/ Yazmin Alessandrini /
Con el auge de las redes sociales (Twitter, Facebook, Instagram, etcétera) nuestra convivencia con el resto del mundo se ha trastocado dramáticamente. Entes de la irrupción de estas herramientas los hombres y las mujeres nuestros primeros acercamientos con individuos desconocidos eran de persona a persona. Teníamos citas, salíamos a tomar un café, coincidíamos en algún antro o simplemente un amigo o conocido jugaba el rol de intermediario y nos presentaba con alguien que consideraba nos podrá interesar.
Sin embargo, en la actualidad, con la ayuda de la tecnología, casi todas nuestras dinámicas han cambiado radicalmente, porque ahora nuestra “carta de presentación” no es nuestra apariencia física. En esta época lo que impresiona o decepciona de nosotros con aquellos que deseamos conocer es nuestra ortografía y la forma en cómo plasmamos nuestros pensamientos en las frases cortas que viajan a través de los chats, tuits o posts.
¿Alguno de ustedes se ha puesto a reflexionar por un momento sobre la importancia de ser asertivos y atingentes con lo que escribimos? El proceso de comunicación es sumamente complejo, pero es tan cotidiano que en la realidad somos muy pocos los que ejercemos la autocrítica al momento de hablar con los demás a través de las palabras escritas.
Por principio de cuentas tenemos que entender que dentro de esta complejidad que envuelve al proceso de comunicación en una primera instancia debemos de tomar muy en cuenta eso que conocemos como “claridad de pensamientos” porque, aunque suene simpático y nos provoque risa, a diario vamos a convivir con muchas personas que lamentablemente hablan hasta con faltas de ortografía y eso estropea por completo cualquier dinámica de entendimiento.
Así las cosas, aquellos que en alguna ocasión han escuchado la frase “como te ven, te tratan”, también deberían considerar que “como hablas y escribes, te tratan”. Por eso, es sumamente importante que nuestra fuente de abastecimiento del habla y la escritura (nuestro cerebro, el órgano de nuestro cuerpo en donde se generan los pensamientos que se convertirán en palabras) se encuentre en perfectas condiciones. Debemos y tenemos la obligación de ejercitar y de alimentar a diario a nuestra máquina de pensamientos.
¿Y cómo conseguimos hacer eso? Es sumamente fácil: Así como alimentamos nuestro cuerpo con comida, acudimos al gimnasio para ejercitarlo, le compramos ropa bonita para que luzca bien y le damos horas de descanso para que esté en forma óptima; también tenemos que nutrir a nuestro cerebro para que esté en condiciones de funcionar apropiadamente. Hay que darle buenos libros, buena música, buen cine, buena televisión, acudir a museos, conversar con personas inteligentes, entretenernos con juegos de destreza, etcétera. Para convertirnos en personas analíticas, intuitivas, inteligentes y listas debemos dedicarle un tiempo diario a nuestro cerebro para que se ejercite y eleve sus niveles. Ser cultos y articulados no es un lujo, es una necesidad que nos imponen los tiempos actuales, porque cada vez hay más gente que se reta a sí misma para ser mejor en todos los aspectos y si tú te empeñas en no querer escribir mejor, hablar mejor y pensar mejor, te vas a rezagar.
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