Ciudadanos .

Carlos Elizondo Mayer-Serra.

AMLO habla en nombre del pueblo. No se refiere a los pueblos como comunidades. Apela a quienes no tienen privilegios, a quienes no pertenecen a esa minoría tachada por AMLO de conservadora, corrupta, sin escrúpulos e hipócrita, en oposición al pueblo bueno y sabio.

Con ese pueblo AMLO ha ido tejiendo una estrecha relación. Para Peña Nieto, un buen fin de semana era jugar golf con sus amigos; para AMLO, visitar zonas marginadas. Lo hace de forma disciplinada. A Peña Nieto se le veía cómodo en eventos de gala. A AMLO, en ceremonias donde le dan un bastón de mando de algún pueblo originario.

Sin embargo, lo opuesto al pueblo no es la élite económica, sino los ciudadanos. Éstos son los actores centrales de la democracia liberal. Pueden ser de derecha o de izquierda, pobres o ricos. Se distinguen por ser individuos para quienes su relación con el Estado parte del principio de poder reclamar sus derechos y cumplir con sus obligaciones.

Los ciudadanos se manifestaron el domingo pasado de forma libre y hasta desordenada, por ello el cierre en el Monumento a la Revolución fue anticlimático: mientras muchos apenas llegábamos, otros ya se iban tras haber escuchado el discurso de Woldenberg. Los partidos políticos eran invitados marginales. El eje de las consignas eran gritos por México o a favor del INE.

No fueron ni entre 10 mil y 12 mil, como dijo el secretario de Gobierno de la CDMX; ni entre 50 mil y 60 mil, como señaló AMLO. Fueron por lo menos 4 veces más. Ahí están las fotos en las primeras planas de los diarios y los videos en redes sociales, aunque muchos ni se enteraron, pues los algoritmos de las redes sociales solo muestran lo que uno quiere ver. No se marchó únicamente en la capital, sino en muchas otras ciudades, logrando una de las movilizaciones más grandes en la historia reciente.

El domingo entrante AMLO hará su desfile. No había usado su músculo. Lo veremos en todo su esplendor. Ahí estarán los autobuses, las consignas, las matracas, los lonches. Llenarán el Zócalo, algunos de forma entusiasta, otros para cumplir con sus líderes. Habrá oradores oficiales y diatribas para los opositores.

El peso real de cada grupo no se puede medir a partir de cuántos se movilizan ni por un conteo censal con base en el ingreso o por algún otro indicador. Los marxistas aprendieron hace muchas décadas que no todos los obreros votan por partidos obreros, o por ponerlo en sus términos: no todos tienen conciencia de clase. El votante decide en función de muchos valores. Por Trump, siendo de derecha, votan obreros blancos de Pensilvania y por Biden, de izquierda, empresarios ricos de California.

Con todo, los indicadores socioeconómicos ayudan a entender la naturaleza de las coaliciones electorales. En el 2018, entre los votantes con educación superior o más, AMLO recibió una proporción de votos mayor que entre quienes contaban con educación primaria o menor. Esto se invirtió en la elección del 2021.

¿Cómo se identifica más el mexicano, como pueblo o como ciudadano? Esta pregunta fue planteada por Alejandro Moreno en una encuesta reciente. El 58 por ciento se dice ciudadano; el 40, pueblo. La aprobación presidencial entre los primeros es de 45 por ciento; entre los segundos, de 72.

La democracia contemporánea surge cuando los procesos de modernización económica crean ciudadanos. El PRI transformó un país rural en uno urbano y con crecientes clases medias, ahí cavó su eventual tumba. El ciudadano harto del PRI votó por Fox en el 2000 y no por Cuauhtémoc Cárdenas. El voto rural, el del pueblo, supuestamente incondicional a Labastida, no llegó con la densidad esperada al ejercer su libertad de elección.

Las elecciones del 2024 se resolverán en función de qué valores priorizan tanto quienes se consideran pueblo o ciudadanos. El primero, organizado por Morena y con la candidata seleccionada por AMLO. Los segundos, esperando a un líder capaz de aglutinarlos.