México no necesita un nuevo líder; Necesita un nuevo sistema: SEPGRA

*Reportaje Especial de Grupo de Análisis Político SEPGRA.

México no necesita un nuevo líder; Necesita un nuevo sistema.

14/05/2022/ México.- Empecemos por el final: México está en un proceso de destrucción de instituciones para asegurar que los que están en el poder se queden para siempre; no se trata, como pretenden, del comienzo de una nueva era sino del fin de un sistema político que permitió al país vivir con relativa calma pero desigual prosperidad durante un siglo. Sin embargo, el sistema ya no era funcional. Pasó de una clase dominante egoísta a una tecnocracia corrupta, a una cleptocracia mediocre (un gobierno cuyos líderes corruptos usan el poder político para crear y expandir sus fortunas), a una kakistocracia deshonesta (un sistema de gobierno dirigido por los peores , ciudadanos menos calificados o más inescrupulosos) encabezados por un líder fanático e ignorante intelectualmente discapacitado.

No hay una cuarta transformación. Es el Fin del Sistema Político Mexicano.

     Lejos de la oscura y pomposa denominación que pretende marcar el inicio de una nueva era en la historia, la llamada “Cuarta Transformación” (4T) no es más que la destrucción sistemática y rabiosa de instituciones sin ningún plan ni modelo, ni siquiera una idea aproximada de qué hacer para alcanzar los nebulosos objetivos derivados de los eslóganes de campaña, barnizados con fijaciones ideológicas propias de la adolescencia.

Imagen: 3DSculptor en iStock

Los partidos políticos se convirtieron en franquicias controladas por bandas que se repartían el botín de los cargos públicos para su beneficio a través de contratos, concesiones, licencias, exenciones, renuncias, condonaciones, nombramientos en puestos clave, postulaciones a cargos legislativos, reformas a leyes y reglamentos, destituciones de investigaciones criminales y muchos otros beneficios indebidos e ilegales como el otorgamiento de honores inmerecidos que los favorecieron a ellos oa sus allegados. Esto fue cada vez más público y notorio, degradando la imagen de los funcionarios públicos, los políticos y sus partidos ante los ojos del electorado. Según Transparencia Internacional, el 91% de los mexicanos percibe que los partidos políticos son instituciones corruptas.

Imagen: Tupungato en iStock-

A raíz de ello, y ante el creciente descontento por la precaria situación económica y la inseguridad en que vive la mayoría de la población, la ciudadanía los rechazó en las urnas, eligiendo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien, aparentemente, representaba todo lo contrario: un hombre astuto que supo hacer creer a la gente que era un demócrata honesto, sin ataduras a quienes controlaban el enorme aparato de corrupción, a quienes denunció y atacó en cada discurso, prometiendo acabar con ellos. y con la corrupción, a la que culpó de la pobreza generalizada en todo el país.

Foto: cuartoscuro en animalpolitico.com

El resultado del experimento es bastante caro. Una vez en el poder, surgió un caudillo megalómano, resentido, ignorante, faccioso e intelectualmente desafiado, incapaz de discernir nada que no fuera parte de su evangelio, que arrasó con los profesionales del servicio público y expertos en sus campos, y los reemplazó con fieles de su tribu en puestos para los que no están calificados, excepto por su lealtad al líder de la pandilla. Así, después de más de tres años, la pobreza y la pobreza extrema se han expandido, la inseguridad es más violenta y se extiende geográficamente por todo el territorio nacional, y el crimen organizado es tolerado y ahora gobierna partes del país. Los que antes habían sido acusados ​​de corrupción ahora son sus aliados y beneficiarios de sus favores, protección y encubrimiento, y la corrupción desenfrenada es peor que nunca.

Las perspectivas no son alentadoras; de lo contrario. El bienestar solo existe en el discurso oficial y en los nombres de programas e instituciones dedicadas a comprar lealtades. Hábilmente, el término bienestar es objeto de toda la propaganda oficial.

La estrategia política de la 4T es inteligente y clara: polarización basada en silogismos y falacias. He aquí un ejemplo: si tú eres pobre, es porque éste es rico; Si es rico, es porque es corrupto y se asoció con gobernantes anteriores para robarle a la nación, y por eso ustedes son pobres; Si estudió y obtuvo un posgrado, es un tecnócrata que no te entiende ni te importa y solo busca beneficiarse a sí mismo ya sus patrones extranjeros que siempre nos han explotado; Si vives en una zona acomodada y tienes una buena casa es porque eres corrupto, y por eso los demás son pobres. Ergo: Si no eres pobre, eres mafioso del poder, conservador neoliberal, adversario de los pobres y de la 4T. Ergo: si quieres dejar de ser pobre, viaja en el tiempo al pasado porque la corrupción se acabó.

Imagen: francescoch-en-iStock-

Hasta el momento, AMLO ha podido evadir la realidad de las promesas incumplidas. Su discurso tiene éxito porque les toca la fibra sensible, haciéndoles ver que los ricos y los políticos que eran sus socios los pisoteaban y los ignoraban desde hacía muchos años. Lo dice en su lenguaje hablador, despacio y con un tono de ira dramática. Su público objetivo son los miembros de la sociedad de bajos ingresos, menos educados, campesinos, trabajadores, población urbana y suburbana humillada, resentida por el despilfarro de los políticos y sus asociados, es decir, los ricos ( fifís) según su retórica. Les hace sentir que es uno de ellos, uno de los desposeídos, que las elecciones de 2006 le fueron robadas por los mismos que se enriquecieron a costa de ellos, los saqueadores, esos personajes abusivos ligados al poder. Y por eso hace alarde de su austeridad y se jacta de su pobreza.

Foto: Pedro Domínguez en msn.com

Continúa el embate contra los gobiernos anteriores responsabilizándolos por la falta de atención a los enfermos, por la falta de medicamentos, por el desempleo; manipula para despertar sentimientos de ira, resentimiento, odio, violencia, inseguridad, desesperanza, amargura y furia, y con ello justifica e incita a la anarquía, la toma de peajes, el robo de combustible, el bloqueo de vías férreas, el ataque los militares que tienen órdenes de no defenderse, de dejarse humillar. Los populistas autoritarios se dividen. Esa es su herramienta para justificar su permanencia en el poder.

Foto: Pedro Pardo /AFP en elpais.es

Crece una polarización que puede tornarse violenta no solo en el discurso sino también en múltiples frentes: narcos contra narcos, morenistas contra opositores, proletarios contra clase media “aspiracional”, anarquistas contra defensores de las instituciones. Una lucha fratricida que conduce irremediablemente a un mayor empobrecimiento y atraso, mientras otros países que conviven en armonía interna y entre sí avanzan para lograr el verdadero bienestar de sus ciudadanos. El país ha estado allí antes y perdió la mitad de su territorio.

Imagen: en nationalgeographic.org

La destrucción institucional avanza a pesar de la precaria defensa de los opositores, quienes señalan que existe una gran diferencia entre modernizar instituciones que necesitan una actualización y destruirlas. La obstinación en derrochar recursos en proyectos innecesarios y costosos tiene el efecto de debilitar instituciones y programas tan esenciales como sensibles a los menos privilegiados.

Foto: en aeropuertoaifa.mx

Además, hay una total falta de respeto por el estado de derecho. AMLO afirma con frecuencia que si debe decidir entre la justicia y la ley, la justicia debe prevalecer. Excepto que él determina lo que es justo. La ley sólo se aplica cuando él así lo decide. Recientemente, cuando se debatía en el Congreso la Reforma Energética presentada por su gobierno, dijo: “No me vengan a decir que la ley es la ley”. Considera que está por encima de ella. Suena como la definición de tiranía.

Imagen: píxel salvaje en iStock

En este sentido, existe un severo hándicap cultural heredado del sistema que agoniza: mientras que la Constitución estadounidense tiene solo siete artículos, y en sus 234 años de existencia, ha tenido solo 27 enmiendas -las primeras diez conocidas como la Declaración de Derechos -, La Constitución Política de México data de 1917, tiene más de 136 artículos y durante su centenaria existencia ha sufrido 762 reformas*. Pareciera que toda administración toma como insignia de honor reformar la Ley Suprema ya sea agregando su causa predilecta como artículo para otorgarle “rango constitucional”, o bien enmendar algún artículo para adecuarlo a un determinado propósito de tendencia.

 

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