Sobre duelos y despedidas.

/ Por: Zaira Rosas /

La pandemia nos enfrentó a distintos momentos duros, constantemente hablamos principalmente de los problemas financieros, pero otra situación constante fue la pérdida. Más de 5 millones de personas han fallecido alrededor del mundo, 257 millones de infectados, todos ellos han entendido de manera forzosa que la vida no es eterna.

Del 2020 a la fecha hemos estado llenos de duelos, de perdidas en múltiples aspectos y nadie nos enseña como lidiar con ello, hemos tenido que decir adiós a la gente que más amamos, normalmente entendemos un ciclo de vida en el que la gente tarde o temprano se va, pero han sido tantas las despedidas y tan repentinas que difícilmente sabemos manejarlas.

Algunos duelos han sido inesperados y no todos son alusivos a la pérdida de un ser humano, también hemos vivido duelos ante los fracasos laborales, la frustración de un negocio fallido o la separación de familiares o amistades porque en medio de una convivencia forzada nada resultó como esperábamos. Los padres asumen que su estancia en este mundo terminará antes que la de los hijos, pero muchos padres vieron salir a sus hijos para nunca más verlos regresar, teniendo que luchar de nueva cuenta y hacer frente a la vida, porque esta nunca se detiene.

Vivir el dolor de una despedida es algo común, pero difícil de entender, no bastan palabras de consuelo, no existe entendimiento y de momento es fácil perder las ganas, por ello siempre se agradece el rescate que brindan los seres queridos, familiares o amigos, capaces de hacernos recapacitar, devolvernos al presente y centrarnos en la necesidad de continuar.

Con todo lo anterior también cambiaron los rituales de despedida, nos acostumbramos a un número de pasos para saber soltar y en medio de una contingencia sanitaria a veces es imposible sostener por última vez al ser amado, ¿cómo obtenemos paz ante esto? ¿qué mas nos queda que dar tiempo al tiempo?, desgraciadamente además de la salud física, también tendríamos que poner atención a la salud mental, pues en medio del encierro y las pérdidas nuestra mente sufre distintos embates que de igual forma deberían ser atendidos.

Cualquier pérdida también es una herida, que necesita de primeros auxilios, en ocasiones de emergencia, pero rara vez le atendemos. Sin embargo, la Secretaria de Salud sí ha emitido ciertas recomendaciones, principalmente para saber cómo despedirnos.

Entre las sugerencias realizadas algunas pueden servir para todo tipo de duelos: Preparar un escrito hablando de nuestros sentimientos, hacer cartas a nuestros seres queridos diciendo todo aquel que ya no pudimos, cartas a nuestras emociones, describiendo por qué están ahí, también tener una caja de recuerdos de la gente que amamos o darle la simbología de un gran amor a un objeto.

De igual forma se emiten pautas de autocuidado pues uno de los síntomas más comunes ante la pérdida es la desorientación, olvidarnos de cubrir nuestras necesidades más básicas en medio del dolor, me atrevo a decir que ante estas circunstancias también aparece el núcleo más cercano, alguien debe tomar las riendas del aterrizaje y procurar que los dolientes tengan lo básico como agua y comida. Poco a poco es importante retomar el sueño, ejercicio y procurar alejarse de cualquier tipo de vicio como el tabaco o el alcohol.

Las recomendaciones abarcan también aspectos emocionales, cognitivos e incluso espirituales, así de necesario es el cuidado de la salud mental, pues se expande en múltiples ámbitos de nuestra vida, cuando no se atiende empieza a mermar el funcionamiento de cualquier persona en cada una de las esferas de su vida, por ello es indispensable que comencemos a prestar atención.

Decir adiós es difícil a cualquier edad, pero aprendamos desde ahora a vivir los instantes del presente, a decir a las personas cuánto les queremos y valorar cada momento que disfrutamos de la vida, así los recuerdos felices serán la mejor medicina y cada día pensaremos un poco menos o con menor dolor en esos momentos que se han ido o que no llegarán.