**LINOTIPIA
/ Peniley Ramírez /
Era 2008. Rocío Nahle hablaba frente al Congreso proyectando la voz con firmeza. En su mano tenía una fotografía de uno de los complejos de petroquímica de Pemex que recibió poco mantenimiento durante años, hasta convertirse casi en chatarra. Desde entonces, quien hoy lidera la estrategia obradorista en Energía estaba convencida de que había que invertir dinero en esas áreas. Hoy sigue estándolo, aunque las pérdidas auguren un 2022 de más problemas en la petrolera estatal, precisamente por la inversión allí.
Cada trimestre, Pemex presenta a sus inversionistas un reporte financiero. En este, desglosa cuánto ha producido, vendido y cuánto han pagado en deuda. El año pasado, reportó pérdidas estrepitosas, como la mayoría de las empresas del mundo. Con la economía mundial en pausa y una buena parte de la población en cuarentena, el consumo de combustibles y el precio del petróleo cayeron drásticamente. En el primer trimestre 2021, con el engranaje global de nuevo en marcha, Pemex redujo sus pérdidas en un 93%, al vender el petróleo de nuevo a mejor precio.
Pero las buenas noticias no duraron mucho. Entre julio y septiembre, otra vez Pemex anunció pérdidas acumuladas en el año por más de 100 mil millones de pesos, mientras que solo generó 39 mil millones de efectivo. Estos números pueden parecer complicados, pero la lógica es simple: cuando una empresa pierde más dinero de lo que gana, se encienden las alarmas. Para verificar si las pérdidas tienen que ver con un mal desempeño, se revisa un segundo parámetro: si está pagando menos impuestos y postergando deudas para sostener su operación.
En el caso de Pemex, esto también ha sucedido. Desde que comenzó la administración, Hacienda ha rebajado los impuestos sobre la utilidad compartida desde más de 70% hasta 40% para el próximo año. Para pagar sus deudas, también Hacienda le ha dado a la empresa más de 260 mil millones de pesos, incluida una inyección multimillonaria de efectivo que anunciaron la semana pasada y abordé en mi columna anterior, en este espacio. Una buena parte de este dinero no estaba originalmente presupuestada, según cálculos del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), con datos oficiales.
Para Oscar Ocampo, coordinador de Energía del IMCO, Pemex debería reducir su plantilla laboral en las refinerías, invertir más en campos prioritarios y presentar un plan de negocios y una expectativa de producción que sí se cumpla. Esto no ha sucedido. La empresa anunció que produciría más de dos millones de barriles diarios a finales de este año. Su mejor promedio en 2021 ha rondado los 1.7 millones.
“Hay dos grandes lastres en Pemex, que se llaman transformación industrial y deuda. Pemex no está haciendo nada visible para cambiar el curso de sus pérdidas, ni para cumplir sus promesas de producción”, me dijo Ocampo.
Para entender por qué Hacienda sigue dando dinero a Pemex, aunque la empresa tenga pérdidas recurrentes, conviene mirar a la Secretaría de Energía. Más de 180 mil millones de pesos han ido a la refinería de Dos Bocas, un proyecto que la administración considera prioritario y estratégico. Sin embargo, no solo se trata de Dos Bocas. Los estados financieros de la petrolera muestran claramente que la empresa está poniendo dinero en las áreas que le están generando las mayores pérdidas, y han estado durante años en la agenda de la secretaria Nahle.
En 2022, Pemex gastará casi 10 mil millones de pesos en la rehabilitación de refinerías, plantas de procesamiento y tanques para almacenar el combustible. Además, la petrolera gastará en comprar una refinería en Texas, que ha tenido cientos de millones de dólares en pérdidas en años recientes y casi 4 mil millones de pesos en Chicontepec, un proyecto que dio pérdidas multimillonarias en las administraciones anteriores y que implicaría usar fracking, una técnica que el gobierno obradorista prometió evitar.
Para Pemex y Energía, la estrategia busca mitigar las pérdidas. Para los analistas, es poner dinero bueno en una inversión que no cambiará la balanza.