/ Denise Dresser /
Ojalá fuera una sátira, pero no lo es. Ojalá fuera una película de Netflix, pero es el gobierno de México. Minimizando, trivializando, desinformando, diciéndole a la población “no mires arriba”, para que no veas el cometa que se estrellará contra el planeta. Voltea la mirada para que no encares el desastre. Si no lo miras, no existe. Si cierras los ojos, mágicamente desaparecerá. Sólo en esa lógica de locura, estupidez y negación se entienden las decisiones gubernamentales frente a la variante Ómicron. Desde Palacio Nacional se da la orden “no sembrar pánico”, que se traduce en dejar hacer, dejar pasar. Permitir que los semáforos sigan en verde. Que el secretario de Salud recomiende Vaporub. Que se reabran las escuelas sin condiciones sanitarias indispensables. Que se contagie quien se tenga que contagiar, y se muera quien se tenga que morir.
El absurdo de lopezobradorizar la pandemia, banalizándola.
A pesar de que en México ha muerto más personal de salud que en cualquier otro sitio. A pesar de un exceso de mortalidad que supera las 450,000 defunciones. Aquí las advertencias son desestimadas, las alertas son ignoradas, la evidencia de lo que ocurre en otros países es desconocida. Aquí se tuerce y se niega y se trivializa. Aunque tuvo contacto con una persona contagiada, López Obrador rehúsa hacerse la prueba, afirma que “se siente bien”, y no se aísla de los demás. El coordinador general de Comunicación Social tuitea que la “alimentación saludable y el ejercicio son la mejor protección contra el virus”. El gobierno federal publica un “Decálogo para salir del coronavirus y enfrentar la nueva realidad”, donde alude a la importancia ser optimista, buscar la espiritualidad, “gozar del cielo, del sol, del aire puro, de la flora y la fauna y de toda la naturaleza”. El aeropuerto de la Ciudad de México sigue recurriendo a tapetes sanitarios y cuestionarios que nadie recoge o revisa. El gobierno no exige pruebas ni requisitos de vacunación para viajeros que entran al país.
El mensaje desde de los pasillos del poder sigue siendo no se mira, no se educa adecuadamente, no se informa correctamente, no se vacuna a niños o adolescentes, no se hacen las pruebas necesarias, no se aplican las vacunas suficientes o se hace cuando ya es demasiado tarde. Quienes nos gobiernan están instalados en un negacionismo venal, en una manipulación que raya en lo criminal.
“Es más leve”, dicen. “Es como una gripa”, aseguran. “Si tienes síntomas, asume que es Covid y no te hagas la prueba”, recetan. Como si no supiéramos que la aplicación de solo una dosis de CanSino no basta para evitar cuadros graves. Como si los asintomáticos no contagiaran y no fuera crucial hacer pruebas. Como si no fuera evidente que el grado de contagiosidad de Ómicron saturará al sector salud, y Nueva York es el mejor ejemplo. Como si no estuviera documentado que los casos pediátricos crecen a una gran velocidad, en nuestro país y en otros. Como si los cuadros menos graves no produjeran secuelas de largo plazo -“long Covid”- que apenas comenzamos a calibrar.
Hay que reconocerlo y denunciarlo. Hay que documentarlo y evidenciarlo. El gobierno mexicano miente y desinforma sobre lo que está ocurriendo en la nueva ola. Reporta 30,671 contagios -más contagios que en cualquier otro momento de la pandemia- cuando esta cifra sólo refleja quienes fueron detectados vía pruebas que escasean. Predice que habrá más casos pero menos muertes, cuando hay muchos mexicanos que no cuentan con un esquema de vacunación completo, ni una tercera dosis para protegerlos mejor. Asume que las hospitalizaciones no aumentarán, cuando ha sido universalmente así, y la escalada de contagios puede producir más muertes entre los miles que faltan por vacunar.
México no tiene pruebas suficientes, ni piensa conseguirlas. México no tiene vacunas suficientes, ni está acelerándolas. México rebasó hace mucho tiempo el escenario de 60,000 muertos que López-Gatell consideró catastrófico. Pero mejor voltear la mirada, distraer, bromear, evitar. Porque si no hay pruebas, no hay confirmaciones de contagio. Si no hay confirmaciones de contagio, seguiremos viviendo en el autoengaño. Si continuamos instalados en el autoengaño, pocos demandarán acciones distintas. Y si pocos demandan acciones distintas, López Obrador logrará que el país continúe mirándolo a él, en vez de mirar la realidad.