**Retrovisor .
/ Ivonne Melgar /
La sonrisa delataba desde la mañana del martes 4 de octubre a Ricardo Monreal: priistas y perredistas formarían la mayoría constitucional que dos semanas atrás había impedido el hoy fracturado dique de contención formado por las bancadas del PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y Grupo Plural.
Más allá de las razones que se alegan en favor de prorrogar hasta 2028 la participación militar en tareas de seguridad y de la evidenciada vulnerabilidad opositora que tanto quería balconear el gobierno, el coordinador de Morena en el Senado puede celebrar su singular circunstancia: ser un político eficaz y hasta ahora necesario para los fines legislativos presidenciales, aun cuando en Palacio Nacional quisieran relevarlo, según las versiones que desde ahí se filtran.
Así que, a diferencia del canciller Marcelo Ebrard y del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, que por ahora esconden sus atributos conciliadores para no salirse del guion presidencial de ustedes los mafiosos, nosotros los transformadores, el jefe de mayoría en el Senado puede darse el lujo de ejercer la autonomía del Poder Legislativo que representa.
Por eso en septiembre, cuando el dique de contención se creía cohesionado, sus 52 integrantes de entonces quisieron llevar a Ricardo Monreal a la presidencia de la Mesa Directiva, confirmando así un liderazgo que, en su momento, tendrá consecuencias electorales. No en balde su nombre se perfila en las encuestas hacia 2024 como prospecto presidencial de Movimiento Ciudadano, del que fue diputado, y dada la cercanía que tiene con su dirigente, Dante Delgado.
Y una vez que la coalición que iba por México colapsó, también surgen versiones de que el exgobernador de Zacatecas podría convertirse en candidato del PRI y del PRD, dos partidos que más que competir por el poder, comparten la prioridad de sobrevivir, sin seguir perdiendo el registro, como ya les sucede en varios estados.
Frente a estas posibilidades, le hicimos al senador Monreal la reiterada pregunta de si se ve en la boleta de 2024 con una marca diferente a Morena o por la jefatura de Gobierno de la CDMX.
“No tengo plan B ni a la marca partidista ni al cargo. Pero mi límite es la dignidad y la dignidad es lo único que me puede permitir, obligar a buscar alternativas distintas o participar por actividades distintas. Eso el tiempo lo dirá”, responde.
A sus 60 años, el político que rompió con el PRI cuando le regatearon la candidatura en su estado y abrió, como expriista, la ruta de las gubernaturas del PRD, tiene 15 meses de no tratar personalmente con el presidente López Obrador, a quien había venido acompañando en su proyecto desde hace dos décadas.
¿Volverán los desayunos en Palacio Nacional ahora que tiene buenas cuentas que entregar con la reforma militar?
“No lo sé, pero ése no era mi propósito, lo digo con toda honradez. No es eso lo que me motiva a construir estas mayorías constitucionales; es mi deber y es mi país”.
Asegura Ricardo Monreal que, como sucedió en el tema de la Guardia Nacional, rechazaría cualquier reforma secundaria que arriesgara la autonomía que la Constitución le otorga al INE. Y que, de haber cambios, éstos deberán mantener “lo mejor del esfuerzo institucional que el Estado mexicano le ha destinado a este órgano electoral”.
Le pregunto sobre los informes que actualmente realiza la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum:
“Es una sucesión adelantada, es un error estratégico, que va a costarle al movimiento que encabeza el presidente López Obrador. Y ojalá y esta sucesión adelantada no se convierta en una imposición adelantada. Porque evidentemente hay cantidades enormes de dinero que se están destinando a la promoción personalizada de la jefa de Gobierno”.
Recuerda que ya peleó contra esas prácticas. “No me gusta que se sitúe Morena en una copia de lo que criticamos recientemente. Creo que puede ser el inicio de un proceso difícil para Morena y que ponga en riesgo el triunfo. Yo no veo que sea correcta la imposición adelantada. Pero allá ellos y los que la promueven y la protegen; están copiándose las viejas prácticas políticas del dinero adelantado para adelantar imposiciones, en su máximo esplendor.
“Lo que estoy viendo ahora me hizo recordar el despliegue de comunicación impresionante que tenía Enrique Peña Nieto siendo gobernador”, compara.
Confirma que habrá de inscribirse en el proceso interno de Morena hacia la candidatura presidencial, “a pesar de no ser preferido, soy conocido por las reformas que el Presidente ha enviado al Senado”.
Y pronostica consecuencias adversas.
“Es un error lo que está pasando y quienes están tolerando, desde el partido, o promoviendo desde el gobierno, o con el dinero hasta de actividades privadas, a la preferida del Presidente, es un error, que nos va a costar bastante en los próximos meses (…) Se puede generar una ruptura temprana o tardía en Morena y poner en riesgo la elección del 2024”.
¿Catastrofismo? ¿Alertas de una ruptura inevitable? O sólo es el olfato, la premonición del único morenista que, a estas alturas del sexenio, practica el diálogo democrático con todas las fuerzas partidistas y sectores de la sociedad y preserva la libertad de sus palabras frente a la hegemonía del discurso mañanero.