debe ser cumplida la obligación de pago, los intereses a cubrir y desde luego la garantía o pena convencional, que servirá de apremio en caso de no satisfacer el compromiso a cabalidad; condiciones que ameritan una mayor relevancia (y observancia) si tenemos en cuenta que se trata de un programa social, operado con fondos públicos (financiado con los impuestos de todos) sobre todo si se quiere que este perdure y beneficie a un mayor número de personas al dotarlas de liquidez para llevar a cabo sus proyectos comerciales o darles una ayuda o empujón en momentos en los que aparentemente nadie cree en ellos.

Sin embargo a 2 años del arranque del programa, se encuentra suspendido, sin la posibilidad de beneficiar a más personas y con una deuda -incobrable- que repercutirá sin duda en los intereses de todos, de los que pagamos el programa, de los que fueron beneficiados y ya no podrán acceder a más, y de los que esperaban participar por primera vez.

Esto es así, pues en la primera quincena del mes de agosto de este año, se hizo el anuncio que al duplicarse la cartera vencida del Banco del Bienestar, éste dejaría de dar créditos. Pues su índice de morosidad (IMOR) en los últimos tres meses alcanzó su mayor nivel registrado desde octubre del año 2019, y quizá en toda la historia la historia del Banco, pues al tomar las riendas la actual administración del entonces Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros, su índice de moratoria apenas sí alcanzaba el 9.01%.

Cerrándose con ello la posibilidad de que el banco represente por ahora una alternativa de financiamiento, diferente a la banca comercial, para los usuarios, pues únicamente podrá ejercer la función de captación de recursos.

Reflexionando, quizá la idea de los “créditos a la palabra” hoy llamados tandas del bienestar, y en su momento apoyos de la Solidaridad por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, aunque parecidos, no eran malas, solo que faltaron reglas -de cumplimiento- para evitar que pareciera, que se estaba regalando dinero, pues un crédito es un crédito y hay que pagarlo.

 

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