/ Denise Dresser/
Aquí una refutación de mentiras lopezobradoristas, usadas para justificar la militarización ilegal que antes era condenada:
Con el traspaso de la Guardia Nacional a la Sedena se está “policializando” a las Fuerzas Armadas. Falso. Desde el momento de su creación, a los miembros de la Guardia Nacional no se les ha entrenado para llevar a cabo labores policiales. Se les adiestra para ser militares y eso entraña patrullar, disparar, matar y gozar de fuero para hacerlo. Gran parte de los problemas de impunidad y violencia provienen de no contar con una policía profesionalizada que sepa aprehender e interrogar a un sospechoso, llevar a cabo una investigación y resolver los crímenes cotidianos que no necesariamente están vinculados a los cárteles.
No hay otra alternativa dado el escalamiento de la violencia criminal en Jalisco, Guanajuato, Baja California y más allá. Profundizar la estrategia fallida de Calderón sólo producirá los mismos resultados padecidos desde 2007. Más desaparecidos. Más violencia. Más homicidios. Más avance territorial del narcotráfico en los sitios donde el Presidente ordena retiradas inexplicables como en Culiacán. Además, nadie está exigiendo la retirada inmediata de las Fuerzas Armadas en los municipios más vulnerables. Lo que demandamos es una estrategia de construcción de paz, basada en la reconfiguración de policías y fiscalías, la desmovilización y el desarme de redes de criminalidad, la reinserción social y la responsabilidad estatal. En vez de eso, el Presidente ofrece militarización permanente.
Los militares son incorruptibles y por ello es mejor que reemplacen a la policía corrupta. Falso. Este argumento olvida casos emblemáticos como el del general Gutiérrez Rebollo, así como el del general Cienfuegos. El primero terminó coludiéndose con el narcotráfico, y el segundo fue inexplicablemente liberado y exonerado. Algunas de las masacres más brutales de nuestros tiempos -Allende y Ayotzinapa- involucran a las Fuerzas Armadas por omisión o colusión con el crimen organizado. Los Zetas fueron conformados por militares que desertaron. Creer que el control de la Guardia Militar por la Sedena producirá inmunidad a la corrupción es un acto de fe, o un ejemplo de pensamiento mágico. En Tijuana las Fuerzas Armadas ya normalizan el “cobro de piso”, volviéndose cómplices de la criminalidad.
Dado que López Obrador es un hombre bueno, no cuestionemos la militarización porque él nunca dañaría al pueblo. Engañoso. Este argumento presupone que AMLO no dejará el poder en 2024, que Morena jamás perderá la Presidencia, que la democracia no volverá a producir alternancia. Presupone que el país siempre estará en manos de la misma fuerza política, lo cual es una postura antidemocrática, con profundas raíces priistas. México podría acabar gobernado por un Presidente de derecha, armado hasta los dientes, capaz de dar órdenes contra el pueblo como lo hicieron las dictaduras latinoamericanas de los sesenta y setenta. En manos de un líder autoritario, las Fuerzas Armadas actúan de formas autoritarias.
No es lo mismo que hacía Calderón, porque ahora la estrategia está atacando las causas de la violencia. Falso. Los programas sociales del gobierno como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro han sido insuficientes para desmantelar la base social del narco. Y el gobierno actual no ha actuado para desmontar las redes de gobernanza criminal, no ha hecho un esfuerzo por desarmar a las milicias locales, no ha procurado la reinserción social, no ha procedido con la despenalización y regulación de las drogas, no ha fomentado la coordinación con los gobiernos locales para crear policías y fiscalías funcionales.
No es militarización, porque AMLO afirma que no es militarización. Falso. Si a los militares se les transfieren cientos de actividades que antes estaban en manos de civiles, es militarización. Si a los militares se les otorga el control casi total de la seguridad pública es militarización. Si un Presidente -aunque sea civil- anuncia un “acuerdo” que viola la Constitución y le otorga poder, protección, negocios y ausencia de controles democráticos a las Fuerzas Armadas, es militarización. Si parece ganso, camina como ganso, grazna como ganso, es ganso. Y el Presidente lo sabe, pero prefiere hacerse pato.