** Gente como Uno.
/ Mónica Garza /
1.No jugar ni chatear con desconocidos, 2. establecer horarios de juego, 3. no proporcionar datos personales, telefónicos o bancarios, 4. mantener la configuración de seguridad para los niños en los dispositivos… El que llaman “control parental”, en el caso de los menores de edad, es decir, jugar de preferencia bajo la supervisión de los adultos…
Es parte del “Decálogo de Ciberseguridad” que presentó el Gobierno Federal luego de centrar la atención esta semana en los videojuegos, que pueden ser usados por el crimen organizado para reclutar jóvenes.
Y tuvo razón el Presidente, al mencionar que en el seno familiar hay que dedicar más tiempo a los chavos, pero el Estado también tiene una gran responsabilidad en atender las necesidades de ese sector cada vez más vulnerado, como ha insistido infinidad de veces la Red por los Derechos de la Infancia en México.
Aquí no se tienen políticas públicas específicas para atender a niñas, niños y adolescentes, lejos de campañas o programas que se quedan en lo superficial y los resultados están ahí, caminando como los cangrejos.
En este sentido del riesgo que hoy corren los jóvenes, otras acciones se podrían considerar por parte de las Fiscalías, como la correcta aplicación del tipo penal cuando de menores de edad se trata.
Tipificar el delito de reclutamiento infantil es fundamental, porque cuando los menores entran al crimen organizado, se debe de partir del hecho de que son víctimas antes que victimarios. Porque NO están ahí voluntariamente.
El Observatorio Nacional Ciudadano ha reportado que son entre 145 mil y 250 mil menores los que están en peligro de ser reclutados por la delincuencia organizada, y no solamente por el uso de videojuegos.
El factor más determinante en nuestro país es la violencia, la marginación social y la pobreza en la que viven cerca de 20.7 millones de niñas, niños y adolescentes en México.
Viviendo en el rezago, para muchos dolorosamente, el crimen organizado es una forma de subsistir, como lo ha señalado también la Organización Reinserta, que especifica que los menores pueden llegar a recibir hasta 35 mil pesos mensuales, y no solo como “halcones”, sino en actividades relacionadas al secuestro, narcotráfico o extorsión, dado que “son fáciles de suplir en caso de morir o ser detenidos”…
Otra “área de oportunidad” en dicho Decálogo es la visibilización correcta del tema, pues no es lo mismo la trata de niños, que el trabajo infantil, que el reclutamiento. Hay que diferenciarlo para no confundirlo y entender la sanción del delito como corresponde.
Otro factor es el fácil acceso a las drogas en espacios públicos. Hay que hablar de ello con claridad, sin tabúes y especificando las consecuencias de relacionarse con organizaciones delictivas a cualquier nivel.
Imagen publicitaria de Free Fire, uno de los videojuegos en los que delincuentes reclutan jóvenes.Foto: Especial
Subrayar a los jóvenes que la violencia dentro del hogar debe de ser denunciada, porque esta también es una razón por la que muchos van a buscar la “protección” o “seguridad” que no encuentran en sus hogares —ni en instancias de gobierno—, en lugares de “poder”, como son las células delictivas.
Reinserta documentó que de 89 jóvenes presos, 67 se asumían como miembros del crimen organizado, en siete estados particularmente: Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Estado de México, Guerrero, Oaxaca y Quintana Roo.
Es bien sabido que en comunidades de Guerrero, niños y adolescentes —menores de 15 años— se han visto obligados a tomar las armas, para integrarse a grupos de autodefensas o policías comunitarias que buscan defenderse del narco.
Son entrenados casi profesionalmente, para defender a los suyos de posibles secuestros, robos o asesinato. Y ahí están las imágenes demoledoras, circulando por toda la red, de niños sosteniendo armas incluso más altas que su propia estatura.
En 2015, la Consulta Infantil y Juvenil del Coneval indicó que 26 mil 899 niñas, niños y adolescentes, de entre 10 y 13 años de edad, recibieron la oferta de integrarse a algún grupo delictivo, lo que correspondía al 2.6 por ciento de la población de 10 a 13 años a nivel nacional.
Sí, hay que blindar a los jóvenes del uso de videojuegos violentos e hipnotizantes, pero el problema de fondo está en la pobreza, la violencia en las calles, la descomposición social y el mensaje que se manda con una estrategia fallida de seguridad, que lejos de enfrentar al crimen organizado parece estarlo empoderando. Y eso no se combate aplicando un control parental.
El crimen organizado triunfa en su reclutamiento de niños, por la indefensión en la que se encuentran, en un entorno en el que muchos, solo tendrán dos posibilidades: la cárcel o la muerte… y eso no es culpa de los videojuegos.