Normalmente, los órganos para trasplante se obtienen de personas que han fallecido y cuyas familias han dado permiso para donar sus órganos. Estos se llaman órganos de donante fallecido. Sin embargo, no hay suficientes órganos de donante fallecido disponibles para todos los que necesitan uno y, en consecuencia, cada vez crece más la lista nacional de trasplantes de órganos de donante fallecido.
A la vista de estas estadísticas, el trasplante de hígado de donante vivo podría ser una importante alternativa para muchos futuros candidatos a trasplante. Si un paciente puede recibir parte del hígado de un pariente o amigo, no necesita esperar a que haya un órgano de donante fallecido. Esto puede reducir la probabilidad de que un paciente enferme al punto que ya no pueda recibir un trasplante o muera mientras está en la lista de espera. En el trasplante de hígado de donante vivo, se extrae quirúrgicamente una sección del hígado de un donante vivo y se trasplanta al receptor después de extraer su hígado enfermo
El trasplante de hígado de donante vivo es posible gracias a que el hígado tiene la capacidad de regenerarse y crecer. El hígado se regenera en muy poco tiempo, probablemente de días a semanas, y con toda seguridad en unas 6 a 8 semanas. Cuando los cirujanos extraen una parte del hígado del donante, la parte que queda en el donante vuelve a crecer hasta su tamaño origina
El trasplante de hígado de donante vivo aporta tasas de supervivencia más altas a los tres años, y menores costes, que el de donante fallecido, según una investigación llevada a cabo por investigadores de la Universidad Escuela de Medicina de Pittsburgh (en Estados Unidos) y que ha sido publicada en la revista “Annals of Surgery”.
Cada año, se realizan aproximadamente 8.000 trasplantes de hígado, según la Red de Obtención y Trasplante de Órganos, de los cuales menos del cinco por ciento son de donante vivo. Además, aproximadamente el 25 por ciento de las personas en lista de espera mueren cada año esperando un trasplante, y las personas que finalmente reciben un trasplante a menudo han pasado un periodo prolongado en la lista de espera, lo que provoca un peor estado de salud en el momento del trasplante.
“Las consecuencias para los pacientes en la lista de espera pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte porque cuanto más tiempo están esperando, más enfermos se vuelven. Los trasplantes de hígado de donante vivo, junto con los trasplantes de hígado de donante fallecido, representan una oportunidad para disminuir significativamente el riesgo de mortalidad en la lista de espera, y nos da la capacidad de trasplantar a una persona antes”, han dicho los investigadores.
Y es que, en su estudio, los expertos comprobaron que los receptores de trasplante de hígado de donante vivo tenían una supervivencia de alrededor del 5 por ciento más sobre los receptores de donante fallecidos. Además, tuvieron una estancia hospitalaria de 11 días, en comparación con los 13 días para aquellos que recibieron un hígado de un donante fallecido, así como menos probabilidades de recibir una transfusión de sangre intraoperatoria y de diálisis postrasplante.
Los costes hospitalarios relacionados con el trasplante también fueron un 29,5 por ciento más bajos para los receptores de donantes vivos, y la tasa global de complicaciones fue del 20 por ciento. “El trasplante de hígado de donante vivo debe considerarse la primera y la mejor opción para la mayoría de los pacientes con enfermedad hepática y no es solo una opción para los que están en la lista de espera”, han dicho los expertos.