De memoria
Soñar no cuesta nada, pero despertar a la cruda realidad es doloroso. Lo dijo el hombre de letras, los sueños, sueños son.
Sueño con que un día despertemos de esta pesadilla, que México vuelva a tener leyes, que se apliquen y que los políticos, mano larga y todo, gobiernen para los ciudadanos.
Sueño con el castigo real, positivo, a la pandilla que se ha apropiado de los bienes nacionales. Recuperar lo perdido por la idiotez de cancelar un aeropuerto, supuestamente del primer mundo, por una terminal avionera a la que los organismos rectores todavía no otorgan permiso.
Sueño con que los culpables de la muerte por desabasto medicinal sean enjuiciados, enfrentados con su realidad y se les otorgue la calidad de genocidas. A todos los niveles.
Sueño con que esos cínicos que van por la vida luciendo su riqueza obtenida sobre la pobreza, también sean presentados ante la ley, sin recursos legales al alcance de sus fortunas y los obliguen a pagar los miles de millones de pesos escamoteados a los mexicanos.
Sueño con que el imperio de la ley deje de proteger pillos y robos. Y así como hoy el ciudadano debe justificar la posesión de 15 mil o más pesos, que quienes aplicaron recursos públicos no puedan reservarlos por décadas.
Sueño con que a un miserable que usa la ley para despojar a su familia, y a cambio actúa en forma perversa para encarcelar a una antipatizante de su patrón, se le llame a cuentas y se le despoje del producto de sus latrocinios.
Sueño con que un día a la abuela de los Chapos, la regresen a la cabaña de la que salió gracias a los negocios familiares. Y que los niños, que valen cinco millones de dólares cada uno, los manden al norte y el premio se aplique a clínicas para recuperar la salud de los jóvenes a quienes enviciaron.
Sueño que el gobierno siguiente recupere la estima y la seguridad de las mujeres, de los que trabajan en defensa del bien común, agua, electricidad, y de los periodistas, no sólo desamparados sino con el futuro cancelado por falta de fuentes de trabajo.
Sueño con que a los propietarios o usufructuarios de medios, los lleven a la báscula y les expropien lo que legítimamente no puedan justificar con sus emolumentos.
Sueño en igual nivel de quienes hoy se apropiaron de los medios públicos para convertirlos en una ridícula parodia pero dando empleo a sus íntimos, sus familiares y sus compañeros de vicios y aficiones.
Sueño, imposible, con que los verdes regresen a los cuarteles y abandonen negocios y concesiones.
Sueño que no habrá sino una televisora y una agencia noticiosa a disposición del gobierno, tanto para difundir sus proyectos como para razonar ante las críticas.
Sueño con una estructura informativa, que en cada dependencia elabore documentos y los tenga a disposición de los medios, pero sin una relación que permita el uso político a favor de algún funcionario.
Sueño con el exilio de Delfina, Almoloya está bien, y el retorno del pensamiento, Torres Bodet, Yáñez, Vasconcelos, al edificio de República Argentina.
Sueño que eso y más, logre el milagro del pueblo bueno. Uno que, protestas justificadas o no, cuide nuestras propiedades, nuestros servicios y monumentos.
Sueño con que se den cuenta que los destrozos no les quitan la tranquilidad a los funcionarios. No es con su dinero que se reparan o recuperan.
Sueño con un pueblo solidario, participativo y humano. Y dejar atrás a los cavernícolas en que un señor anciano, un programa mañanero y una larga cola de arrastrados, convirtieron al país…