*Día del Medio Ambiente.
*Y el 75 % de su territorio está en riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo.
05/06/2022/ Durante la mayoría de nuestra historia, los seres humanos hemos vivido en armonía con la naturaleza. Pero hemos roto ese equilibrio. Quemamos combustibles fósiles, nos movemos en transporte contaminante, malgastamos agua como si nos sobrara, producimos cada vez más carne industrial en macrogranjas, y arrasamos nuestros mares y océanos.
Hace ahora 50 años que la ONU estableció el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente. Y el lema elegido para celebrarlo en este 2022 es «Una sola Tierra». La obviedad ilustra de excelente manera que en este medio siglo no hemos sido capaces de comprender esta idea, y consumimos, producimos, vivimos sin respetar los límites del planeta.
Este Día Mundial del Medio Ambiente necesita acción, no celebración
Hemos conseguido avances: una mayor concienciación medioambiental en nuestras sociedades, tratados internacionales como el Acuerdo de París y el desarrollo de estándares de protección para reconocer el valor y proteger nuestros ecosistemas. Pese a todo nuestro medioambiente nos está lanzando señales de código rojo, cada vez más frecuentes y cada vez más serias. El conjunto de medidas aprobadas, los plazos y el carácter voluntario de una gran mayoría de los acuerdos son insuficientes. La comunidad científica coincide: con los acuerdos conseguidos el mundo se dirige al menos a un calentamiento de entre 2,4 y 2,7 °C, si no más, muy por encima del umbral crítico de 1,5 ºC.
En un día como hoy, desde Greenpeace queremos poner el foco en estas cinco claves:
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LA EMERGENCIA CLIMÁTICA: POR UN SISTEMA ENERGÉTICO 100 % RENOVABLE
La crisis climática presenta un reto sin precedentes y estamos en la década clave para frenarla.
Sus efectos son evidentes: la subida del nivel del mar a un nuevo máximo global en 2021, el aumento de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, con veranos más largos, sequías más frecuentes. Hemos vivido hace pocos días probablemente la ola de calor más temprana de la historia en nuestro país.
La causa la encontramos en gran medida en la quema de combustibles fósiles. El 79% de las emisiones de gases de efecto invernadero en la Unión Europea son debidas a la quema de combustibles para usos energéticos o de transporte, según datos de Eurostat. En España, las grandes eléctricas —encabezadas por Endesa, Iberdrola y, Naturgy, a las que se han unido petroleras como Repsol o Total— siguen abusando de su posición de dominio en el mercado eléctrico para favorecer sus negocios vinculados a combustibles fósiles a la vez que utilizan el discurso de la sostenibilidad para hacer campañas de lavado verde.
Y la guerra de Ucrania nos ha mostrado nuestra falta de independencia energética. Más del 20% del gas que importa España viene de Rusia, financiando de este modo la guerra. Pero esta situación no puede servir como excusa para buscar otras fuentes de combustibles fósiles ni para invertir un solo euro en la construcción de nuevas infraestructuras de gas, carísimas e inútiles a corto plazo, y que nos sigan atando al consumo de estos combustibles altamente contaminantes.
Nuestra propuesta:
Tenemos las soluciones para reducir al menos a la mitad las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero de aquí a 2030, con un bajo coste o incluso beneficios económicos. En España es el momento de acelerar la transición energética hacia las energías renovables y la eficiencia, y abandonar cuanto antes los combustibles fósiles. Hay que reformar el mercado eléctrico, poner fin al poder del oligopolio energético e impulsar las alternativas que permitan a la ciudadanía beneficiarse de las ventajas económicas y ambientales de las energías renovables, como el autoconsumo y las comunidades energéticas.
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LA CRISIS DE LA PÉRDIDA DE BIODIVERSIDAD: PROTEJAMOS NUESTROS BOSQUES Y OCÉANOS
La biodiversidad regula el clima y la temperatura del planeta, y sus ecosistemas nos suministran alimentos, energía, agua y nutrientes de los que depende cualquier tipo de vida, también la nuestra.
Si miramos nuestros bosques a nivel planetario, solo el 15% permanecen intactos y perdemos una superficie de bosque equivalente a un campo de fútbol cada 2 segundos. Por otro lado, sólo el 3% de los océanos del mundo está libre de presiones humanas. Y junto a este mal uso y sobreexplotación, no dejamos de contaminar: llenando el mar de plásticos (que se han multiplicado por 10 desde 1980), llenando el Sur Global de basura que el Norte rico no quiere ver, y de sustancias tóxicas nuestros suelos contaminando nuestras aguas.
Nuestra propuesta
Para frenar la pérdida de biodiversidad, hay soluciones al alcance de cualquiera, como exigir políticas que limiten la acción de las industrias depredadoras del medioambiente o cambiar nuestros hábitos de consumo, apostando por consumo local, ecológico y de temporada. En el nivel internacional este año se podría conseguir la firma de un Tratado Global de los Océanos, que proteja el 30% de nuestros mares antes de 2030, con un plan claro y recursos suficientes para hacerlo realidad.
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AGUA ESCASA, CONTAMINADA Y MAL GESTIONADA: PONGAMOS FIN A LAS MACROGRANJAS Y AL #AGUADEMIERDA
Que en España tenemos un problema con el agua es algo que todo el mundo sabe.
El primer factor de la disminución del agua disponible es su nefasta gestión, muy relacionada con un modelo agroalimentario inadecuado y depredador de recursos hídricos. Regadíos sobredimensionados, robo de agua, pozos ilegales, trasvases innecesarios, urbanismo desmedido, campos de golf en secano, cultivo de alimentos típicos de otros climas, y un largo etcétera que pone de manifiesto que la política de gestión del agua en España ha estado al servicio de cualquier demanda por insostenible que fuese [1].
Y a la mala gestión hay que sumar los impactos del cambio climático: ya llueve menos, y lloverá menos, según las proyecciones realizadas por la ciencia. España es ya el país más árido de Europa y el 75 % de su territorio está en riesgo de convertirse en desierto a lo largo de este siglo.
Pero además de escasa y mal gestionada, el agua que tenemos en España está altamente contaminada. La ganadería industrial, con sus macrogranjas y sus excesivos excrementos, y la agricultura industrial, con su uso masivo de fertilizantes, son los responsables de que tengamos un #AguadeMierda, que en muchos lugares de España ya no es potable. El último informe del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD) ya dice que el 30% de las estaciones de control de las aguas subterráneas y el 50% de las superficiales indican una mala calidad debido a la contaminación por nitratos. Por si hubiera dudas, la Comisión Europea llevará a España ante el Tribunal de Justicia de la UE por esta razón.
Desde Greenpeace exigimos:
- Desarrollar un plan para la reducción progresiva de la cabaña ganadera en intensivo hasta alcanzar un 50% menos en 2030
- No conceder autorizaciones para nuevos regadíos intensivos.
- Fomentar y adoptar la “dieta de salud planetaria” que lleve a una reducción drástica del consumo de carne hasta alcanzar un máximo semanal de 300 gramos a la semana por persona, así como de los demás alimentos de origen animal.
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UNA MOVILIDAD QUE CONTAMINA: CUIDEMOS EL AIRE QUE RESPIRAMOS
El modelo de movilidad que tenemos en España es responsable del 29 % de las emisiones de C02 a nivel nacional, y la contaminación atmosférica causa 16.000 muertes prematuras al año en nuestro país.
Necesitamos:
Dejar atrás el actual modelo contaminante e individualista y avanzar hacia un modelo de movilidad basado en el transporte público, con más espacio para las personas y menos para los coches, y comprometido con el abandono del diésel y la gasolina antes de 2028; la implantación de Zonas de Bajas Emisiones que realmente sirvan para reducir la contaminación atmosférica, el ruido y las emisiones de gases de efecto invernadero, y la prohibición de vuelos cortos donde haya una ruta equivalente en tren, entre otras medidas imprescindibles.
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LA RAÍZ ÚLTIMA DEL PROBLEMA: NUESTRO MODELO SOCIOECONÓMICO
La crisis climática y la pérdida de biodiversidad son efectos directos de nuestro actual modelo socioeconómico, un sistema que no respeta los límites del planeta, que permite un acceso y control desiguales a los recursos y perjudica más a las personas más desfavorecidas, y que en definitiva, busca un crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos.
Nuestra propuesta.
Hacer frente a las crisis ambiental obliga a una radical y urgente transformación económica, social y política del sistema, que cambie la manera en la que producimos, que pase por la reducción de las necesidades energéticas y del consumo, apueste por una manera distinta de alimentarnos y movernos, y abandone definitivamente los combustibles fósiles. Debemos dejar de priorizar la visión cortoplacista y los intereses económicos y empresariales de un puñado de empresas y transitar hacia un modelo vertebrado en torno a la vida y que sitúe a las personas y al medioambiente en el centro.
Autores: Sagrario Monedero y Ricardo Magán, del área de Cambio Sistémico de Greenpeace España.